Batalla de Ideas

30 junio, 2014

¿Excepción argentina?

Por Ulises Bosia. El martes pasado, el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli aseguró durante una entrevista en CN23 que «se lo subestimó a Kicillof” y respaldó la política de la presidenta sobre el tema de la deuda externa. La lógica detrás de los movimientos del principal candidato a suceder a Cristina.

Por Ulises Bosia. El martes pasado, el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli aseguró durante una entrevista en CN23 que «se lo subestimó a Kicillof” y respaldó la política de la presidenta sobre el tema de la deuda externa. La lógica detrás de los movimientos del principal candidato a suceder a Cristina.

El respaldo al ministro de Economía, en medio de las negociaciones con Griesa y los fondos buitres, sorprendió a propios y extraños, acostumbrados a que Scioli cultive un perfil diferenciado de los elementos del gobierno nacional más asociados con el cristinismo puro.

Además, consideró que con el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, tienen “una visión muy distinta de país” y que en consecuencia no ve ningún acercamiento electoral con él. Y finalmente se refirió a Sergio Massa, de quien aseguró que “tomó otro camino” y lo cuestionó por tener una “visión apocalíptica” del momento que atraviesa la Argentina.

En el marco de la carrera hacia las elecciones presidenciales del 2015, y dentro de un estudio de televisión de un canal cuya línea editorial es oficialista, este tipo de declaraciones no tiene nada de ingenuo.

Desde luego, no se trata de un giro del gobernador bonaerense, quien hace años construye trabajosamente un perfil de “continuador con cambios” del proyecto kirchenrista. Es decir, de alguien que pertenece al kirchnerismo, pero que tiene un pensamiento, un estilo de gestión y de hacer política propios.

Sin embargo, mediante un pantallazo por la situación política de otros países de América Latina, se entiende qué es lo que lleva a Scioli a hacer este tipo de declaraciones para no perder el anclaje en el kirchnerismo.

Un octubre electoral en el sur americano

En Brasil habrá elecciones presidenciales el 5 de octubre de este año. Dilma Roussef, la actual presidenta irá por su reelección y por el cuarto mandato consecutivo del Partido de los Trabajadores (PT), tras los dos primeros mandatos de Lula da Silva desde el año 2003.

Para ello deberá ganarle al senador socialdemócrata Aecio Neves del PSDB, en una disputa que reeditará la que fue ocurriendo en cada una de las elecciones presidenciales anteriores de nuestro siglo.

En Bolivia serán el 12 de octubre las elecciones presidenciales y en este caso también se perfila el actual gobernante Evo Morales como principal candidato para la reelección, junto con su vicepresidente Álvaro Gracía Linera. La oposición se encuentra fragmentada de una manera que recuerda el escenario argentino del 2011 en el que Cristina llegó al 54% de los votos.

Este binomio gobierna el país hermano desde el año 2006, y en el caso de ganar la contienda electoral su mandato llegará hasta el 2019.

Y en Uruguay será el 26 de octubre el día elegido para las elecciones presidenciales, en las que Tabaré Vázquez, el candidato surgido de la interna del Frente Amplio, es el mayor favorito para acceder a su segundo mandato personal y al tercero de la coalición progresista uruguaya.

A esto se suma por segunda vez la presencia de Michelle Bachelet en Chile desde su victoria en diciembre del año pasado, la reelección de Rafael Correa en Ecuador, también el año pasado, la reciente revalidación de Juan Manuel Santos en Colombia y la persistencia del chavismo tras la muerte de su líder mediante el gobierno de Nicolás Maduro.

Es decir que por un lado existe una notable tendencia a la continuidad en el gobierno en los distintos países de Nuestra América, en la que naturalmente también corresponde incluir al kirchenrismo.

Y por otro lado en la mayoría de los países de nuestro continente existe una polarización política y social con distintos grados de virulencia entre las fuerzas que responden a un ideario neoliberal revitalizado y las que surgieron tras el cambio de siglo con todas sus variantes y diferencias.

En ese contexto gobernará el próximo presidente.

En la patria chica

Siendo esto así, y teniendo en cuenta que es muy difícil abstraer el escenario nacional de la realidad continental en la que se enmarca, ¿es razonable que la presidencia se dispute solamente entre candidatos genéricamente “conservadores” como Scioli, Massa, Binner, Cobos o Macri, ninguno de los cuales reivindica con fuerza el proceso kirchnerista? ¿Ese panorama reflejaría a la sociedad argentina realmente existente?

¿Será entonces nuestro país el que marque una excepción con la polarización existente en América Latina, justo uno de los lugares donde esta división social se expresó con más beligerancia?

¿Traerán en cambio una sorpresa para encuestadores y analistas políticos los próximos meses, con el crecimiento de alguna de las opciones kirchneristas? Imposible saberlo, la realidad no siempre es racional y los esquemas a veces no ayudan a pronosticar lo que puede pasar.

Pero sin dudas las declaraciones de Scioli bancando a Kicillof y tomando distancia de Macri y Massa se deben a que el gobernador bonaerense toma nota de que si quiere ganar la elección presidencial el año que viene deberá ocupar en su propia manera ese espacio de continuidad y, sobre todo, impedir que crezca cualquier opción kirchnerista pura.

De otro modo es posible que el votante que quiera más cambio que continuidad opte por alguna de las variantes opositoras y el que quiera más continuidad que cambio por alguna de las variantes del kirchnerismo más apegadas a la letra oficial.

Como nunca, Scioli precisa reducir los niveles de polarización y que gane espacio su propuesta de moderación. La política actual del gobierno nacional lo ayuda en esa tarea. La voluntad de permanecer a toda costa en el poder político de una parte del aparato peronista también.

 

@ulibosia

 

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