Géneros

17 septiembre, 2014

Caso Melina Romero: Al periodismo le falta periodismo

El femicidio de Melina Romero irrumpió en la agenda mediática y junto con él las barbaridades del periodismo morboso y machista.

El femicidio de Melina Romero irrumpió en la agenda mediática y junto con él las barbaridades del periodismo morboso y machista.

“Una fanática de los boliches, que abandonó la secundaria”. Así tituló el diario Clarín un perfil de Melina Romero, de 17 años, publicado el 13 de septiembre pasado. En las redes sociales, en organizaciones políticas, sociales y feministas, y articulaciones de periodistas con perspectiva de género, el rechazo y repudio fue casi inmediato.

Falta periodismo

Se podría afirmar que cada vez que muere una mujer, muere un poco más el periodismo. Al menos el viejo. Se expone, irrumpe con toda su morbosidad y deshumanización y es, al mismo tiempo y de a poco, cada vez más rechazado.

El artículo de Clarín (publicado sin firma) es un claro ejemplo.

En cualquier manual de periodismo describirían a un perfil como algo similar a “dibujar a una persona con palabras”. En este tipo de artículos se propone realzar algunas características de la persona a retratar para construir un relato casi literario, descriptivo pero cargado de información, con un determinado enfoque. En ningún manual indica cómo seleccionar los elementos a destacar ni qué criterios se deben usar.

Es que el periodismo es una disciplina integral. Los y las trabajadores de prensa nos hacemos de las técnicas correspondientes a cada tipo de nota pero les imprimimos un bagaje de conocimientos, miradas, valores y posicionamientos políticos. Así, la decisión de escribir que “se levantaba todos los días al mediodia” o que “se hizo cuatro piercings”, podrían parecer detalles inocentes en otro perfil, en otro contexto.

Pero quien escribió (y quien editó y decidió publicar la nota) lo hizo en un contexto determinado. Desde el 23 de agosto que Melina Romero está desaparecida y en los últimos días el caso tomó conocimiento público dado que uno de los acusados por su asesinato confesó haber participado del crimen. Vale recordar que todo indica que el femicidio fue cometido por un grupo de varones tras su negativa a tener relaciones sexuales con el conjunto. Es decir, ya de por sí, el caso es un ejemplo de violencia de género y, de encontrarse el cuerpo y determinarse con certeza el asesinato, estaríamos frente a otro caso de femicidio, precedido por violencia sexual.

Como si eso fuera poco, a Melina la siguen bastardeando y golpeando cuando todo indica que su cuerpo yace ya sin vida. Los medios le dan palos, la acusan, la revictimizan. “No tiene rumbo” y le gusta salir. No trabaja y duerme hasta el mediodía. Palos, golpes y un nuevo femicidio, esta vez simbólico, que se comete sobre ella.

Maximiliano Montenegro en  «La vida de Melina y el periodismo sin rumbo» lo grafica a la perfección: «Desde el viernes, cuando el caso trascendió luego de 20 días y la búsqueda policial se tornó ‘seria’, los adjetivos calificativos sobre Melina fueron apareciendo y replicándose en las voces anónimas al compás de un abordaje periodístico (televisivo, radial y gráfico) que direccionó su interés en la conducta, la moral y los valores de la víctima. Todo eso, que andaba flotando aquí y allá, confluyó en la nota citada, donde alguien nos dice de manera contundente que ‘la vida de Melina no tiene rumbo’. Sin dudas, ni matices».

Falta perspectiva de género

En Llevalo Puesto, de FM La Tribu, la periodista y psicóloga Liliana Hendel reflexionó sobre el tratamiento mediático de este caso: “De ninguna manera voy a pensar que esto se le escapó a alguien. Lo que todavía se le escapa al periodismo en los distintos medios es el machismo, la misoginia”.

Sobre la nota ya citada del diario Clarín, Hendel, que además es miembro de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género (RIPVGA), la calificó como “escandalosa”. “Hablar del piercing, hablar de que ella dejó de estudiar para bolichear, más allá de que tal vez sean anécdotas reales, es victimizar a quien acaba de ser asesinada”, dijo. Y afirmó también: “Es realmente una falta de ética periodística importante y algo que se reitera en la cobertura de femicidios”.

La periodista consideró a la nota como “disciplinadora”, al de alguna forma justificar el femicidio con los detalles de la “vida sin rumbo” de la joven y querer mostrarla como ejemplo. Cuestionó también, en el mismo sentido, cómo se incorpora la idea de “familia” en el artículo: “La familia ideal existe en la cabeza de mucha gente, aunque la realidad haya demostrado con creces que no solo no existe, sino que nunca existió, porque las peores cosas para mujeres, niñas y niños han sucedido en el seno de lo familiar”. Hizo hincapié también en el abordaje de la figura del padre, que según la nota “tiene poco contacto” con Melina y sus hermanos: “Eso es abandono de menores y hay que decirlo así”.

Como Hendel reconoció, en los últimos años se ha avanzado en el tratamiento mediático con perspectiva de género, pero aún falta mucho camino por recorrer.

“Hace unos años de estos temas no podíamos hablar, no llegaban a los grandes medios. Hoy hay mucha más conciencia de que un femicidio es un hecho grave, que nadie merece ser asesinado/a, no importa cómo se vista, no importa cuanto tatuaje tenga, cuanta sustancia tóxica hubiera o no consumido. Nadie debería ser ni golpeada ni atacada. Menos por su condición de género”.

“Hasta que no se incorpore la mirada de género en el periodismo, en la academia, en las escuelas de periodismo, estamos en déficit”, planteó. Y concluyó: “Todavía se considera a este un tema de mujeres, y es un tema de derechos humanos, de democracia”.

Julia de Titto – @julitadt

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