1 diciembre, 2014
Desconfiar del empresariado
Por Ulises Bosia. El escándalo de las cuentas en Suiza y las recientes profesiones de fe neoliberal durante el Foro de Convergencia Empresarial muestran la verdadera conducta de la burguesía nacional realmente existente. Sus conclusiones de la década kirchnerista.

Por Ulises Bosia. El escándalo de las cuentas en Suiza y las recientes profesiones de fe neoliberal durante el Foro de Convergencia Empresarial muestran la verdadera conducta de la burguesía nacional realmente existente. Sus conclusiones de la década kirchnerista.
Una de las bases de cualquier política verdaderamente transformadora, según enseña el marxismo, es la desconfianza en el empresariado como un actor social capaz de garantizar una vida digna para el conjunto del pueblo argentino.
Entre las principales tareas de la militancia popular está, en consecuencia, esparcir y fundamentar el escepticismo y la desconfianza en los proyectos políticos del poder económico, al tiempo que fomentar la autoestima de la clase trabajadora y la confianza en la capacidad de nuestro pueblo para llevar adelante la construcción de una patria libre, justa y soberana.
Néstor Kirchner primero, y Cristina más tarde, continuando la más ortodoxa línea doctrinaria justicialista, defendieron siempre la formación de un “capitalismo serio” en nuestro país, en sus distintas facetas como un “modelo de crecimiento con inclusión social”, o como un capitalismo productivo frente al “anarco capitalismo financiero”.
Dentro de este proyecto, es imprescindible el estímulo a la formación de un empresariado con vocación nacional que pueda ser una de las patas del modelo. Y, asumiendo las reglas del capitalismo globalizado, también la llegada de inversiones extranjeras que colaboren con el desarrollo nacional. En el siglo XXI se torna más difusa la frontera entre la acción del capital nacional y del capital trasnacional, anudada de las más diversas formas.
Esta defensa de un empresariado nacional atravesó las distintas etapas de la década kirchnerista: se consolidó en los años de consenso donde crecía la rentabilidad empresaria y al mismo tiempo mejoraba la situación social, sobrevivió a las fuertes tensiones del periodo de crispasiones que se abrió con la crisis del “campo” y finalmente se expresa hoy como una vocación de negociación para alcanzar un acuerdo de gobernabilidad hasta el 2015, mediante ciertas concesiones que no comprometan al proyecto de conjunto.
Dos hechos recientes contrastan con esta política y expresan las contradicciones rotundas de este proyecto de capitalismo serio. El primero es la difusión de las más de cuatro mil cuentas bancarias en Suiza donde se estima que se encuentran depositados unos tres mil millones de dólares, es decir, alrededor de un diez por ciento de las reservas en poder del Banco Central. Y solamente se trata de las cuentas relacionadas con el accionar evasor del banco HSBC.
Según cálculos oficiales, el monto total de capitales fugados de nuestro país es de alrededor de 200 mil millones de dólares, pero hay investigaciones que llevan la cifra hasta los 400 mil millones de dólares. Para tomar dimensión de estas cantidades vale la pena tener en cuenta que la demanda del fondo buitre NML de Paul Singer, que tiene en jaque al Estado nacional en los principales mercados de crédito, es “solamente” por 1300 millones de dólares.
Es decir que lejos de ser un factor de desarrollo económico y de mejoramiento de las condiciones de vida de nuestro pueblo, las ganancias de nuestra burguesía van a parar a los paraísos fiscales.
El segundo hecho es la realización de un nuevo encuentro del Foro de Convergencia Empresarial, que es el instrumento que encontró una buena parte del poder económico para intervenir en la escena política del final de la etapa kirchnerista.
Como venimos analizando en esta columna, se trata de un reagrupamiento del pensamiento neoliberal con el objetivo de darle letra al próximo presidente, bajo la convicción que expresó el director general de Swiss Medical: “Estamos seguros de que va a haber un cambio en el próximo gobierno, incluso si triunfa el oficialismo”.
Los empresarios van preparando el terreno para que después de muchos años vuelva a asentarse con firmeza en la Casa Rosada la idea de que “la Constitución Nacional reserva un ámbito propio para lo privado, lo peor que puede pasar es que la discrecionalidad del poder se introduzca en ese ámbito”. Así lo manifestó literalmente Jaime Campos, presidente de la Asociación Empresaria Argentina que entre otros integran el Grupo Clarín y Techint.
Esta vez fue en la sede de la Universidad Católica Argentina, y contó con la bendición del presidente de la Conferencia Episcolpal Argentina, José María Arancedo, así como con la asistencia de los principales presidenciables de la oposición: Massa, Macri, Binner, Cobos y Sanz.
Tanto la evidencia de la fuga de capitales y la millonaria evasión como el Foro de Convergencia Empresarial expresan la conclusión que sacó la burguesía nacional realmente existente de su experiencia de la década kirchnerista: en lugar de integrarse a una estrategia de desarrollo de un “capitalismo en serio” lo que busca es desembarazarse del control del Estado para poder seguir acumulando y fugando sus ganancias.
Como en el restos de los países de nuestron continente, el lobby empresario buscará una candidatura presidencial que pueda disputar las elecciones y aplicar este programa. A eso se reduce la interna de la oposición. Pero la excepción argentina es que al interior del oficialismo los empresarios también depositan expectativas en el principal candidato: Daniel Scioli. Cuesta creer que este será el desenlace político después de todo lo que pasó durante la década, pero por ahora todos los indicios conducen hacia ese desenlace regresivo.
Por otra parte, los distintos sectores del campo popular todavía no aciertan a convocar un “Foro de Convergencia Popular” donde construir una propuesta unitaria propia para intervenir en las elecciones y poner en la agenda pública la posibilidad de un gobierno popular que convierta en proyecto por la positiva la justa desconfianza hacia el poder económico.
@ulibosia
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