Europa

30 junio, 2014

En Ucrania se está llevando a cabo una limpieza étnica

Con la complicidad y el silencio de los gobiernos y medios de comunicación occidentales, en el este de Ucrania se sigue llevando a cabo una guerra civil que tiene como trasfondo una limpieza étnica. La tregua declarada por el gobierno es incumplida por los grupos neonazis que lo apoyan.

Con la complicidad y el silencio de los gobiernos y medios de comunicación occidentales, en el este de Ucrania se sigue llevando a cabo una guerra civil que tiene como trasfondo una limpieza étnica. La tregua declarada por el gobierno es incumplida por los grupos neonazis que lo apoyan.

El gobierno ucraniano había decretado una tregua -que vence este lunes- en los combates que se suceden en el este del país desde hace meses. Sin embargo los grupos paramilitares neonazis como Sector Derecho y Sbovoda (verdad) que apoyan al gobierno han venido incumpliendo dicha decisión.

Estas organizaciones exigieron el domingo el fin del alto el fuego y una mayor represión en el sureste, durante una manifestación frente a la oficina del presidente Piotr Poroshenko en la capital de Ucrania.

Simón Semetchenko, jefe de la falange creada tras el golpe de Estado de febrero, demandó que se declare la ley marcial y que las organizaciones paramilitares sean autorizadas «a tomar medidas para eliminar» a quienes ellos llaman terroristas.

Por su parte el gobernador de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Pavel Gúbarev, denunció que las tropas movilizadas “en la limpieza étnica del sureste” atacaron con armas químicas a las autodefensas civiles en la aldea de Semionovka, cercana a Slaviansk (eje de los combates).

“Dos milicianos recibieron heridas graves (intoxicación por fósforo) y han sido enviados a Donetsk. Uno de ellos se encuentra en estado crítico”, confirmó el líder rebelde.

El gobernador popular añadió que el Ejército ucraniano bombardeó las afueras de Slaviansk “con cañones de 240 milímetros”. Las autodefensas de Donetsk denunciaron varios ataques durante el fin de semana pese a la tregua oficial vigente en el sureste del país.

El líder de la autoproclamada República Popular de Lugansk, Valeri Bolotov, denunció que los gobernantes ucranianos tienen planes de trasladar desde el occidente del país hacia las regiones surorientales a partidarios de la ideología ultranacionalista.

Hasta el momento ya suman, según las Naciones Unidas, 110 mil las personas desplazadas por el conflicto bélico interno que azota a Ucrania. Todas rusoparlantes que han escapado a Rusia a través de la frontera.

El origen del conflicto

En febrero de este año se llevó a cabo un golpe de Estado en Ucrania que derrocó al presidente Victor Yanukovich. El objetivo de los golpistas estaba puesto en acordar una alianza económica y militar con la Unión Europea y no con Rusia.

Con el derrocamiento del presidente se desató una crisis interna que comenzó en la península de Crimea. Este territorio se autoproclamó independiente y pidió su anexión a Rusia (país al que perteneció hasta 1954). Moscú dio el aval y la península que vigila el Mar Negro volvió a ser rusa.

Siguiendo este ejemplo las regiones del este de Ucrania, de mayoría rusoparlante, comenzaron a reclamar una mayor autonomía y que se declare el ruso como idioma co-oficial. El gobierno golpista de Kiev, ante el temor de una nueva Crimea, reaccionó enviando a las fuerzas de seguridad a sofocar las manifestaciones.

Como consecuencia empeoró aun más la situación. En las regiones de Donetsk y Lugansk se conformaron milicias populares que comenzaron a tomar control del territorio y finalmente el 11 de mayo realizaron un referéndum por la independencia que se aprobó por abrumadora mayoría.

Desde entonces se vive en el este del país una guerra civil abierta que parece no tener fin. A pesar de la supremacía militar de las fuerzas armadas ucranianas no han podido controlar los territorios que resisten los embates. El apoyo de la población local a los nuevos gobernantes rebeldes es efectivamente mayoritario.

En este contexto, además de la represión y bombardeos a la población civil, las fuerzas de seguridad ucranianas con el apoyo de grupos paramilitares neonazis, han realizado un sistemático asesinato de periodistas que estaban cubriendo los acontecimientos.

El más reciente fue un camarógrafo de la principal cadena estatal rusa, el Canal Uno, en Donetsk. Klavdia Kulbatskaya, jefa del centro de prensa de este territorio autoproclamado independiente, aseguró que camarógrafo Anatoli Klián falleció víctima de varios balazos en el abdomen.

La vocera, citada por Ria Novosti, informó que un grupo de madres de soldados ucranianos acompañadas por periodistas viajaron a un cuartel en Donetsk en un ómnibus para demandar que no emplearan como carne de cañón a sus hijos reclutados en el servicio militar obligatorio. Cuando el vehículo se detuvo frente a la unidad, los represores ucranianos comenzaron a disparar y resultaron muertos el camarógrafo, que estaba identificado con un chaleco de prensa, y el chofer.

Kulbatskaya denunció que otro automóvil del canal ruso LifeNews fue igualmente atacado cerca del cuartel, pero los periodistas lograron salvar la vida al saltar del vehículo poco antes de que fuera impactado por fuego de lanzagranadas.

El 17 de junio último, las tropas ucranianas asesinaron a morterazos a los reporteros de la cadena rusa VGTRK Igor Korneliuk y Antón Voloshin en la localidad de Metalist, cerca de la ciudad de Lugansk. A fines de mayo, el italiano Andy Roccheli, de la Unión de Fotógrafos Censuralab, y su traductor ruso, Andrei Mirónov, fueron abatidos en el poblado de Andreievska, en los alrededores de Slaviansk, por disparos de armas pesadas. En esa ocasión también resultó herido en un pie el fotorreportero francés William Reguelón, quien después de recibir asistencia médica regresó a París tras la intervención del cónsul de su país.

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