26 junio, 2014

Consumo de sustancias: exploraciones y problemas (I)

Problematizar el consumo de sustancias como forma de anestesia para el sufrimiento, es discutir una modalidad instalada desde hace tiempo, que apunta al uso de “quitapenas” al decir de Freud, como estrategia para frenar la angustia cotidiana.

Problematizar el consumo de sustancias como forma de evasión y anestesia para el sufrimiento es poner sobre el tapete una modalidad instalada en la época actual desde hace tiempo, que apunta al uso de “quitapenas” al decir de Freud, como estrategia para frenar el llamado malestar en la cultura y su correlato en la angustia cotidiana.

A su vez, decir “como forma de evasión” implica asumir otras formas posibles de consumo, que recorriendo la historia de la humanidad podemos encontrar.  Desde Hipócrates y Galeno (padres de la medicina) coexisten ejemplos de aquellas prácticas que demuestran la utilización de sustancias que “permiten al hombre pensar de forma desacostumbrada” según Lewin, es decir una utilización ligada a lo experimental,  a vínculos con la magia o la religión para mencionar otras experiencias de expansión de la conciencia,  dando lugar a un modo exploratorio de la mente humana.

Existe una tensión  que aparece muy bien reflejada en el extenso y exhaustivo recorrido de Antonio Escohotado en Historia general de las drogas (1989) donde sitúa, entre otros análisis,  la valoración como maldición o bendición referida  a las sustancias psicoactivas.  Analiza cuando y en qué circunstancias, bajo qué variables sociales, económicas y políticas ciertas drogas han sido consideradas buenas o malas, ejemplificando como se ha jerarquizado la utilización bajo reglas del mercado de psicofármacos para la curación, sedación y tratamientos de enfermedades mentales u otro tipo de malestares subjetivos

“Toda sustancia «psicotrópica» es considerada una trampa a las reglas del juego limpio: que  lesiona por fuerza la constitución psicosomática del usuario, perjudica necesariamente a los demás y traiciona las esperanzas éticas depositadas en sus ciudadanos por los Estados, que tienen derecho a exigir sobriedad porque están atentos a fomentar soluciones sanas al estrés y la neurosis de la vida moderna”, afirma el autor.

Este libro es considerado en  ocasiones como obra apológica de las drogas y Escohotado definido como un defensor del consumidor de sustancias. Lo cierto es que el filósofo español ha dedicado su estudio histórico en avanzar hacia un consumo responsable y evitar los abusos que generan los intereses económicos del narcotráfico.

Para situar mejor el debate es preciso hacerlo desde  una mirada que intente conciliar la realidad sobre el uso de sustancias, sea como consumo “problemático” o en cambio en su forma “responsable”  sin negar la noción de psiquismo humano como construido en relación a factores sociales, históricos, culturales, políticos.  Una noción clave, que nada tiene que ver con la idea evolutiva de las neurociencias y el sistema nervioso, se trata de un psiquismo cuya complejidad no es mecánica ni biológica, sino que es relacional y subjetiva, una noción de constitución exógena del psiquismo ampliamente desarrollada en los aportes de la psicoanalista Silvia Bleichmar.

La dualidad de usos (problemático o responsable-exploratorio) arroja la apertura de una serie de interrogantes acerca del consumo de sustancias y el lugar de quien consume llamado muchas veces usuario o consumidor, implica preguntarse por las condiciones de vulnerabilidad asi como por los derechos y la capacidad de decidir, implica preguntarse por los valores de una época donde el consumo de tóxicos adquiere otras dimensiones y significados. Es sospechar de la posibilidad de un consumo exploratorio cuando el exceso y lo ilimitado definen un ser, es la incertidumbre sobre la exploración mental y el placer, es la tensión entre riesgos de hábitos nocivos y la posibilidad recreativa que pueden suponer ciertas formas de consumo.

Epidemiologia para pensar

Si bien la escases de datos epidemiológicos sobre el consumo de sustancias en nuestro país no permite análisis certeros, es posible retomar algunas informaciones oficiales para graficar el consumo en la población.

SEDRONAR realizo en el 2010 a través de su Observatorio Argentino de Drogas (OAD), el Estudio Nacional sobre consumo de sustancias psicoactivas en población de 12 a 65 años en todas las localidades del país que tienen 80.000 habitantes y más.  Se efectivizaron en total 12.589 encuestas, de las cuales se desprende que el 9.4 % de la población (1.734.239 personas)  ha consumido alguna droga ilícita alguna vez en la vida. En cuanto al uso de tranquilizantes sin prescripción médica, el 0,7% (133.298) de la población consume actualmente.

Por otro lado, datos del INDEC sobre facturación por venta de psicofármacos arrojaban en el primer cuatrimestre del año 2005 casi un 80% superior comparado al último cuatrimestre del año 2001.  Epidemiologia para mejorar y pensar… estos datos además de ser escasos no incluyen la división entre usos problemáticos o responsables, simplemente explicitan una realidad frecuente de consumo a lo largo y ancho del país.  Es innegable la presencia de todo tipo de “calmantes” y diversos atenuantes de la existencia en la vida moderna.

Resulta necesario el abordaje de las distintas modalidades de consumo para evaluar verdaderos riesgos o estigmatizaciones, desentrañar los problemas de fondo para entender de qué se trata situándonos por fuera de la lógica que concibe al tema de las drogas como flagelo únicamente, complejizando con la mirada histórica y social.

 

Diana Broggi, licenciada en Psicología

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