Fútbol

2 julio, 2014

Pare de sufrir

Primero hay que saber sufrir… Como bien dice el tango, aunque reformulado en su letra, Argentina en la Copa del Mundo está atravesada por el sufrimiento para luego festejar y seguir avanzando.

Primero hay que saber sufrir… Como bien dice el tango, aunque reformulado en su letra, Argentina en la Copa del Mundo está atravesada por el sufrimiento para luego festejar y seguir avanzando.

Con un gol de Angel Di María a 3 minutos del final del suplementario, el conjunto de Sabella se deshizo con lo justo de una Suiza tan mezquina como peligrosa y ya está entre los 8 mejores al igual que en los últimos dos Mundiales. Una vez más no sobró nada, pero el triunfo es más que merecido y debería haber sucedido sin tanta angustia.

Aunque desde la mayoría de la prensa deportiva local se enfatiza lo que falta o el hecho de que se le ganó a “rivales menores” (sería interesante la explicación de esa definición frente a lo que se está observando diariamente en Brasil), acá nos plantamos con otra óptica: Argentina fue superior a Suiza, intentó por diversos caminos la llegada al gol y experimentó mejoras colectivas respecto al duelo con Nigeria.

Si con Irán fue más que con Bosnia y con Nigeria creció comparado con el duelo ante los asiáticos, el martes se dio un paso más en una evolución lenta pero sostenida del nivel de juego. ¿Falta? Sí. Pero da la sensación que ni aún festejando el 13 de Julio aflojará el cuestionamiento purista a un seleccionado que no es menos que nadie.

El primer dato es que Argentina prácticamente no tuvo titubeos en su dominio, con la excepción del primer tiempo suplementario. Tener la pelota no es dominar pero sí lo es saber moverla, distribuirla criteriosamente y buscar los huecos de una defensa cerrada. En ese sentido, el conjunto albiceleste supo ser paciente y sobre todo en el segundo tiempo fue abrumador su control del juego, generando las mejores situaciones y convirtiendo en figura al arquero Benaglio. Más allá de las fallas a la hora de la definición, el lenguaje futbolero indicaría que “no quiso entrar”.

También hubo evoluciones individuales. Lo de Marcos Rojo en la defensa ya superó la sorpresa para convertirse en una verdad irrefutable: el pibe le pone unas ganas y una determinación que conmueven. Además ha sido bastante certero con la pelota en los pies y ante Suiza cortó muchas pelotas supliendo déficits posicionales de los centrales. Debido a la segunda amonestación que sufre en la Copa, será baja contra Bélgica. Paradójicamente si evaluamos las duras críticas que recibió pre Mundial (de las que todos nos tenemos que hacer cargo), el sábado se lo extrañará.

En la mitad de cancha, Javier Mascherano apareció como un estandarte fundamental para empujar al equipo en base a un corazón enorme y una garra histórica que nunca lo abandona. El capitán sin cinta es emblema. Imposible no admirarlo y al mismo tiempo no tener compasión por una tarea tan solitaria como ingrata. Porque puede desvivirse, luchar hasta el final, trabar con la cabeza y que el asunto no salga bien. Es alguien que siempre merece irse ganador.

El hombre que completa la tríada de seres terrenales (lo excluimos a Lionel) que mereció el aplauso y que expresan en sus actuaciones el progreso del conjunto es Ángel Di María. Errático por momentos, nunca dejó de intentar ese desnivel que cortara el sufrimiento que se vivía en San Pablo y en Argentina. Y cuando menos energía quedaba, él estaba intacto pidiéndola, rematando y apareciendo para decorar en la red esa asistencia brillante de Messi.

Como lo hizo en la final de la Champions, el «Fideo» se puso el equipo al hombro y terminó siendo el heroe máximo. Ya con Nigeria había expresado una mejoría, el martes terminó por resaltar su condición de crack, imprescindible para que la Selección tenga más volumen de juego.

Por supuesto que hay cosas en el debe y no son menores. La defensa sigue en el ojo de la tormenta aunque pareció más compacta como bloque. Sin embargo Federico Fernández continúa muy flojo y Zabaleta volvió a sufrir a sus espaldas. Gago pese a su entrada salvadora contra Bosnia volvió a su nivel pre Mundial: pésimo. Si Sabella tomara nota, Biglia debería relamerse para estar entre los 11 el sábado. El rótulo de «mejor socio de Messi» se desvanece aceleradamente. En la delantera, comandada por el todopoderoso, Higuaín exhibió otra preocupante tarea, ausente del juego (una para él: no lo buscan tanto como ameritaría semejante 9 de área) y con muchas dificultades físicas.

Suiza no sorprendió. Planteó un esquema conservador, aunque con salida limpia y rápida más la habilidad de Shaqiri se encargó de complicar a Argentina. Sobre todo en el primer tiempo donde Romero tuvo un par de acertadas respuestas más una que dudó mucho pero salió bien.

En la segunda parte, el predominio albiceleste fue notable y los de Hitzfeld se acovacharon entre las manos de Benaglio y a la espera de errores argentinos. El regreso helvético cuando soñábamos algo similar a lo de Alemania – gol en el arranque del suplementario – fue cuando comenzó el tiempo extra y de repente Argentina frenó sus embates. Para el final, quedará en la memoria el cabezazo en el palo de Dzemaili, el rebote fallido y el tiro libre en el borde del área de Shakiri en esos inexplicables 5 minutos de adición que otorgó el multimillonario Eriksson.

Se viene Bélgica. Un equipo interesante, señalado por “la cátedra” como la posible revelación de la Copa y que hasta el momento ha cumplido con las expectativas por lo menos a nivel de resultados. Avanza el Mundial y nadie descolla. Colombia posiblemente sea el que mejor ha jugado, mientras que Costa Rica es el impacto entre los 8. Todos los ganadores de grupo superaron, salvando la excepción cafetera, con muchísimo sufrimiento los obstáculos de octavos.

Podemos seguir exigiendo, está bien. Podemos pedirle al equipo que sea más creativo cuando los rivales se cierran, está bien. Podemos hacer historia contrafáctica y decir que Sabella armó mal la lista porque no hay reemplazos aceptables en algunos puestos, está bien. Podemos tirar la crítica buena leche y la de los agoreros de que somos los peores del mundo. Mientras tanto, ser pesimistas en el escenario en que nos encontramos no parece el mejor camino. Entre algunos indicios que aquí mencionamos más la observación de los otros 7 acompañantes de cuartos, ¿por qué no soñar con que es posible vencer nuestra maldición de cuartos? Allá vamos, Brasilia. Decime qué se siente…

 

Sebastián Tafuro – @tafurel

 

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas