24 junio, 2014
Un segundo para un genio
Un movimiento fue suficiente para cambiar el final de un desarrollo preocupante. Sólo Messi fue capaz de cambiar el rumbo argentino y sentenciar la clasificación a octavos.

Un movimiento fue suficiente para cambiar el final de un desarrollo preocupante. Sólo Messi fue capaz de cambiar el rumbo argentino y sentenciar la clasificación a octavos.
El reloj marcaba 90 minutos y el partido seguía igual de mal. Los cambios poco se entiendían y poco cambiaron el desarrollo del encuentro. Ya no valía rezar, estaban los recursos agotados, a un lado quedaban las esperanzas. Las especulaciones en torno a la posibilidad de salir segundos del grupo ya decían presente en el Mineirao.
Seguro que también en la cabeza de los jugadores, frustrados después de noventa minutos sin encontrar el camino. Si se los había criticado en la victoria frente al, aparentemente, más fuerte del grupo, esta vez sería peor. El débil Irán sorprendía a propios y extraños. Todos habían hecho su intento y Messi pareció haberse cansado, como si nadie pudiese hacer algo mejor que él para poner las cosas en su normalidad.
No se equivocó. Tomó la pelota y no buscó a nadie, tampoco gambeteó, busco el área. Se perfiló, apuntó, calculó e hizo una de las suyas. En un segundo de inspiración envidiable por cualquier ser humano sentenció el partido. El cronómetro ya marcaba el minuto 91 de juego. Arrodillados los iraníes fueron testigos de como se les escapó el partido soñado. Jugar contra un genio tiene ese precio. Como en el Superbowl, cada segundo vale oro.
En el festejo se vieron varias versiones de un mismo Messi. Por instintó salió corriendo para uno de los banderines. Casi sin entender. Sus brazos abiertos festejaban. Su rostro mantenía la preocupación del angustiante desarrollo. En el camino se encontró con Biglia, quien lo levantó y lo ofreció a los miles de argentinos que viajaron a Belo Horizonte.
Recién ahí se permitió disfrutar. La sonrisa apareció y el crack argentino entendió lo que acababa de pasar. Otra vez, como hace 6 días en el Maracaná, salvó un partido en un par de movimientos. Es consciente de su genialidad, pero no le escapa a su preocupación de saber que en la cancha hay sólo un Messi y que cuando no esté el resto tendrá que aparecer, al menos una vez, por él.
Sebastian Dalli – @sebadalli
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