Medio Oriente

11 agosto, 2014

Historia del conflicto palestino-israelí (parte 3)

Tercera entrega de la serie de notas que abordan el proceso histórico del conflicto palestino-israelí que va desde los años previos a la creación del Estado de Israel hasta el siglo XXI.

Tercera entrega de la serie de notas que abordan el proceso histórico del conflicto palestino-israelí que va desde los años previos a la creación del Estado de Israel hasta el siglo XXI.

La OLP, el nuevo gran enemigo

Como veíamos en la anterior entrega, la derrota de los países árabes en la guerra de 1967 hace que estos abandonen el rol de responsables directos de la causa de liberación palestina. Dicha responsabilidad, recae así en manos de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Nacida en 1964 en Egipto la OLP se compone de múltiples y diversas tendencias, algunas más radicalizadas y otras más moderadas y pragmáticas. Todas coincidían en aquellos tiempos fundacionales en sus objetivos (la liberación de toda la Palestina histórica). Sin embargo diferían en sus métodos: casi todas apoyaban la guerra de guerrillas contra el ejército de ocupación. Otras más radicalizadas, aprobaban incluso el uso del terrorismo, es decir, el ataque a blancos civiles. Por último, hubo un sector que enfatizaba la importancia estratégica de la diplomacia y se mostraba permeable a una solución negociada: el partido Fatah, conducido por Yasir Arafat, quien asumirá el liderazgo de la OLP desde 1969.

La OLP y Arafat fueron ganando notoriedad y reconocimiento a nivel mundial. A pesar de la elección del terrorismo por algunas de sus facciones y del rechazo absoluto de Israel a la legitimidad de sus reclamos de independencia, la ONU había decidido reconocer en 1974 a esta organización como la voz legitima de los palestinos, permitiéndole el ingreso como delegación observadora. En ese año, Arafat dio un discurso histórico, en el que afirmó estar dispuesto a negociar una salida pacífica.

En septiembre de 1970 se produce una de las mayores tragedias en la historia de los palestinos: el llamado «Septiembre negro». La mala relación entre el rey de Jordania, políticamente conservador y aliado a occidente, y los palestinos, (hostilidad potenciada por la cantidad de exiliados llegados a Jordania con el fin de la guerra de 1967), estallará en conflicto abierto. Con la intención de neutralizar la amenaza que la OLP significaba para su propio reinado, el monarca desencadenó una serie de ataques en los campos de refugiados palestinos que costaron la vida de unos 20.000 palestinos.

La masacre contó con la colaboración israelí y estadounidense, que bloquearon el paso de tropas sirias que marchaban en apoyo a las fuerzas palestinas. El conflicto significó además la primera expulsión de la OLP y de su liderazgo, desde el territorio jordano, hacia el Líbano.

La última gran guerra y el nacimiento de los colonos

En octubre de 1973, en un intento de los nuevos gobiernos de Egipto y Siria de recuperar para sus países el honor mancillado en la derrota de 1967, se inicia la guerra comúnmente denominada como «de Yom Kippur”. Esta contienda de tan solo 20 días volverá a tener como vencedor militar a Israel, pero en esta ocasión, con tal cantidad de pérdidas humanas, que fue vivida por los israelíes como una derrota.

Los países árabes lograron por el contrario restablecer cierta idea de equilibrio en la relación de fuerzas de la región, y demostraron a occidente un arma desconocida hasta el momento: la capacidad de extorsión que le proporcionaba contar con las reservas más numerosas de petróleo en el mundo, ya que el embargo petrolero aplicado a los países occidentales fue fundamental para forzar una salida exitosa de la guerra.

Israel comprendió que la invencibilidad de su ejército era solo una ilusión. Así comienza en 1974 una serie de negociaciones secretas con Egipto, para intercambiar territorios ocupados por un tratado de paz.

Mientras tanto, cuando estos rumores de negociaciones se hicieron públicos, un fenómeno hasta entonces marginal toma toda una nueva dimensión: el movimiento colono. Nacido formalmente en 1974 bajo el nombre de “Gush Emunim” o “Bloque de los fieles”, su principal idea era el carácter sagrado del Estado de Israel, de la empresa sionista y el derecho irrenunciable, otorgado por Dios a los judíos sobre toda la “Gran Israel”, es decir, el territorio comprendido entre los ríos Nilo y Eúfrates, además de la imposibilidad de devolver ni una sola milla de los territorios “liberados” en el 67.

