16 septiembre, 2014
Inundaciones en Buenos Aires complican el panorama del trigo, pero no el político
Se estima que son un millón y medio de hectáreas las que se encuentran afectadas. Paradójicamente, en un año dónde la siembra del trigo había crecido, hay incertidumbre sobre cual será la producción final del cultivo nacional.

En un principio no parecieron un problema real, pero de a poco las lluvias regulares fueron generando anegación en los campos de la zona del sudeste de Buenos Aires. Hoy se estima que son un millón y medio de hectáreas las que se encuentran afectadas por la inundación. Paradójicamente, en un año dónde la siembra del trigo había crecido, nuevamente hay incertidumbre sobre cual será la producción final del cultivo nacional. También se ve afectada la producción de leche y carne.
¿Qué es la emergencia agropecuaria?
A raíz de las fuertes lluvias, que superaron un 80% de los registros históricos, el gobernador Daniel Scioli declaró la emergencia agropecuaria en 54 partidos de la provincia de Buenos Aires.
La emergencia agropecuaria es una situación de excepción creada por la Ley 26.509 del año 2009. Entre otras cosas, habilita a diferir pagos de créditos con la provincia, reprogramar y en algunos casos exonerar del pago del impuesto inmobiliario. También permite transferir fondos del Estado a las regiones afectadas para solventar situaciones de emergencia para «asistir técnica y financieramente a los productores para restablecer la capacidad financiera, productiva y económica».
Es detrás de esta zanahoria que por estos días estuvieron corriendo algunos representantes de los asociaciones agropecuarias.
La antesala mediática de la inundación
Antes de ser real en los campos, las inundaciones fueron reales en los medios. TN informó durante varios días de corrido desde hace dos semanas atrás que la zona rural Buenos Aires se encontraba bajo el agua.
¿Pericia del pronóstico o deseo concedido por la suerte? Es difícil saberlo. Lo cierto es que en medio de una confusión técnica muy grande (se llegó a informar que había 14 mil hectáreas y 14 millones en varios programas -los dos números son totalmente ridículos-), los medios también jugaron para ver si la chispa podría encender algún fuego.
Y algo hubo: una reunión de la ex mesa de enlace en Bolívar, de unos doscientos productores. Algunas protestas mediáticas de referentes de las organizaciones de productores agropecuarios, que aprovecharon para criticar la Ley de Abastecimiento. Y no mucho más. Hasta ahora la pólvora sigue mojada y el panorama político agropecuario es de aguas aún calmas, aunque en lo productivo den ganas de llorar.
¿Cuál es la situación real de los cultivos hasta ahora?
Cuando se corre el velo de las exageradas intervenciones oportunistas de representantes rurales, se pueden observar algunas realidades concretas. El exceso hídrico ha afectado principalmente a los partidos del sudeste de Buenos Aires, la principal zona triguera del país. Y lo ha hecho en momentos dónde sólo se llevaban algunas semanas de la siembra fina (trigo y cebada).
Esto produjo que miles de hectáreas quedaran superficialmente bajo el agua, comprometiendo el desarrollo del cultivo. Si bien no hay números precisos de las pérdidas se estima que alrededor del 40% del área de trigo se encuentra entre perdida y afectada. Esto se da en un contexto donde, paradójicamente, la Bolsa de Comercio de Rosario estimaba que la superficie triguera había aumentado respecto del año pasado.
En un esquema donde los costos son crecientes y el precio de los principales cultivos nacionales (soja y maíz) se encuentra en caída libre, algunos productores se vuelcan al trigo para disponer de liquidez antes de la siembra gruesa. Otros, recuerdan el episodio de carestía vivido a mediados de este año y especulan el efecto que la oferta reducida tendrá sobre el precio.
Conjunto a las consecuencias negativas en el trigo, también se vio afectada la producción de leche y carnes. Esta última ya venía sufriendo el desborde del Río Salado desde hace aproximadamente un mes atrás, en un contexto general de depresión del sector. Si la situación de la carne no se revierte, no sólo se espera que se confirme el aumento de las últimas semanas, sino que vuelva a producirse una alza de precios.
Las consecuencias en el cultivo de trigo, de confirmarse las pérdidas estimadas, serán trascendentes. Ya la caída histórica de la superficie triguera habilitó un enorme incremento de las harinas y por lo tanto, del pan. Vivimos un episodio que recordó a los abuelos la carestía histórica de trigo del primer gobierno de Perón.
El tema generó preocupación en el gobierno pero pocas acciones concretas para promocionar la siembra triguera. Mucho menos preocupó a los productores cuyo principal interés es obtener margenes que les permitan seguir produciendo y disfrutando del estándares de vida superior que mantienen los dueños de la tierra y sus explotadores. Queda pendiente esta semana para mirar el cielo. Algunos lo mirarán con preocupación. Otros esperando la tragedia que les permita sembrar cizaña.
Gabriel Gallego
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