24 octubre, 2014
La influencia del Mundial en el fútbol argentino
Las voces se suceden una tras otra hasta volverse un coro prácticamente unánime: estamos ante el mejor torneo de los últimos años en el fútbol argentino. Luego de 12 fechas, con el importante liderazgo de River pero también con otras propuestas audaces y vistosas, la imagen del campeonato doméstico ha girado en 180 grados.

Las voces se suceden una tras otra hasta volverse un coro prácticamente unánime: estamos ante el mejor torneo de los últimos años en el fútbol argentino. Luego de 12 fechas, con el importante liderazgo de River pero también con otras propuestas audaces y vistosas, la imagen del campeonato doméstico ha girado en 180 grados respecto a las opiniones que teníamos poco tiempo atrás. ¿Qué pasó en el medio? ¿Cómo llegamos a que Godoy Cruz-Tigre un miércoles a la tarde tenga 7 goles y un par de cambios en el marcador que volvieron vibrante a un duelo “menor”?
Creemos que hay varios motivos. Para empezar, coincidimos en el diagnóstico: los partidos que observamos son más atrayentes, se piensa más en el arco de enfrente que en el propio, hay mayores niveles de juego asociado y menores niveles de amarretismo a la hora de ejecutar las ideas de los entrenadores. Precisamente por acá podemos arrancar: hay una renovación generacional importantísima entre los técnicos.
Esto implica, de mínima, dos fenómenos que no necesariamente están asociados con los desempeños que vemos domingo a domingo, pero que desglosados tienen mucho que ver: 1) una mejor “llegada” a los jugadores producto de la menor distancia etaria que existe entre unos y otros; 2) los espejos en los que se miran estos renovadores son distintos a los de la vieja guardia que les va dejando paso.
El primer punto aparece como vital a la hora de pensar en el convencimiento con que se ejecutan las ideas. Sean éstas mejores o peores desde un punto de vista muy subjetivo, la cuestión es que los jugadores de muchos equipos donde se ha experimentado esa renovación compran esos mensajes con entusiasmo, más allá de si los resultados son más o menos favorables. Se nota, sobre todo si uno lo compara con las últimas etapas de otros DT ilustres (Merlo, Basile, Bianchi, Gallego) que con similares planteles les costó romper una brecha a la cual es difícil adaptarse.
En cuanto al segundo, los Gallardo, los Arruabarrena, los Cocca o los Almeyda se formaron con la mira en Europa, donde Guardiola, Mourinho o Jurgen Klopp (por nombrar algunos ejemplos) generaron pequeñas revoluciones tácticas en el último lustro que se erigen en modelos. Si de entrenadores argentinos hablamos, Marcelo Bielsa parece ser un faro, aunque muchos lo alaben discursivamente sin llegar a aplicar en cancha sus propuestas. La dicotomía Bilardo-Menotti ya venía bastante gastada y los ilustres que mencionamos no generaron escuela, con la excepción de Bianchi que hoy observa en la comodidad de su sillón como varios de sus dirigidos ponen en práctica algunas de sus enseñanzas y lo reivindican.
¿Qué proponen esos DT’s en este torneo? Proponen, como decíamos en un inicio, un fútbol más audaz. Algunos con más equilibrio táctico, otros más osados. El River de Gallardo lleva la batuta conjugando belleza y resultados, pero no se quedan atrás Lanús -con un plantel más estable y una naturaleza ofensiva que Guillermo lleva en su ADN-, el Racing de Cocca, un entrenador que ya había demostrado credenciales en Godoy Cruz y sobre todo Defensa y Justicia, o el Banfield de Almeyda, un equipo tan elogiado y a la vez con muy flojos resultados en estos primeros meses luego del retorno a Primera.
Aquí observamos un caso muy especial y que deja varias aristas para analizar: ¿estamos ante un cambio de mentalidad donde el resultado importa menos o es una excepción a la regla? Efectivamente el equipo del Pelado tiene uno de los planteos más generosos con el espectáculo pero no logra convertir todo lo que genera. Es decir, su déficit ofensivo luego lo paga bastante caro y por eso pierde más de lo que gana. Pero hoy es digno de los mayores elogios inclusive del entrenador de la Selección Argentina, Gerardo Martino.
Y aquí aparece otro de los puntos por los cuales este torneo es más lindo de ver: no hay descensos. Si en anteriores torneos la disputa por ver quién bajaba era más atractiva que la lucha por el título (con equipos entremezclados en ambas), en este campeonato esa decisión de la AFA -estructuralmente indigna de algún tipo de alabanza- ha logrado que las propuestas conservadoras tengan menos sentido, que las presiones existentes se hayan liberado.
Quizás también por eso surge un elemento ausente en el último tiempo: la paciencia. Sólo dos técnicos se fueron en estas doce fechas: Bianchi en Boca y Alegre en Tigre, dos casos diferentes pero con la coincidencia de un desgaste que venía de arrastre. Por eso se aguanta a Quatrocchi en Quilmes en su primera experiencia como DT, se coloca el pulgar para arriba para los vistosos Almeyda y Darío Franco -el más bielsista de los 20- o se resisten los embates a Cocca en un club tan acostumbrado a los volantazos como Racing. Los “saca puntos” que supieron estar en el centro de la escena hace muy poco andan por otros lares: Falcioni en Chile y Caruso en la B Metro. La excepción es Gustavo Alfaro, cuyos primeros pasos en Tigre le mantienen vivo el rótulo. Queda la incógnita como resultará el año que viene en un torneo muy distinto a lo acostumbrado donde volverán los descensos y habrá 10 equipos nuevos.
Finalmente, parecería adentrarse en el plano local el efecto mundialista. Son mayoritarias las miradas -y adscribimos a esa consideración- que señalan a la reciente Copa del Mundo como la mejor en mucho tiempo, sobre todo con una primera ronda de ensueño. En esta nota a propósito de la tempranera eliminación de España marcábamos que la semilla sembrada por el buen fútbol de La Roja estaba haciendo efecto en diversos equipos. Y cerrábamos con un vaticinio: “Brasil 2014 ya se vislumbra como un Mundial a ser recordado no por ningún experimento de laboratorio, sino porque muchos equipos se plantean ser ofensivos para conseguir sus objetivos”.
Todo indica que, a 7 fechas del final, el Torneo de Transición no sólo va a ser recordado por un nombre que cierra una etapa y abre otra -con todas las lamentables apreciaciones sobre esa modificación- sino por esas ideas que consiguieron que un miércoles a la tarde nos digan que juegan Godoy Cruz contra Tigre y nos den ganas de verlo.
Sebastián Tafuro – @tafurel
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