Deportes

15 septiembre, 2014

Una despedida que permite soñar

Bajo el mando del exitosísimo Julio Velasco, Argentina comenzó mal el Mundial de Vóley, pero se despidió con dos victorias ante potencias que permiten ilusionarse con dar el salto de calidad que hace años se está buscando.

Bajo el mando del exitosísimo Julio Velasco, Argentina comenzó mal el Mundial de Vóley, pero se despidió con dos victorias ante potencias que permiten ilusionarse con dar el salto de calidad que hace años se está buscando.

La tumultuosa salida de Javier Weber de la dirección técnica de la Selección Argentina de vóley, a fines de 2013, luego de algunos malos resultados y una serie de problemas internos en el vestuario, pareció el punto más bajo de los últimos años de este deporte en el país. Sin embargo, se convirtió en una posibilidad: permitió que Julio Velasco, quizás el más exitoso técnico de la historia, dirigiera finalmente al equipo de su país.

Velasco, que había integrado el cuerpo técnico del entrenador coreano Young Wan Sohn, con el que logró el bronce en el Mundial de 1982, disputado en Argentina, debió antes de cerrar el acuerdo desvincularse de la Selección de Irán, con la cual realizó un trabajo titánico durante tres años que puso al equipo persa en la élite mundial de un deporte en el cual nunca había figurado.

El entrenador argentino tiene un currículum brillante y casi inabarcable: con el seleccionado italiano logró dos Campeonatos Mundiales, cinco Ligas Mundiales, tres Campeonatos Europeos y fue plata en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. A nivel de clubes fue tetracampeón metropolitano con Ferro, tetracampeón de liga y tricampeón de copa en Italia con Modena.

El contrato se firmó a fines de febrero, pero Velasco recién comenzó a trabajar con el plantel en mayo, cuando comienza la ventana de selecciones, con la disputa de la Liga Mundial. Allí realizó una digna actuación para el poco trabajo previo, terminando con 8 victorias y 4 derrotas (3 de ellas ante Francia y una ante Alemania), lo cual significó ocupar la 13ª posición, la más baja de los últimos cinco años.

Ya con más preparación llegó al Mundial de Polonia, con un plantel liderado por el armador Luciano De Cecco y el punta Facundo Conte, que mantuvo la base de Weber pero con dos apuestas importantes: la aparición de José Luis González como opuesto, posición determinante en la que Argentina tuvo problemas durante el ciclo anterior, y la de Sebastián Closter como líbero.

En la primera fase el equipo albiceleste no logró evadir la lógica: triunfos claros sobre Venezuela, Camerún y Australia, y derrotas igualmente desparejas ante Serbia y Polonia. De la misma manera, aunque ganó el primer set no pudo superar a Francia y, finalmente, cayó 3-0 con Irán, justamente la criatura de Velasco. Hasta allí, una actuación mediocre al borde de ser calificada como mala. Sin embargo, el cierre del torneo dejó dos excelentes noticias: primero la victoria contra Italia, ciertamente un equipo disminuido pero potencia histórica del vóley mundial, y luego, el triunfazo 3-2 ante Estados Unidos, último campeón de la Liga Mundial. Así, el récord final marca 5 victorias y 4 derrotas para ocupar el 11º puesto.

Esos triunfos de despedida permiten mirar el futuro con otros ojos. Esta potencial “generación dorada” del vóley argentino, destinada a ponerse a la altura de aquella de Hugo Conte y Waldo Kantor en los ’80, si bien logró reinsertar a la Selección -que venía de graves problemas institucionales que implicaron la refundación de la Federación- en la élite mundial, tuvo como máximo éxito el cuarto puesto en la Liga Mundial de 2011. Allí, cuando Facundo Conte tenía 22 años y De Cecco 23, debió comenzar un salto de calidad que nunca llegó a darse.

Ahora, los cañones apuntan primero a la Liga Mundial y el Preolímpico del próximo año, y luego, a los Juegos Olímpicos de Río 2016. Para la cita en Brasil, las estrellas del seleccionado estarán alcanzando la madurez definitiva de su carrera. Julio Velasco, el mito, tendrá dos años más de trabajo. Será una de las últimas oportunidades. En Polonia, Argentina demostró que tiene con qué.

 

Nicolás Zyssholtz – @likasisol

 

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