El movimiento procedía construyendo ilegalmente en estos territorios colonias precarias de viviendas rodeadas por una reja de seguridad. Lo hacía lo más lejos posible de la frontera, aplicando un concepto que el sionismo ya había utilizado con anterioridad a 1948: la idea de que el establecimiento de civiles iría constituyendo “hechos consumados” y complicando o imposibilitando concesiones territoriales en el futuro.

El Estado se comportaba frente a los colonos de manera aparentemente ambigua. Al principio intentaba desalojar por la fuerza las colonias, por los problemas legales, políticos y diplomáticos que estas le traían. Sin embargo, a partir de 1977, con la llegada al poder por primera vez en la historia del derechista partido Likud, la actitud fue, casi siempre, o bien de una cómplice negligencia o una abierta colaboración (realizando obras públicas, otorgando incentivos fiscales y protección militar). Incluso, a veces, era el Estado mismo el que tomaba y construía nuevas colonias.

La guerra y la Paz: de Camp David al Libano

En 1975, la adopción de la resolución 3379 de la ONU, que declaraba al sionismo como una ideología racista, encendió la alarma del poder político israelí sobre un creciente aislamiento diplomático. Es por eso que, en 1978, con el auspicio de Estados Unidos, se firman los históricos Acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto.

Israel accede a la devolución de la Península del Sinaí, incluso al precio de un violento desalojo de los colonos que allí vivían. Respecto al otro territorio conquistado por Israel a Egipto, la Franja de Gaza, este último renuncia a su soberanía ya que en el acuerdo figura, como uno de los puntos, la creación futura, allí y en Cisjordania de un «régimen de autogobierno civil palestino”. No se menciona sin embargo expresamente la posibilidad de crear un Estado.

El resto de los Estados árabes, y los palestinos, vieron este acuerdo como un acto de traición del presidente Sadat que, en 1981, sería asesinado por un militante islamista. En dicho año precisamente, Israel anexó por ley los Altos del Golán, conquistados a Siria.

Envalentonado por esta victoria diplomática, el gobierno israelí, con la excusa de detener los ataques provenientes del sur del Libano, decide perseguir a los lideres de la OLP en este país que en 1975 se encontraba en una guerra civil entre sectores cristianos y musulmanes.

En solo una año, llega hasta las puertas de la capital Beirut y obliga a las autoridades de la OLP a un nuevo éxodo, esta vez, mucho más lejos: Túnez. En el camino, una nueva tragedia para los palestinos se produjo en Sabra y Chatila cuando las fuerzas libanesas cristianas, ante la mirada indiferente del ejército israelí, asesinaron a unos 600 civiles que vivían en los campos de refugiados.

La producción de una paz imposible

Israel dedicó el período reseñado en el presente artículo a perseguir a la OLP. Negándose a reconocer la legitimidad de sus reclamos, tachándola en bloque como terrorista, perpetrando una guerra total que incluía persecuciones, censura y arrestos por parte del gobierno colonial en los territorios ocupados, e invasión de países vecinos con el objetivo de asesinar a sus líderes, Israel tuvo éxito y a la vez, fue el autor de su propia tragedia.

La OLP, exiliada en Túnez, dividida y debilitada, iría perdiendo apoyo y peso entre los palestinos. Israel prácticamente liquidó a la única organización dispuesta a negociar una solución pacífica y favoreció el auge de posiciones más radicalizadas. La “intifada” o “levantamiento” de 1987 en los territorios ocupados, que veremos la próxima entrega da cuenta de esta situación.

Mientras tanto, y en el mismo sentido, el drama que representan los colonos judíos en territorios ocupados no paró de crecer. Desde entonces, casi nadie en la política israelí osó jamás enfrentarlos. Todo lo contrario, la derecha se fue convirtiendo cada vez más dependiente, electoral y políticamente de esta nueva clase social, lo que constituye uno de los principales escollos que traban cualquier negociación.

 

Joaquín Zajac – @joaquinitoZ

 

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