4 junio, 2014
«La marca tango es un elefante y la tenés que pervertir de alguna manera»
Notas entrevistó a Acho Estol, fundador junto a Dolores Solá, del grupo de tango la Chicana. Un diálogo sobre la escena actual del tango, la relación siempre conflictiva que mantiene con el mismo, y el surgimiento de las nuevas generaciones.

Notas entrevistó a Acho Estol, fundador junto a Dolores Solá, del grupo de tango la Chicana. Un diálogo sobre la escena actual del tango, la relación siempre conflictiva que mantiene con el mismo, y el surgimiento de las nuevas generaciones. Primera de una serie de notas sobre nuevas orquestas de tango.
Acho Estol es músico, compositor, productor y también director de cine. Junto a Dolores Solá mantienen desde hace 18 años el grupo de tango La Chicana. Llevan grabados 5 discos de estudio, además de varios trabajos paralelos que cada uno ha ido desarrollando de forma autónoma. Notas dialogó con Estol sobre la situación actual del tango, las nuevas generaciones y los aportes que el grupo le realizó a un género a la vez tan rico y diverso como cerrado y conservador.
-¿Cómo ves la actual movida tanguera en Buenos Aires, hoy, después de los 18 años que lleva la Chicana? ¿Qué ven en el ambiente del tango en general durante este recorrido?
-En cierto modo yo me siento bastantea fuera de eso, la Chicana se fue quedando bastante afuera. Para empezar no sé si existe un circuito, o como llamarlo. Hay una cultura del tango de la cual sí me siento plenamente parte desde que era chico, que incluye lo literario, lo cinematográfico, lo histórico. Que tiene que ver con arqueología, con la mítica de Buenos Aires y con lo musical, que tiene relación con los negros de África, Brasil, los gauchos, la milonga. Una cantidad de cosas que hacen a una cultura del tango, en sentido amplio, un universo completo y, por otro lado, está la escena del tango propiamente dicha, que no coincide necesariamente con esto.
La escena del tango actual me parece que es muy diversa, muy amplia, e incluye de todo, pero en cierto modo tal vez tiende hacia algo cerrado, que no deja de tener esa tendencia que tenía cuando empezamos hace 18 años, que se mira el ombligo y se mira para adentro. A mí me sorprendió porque cuando empezamos creíamos que iban a surgir toda una serie de grupos parecidos, que varios se iban a dar cuenta de lo que nos dimos cuenta nosotros e iban a decir “che, este terreno está sin tocar” y sin embargo nadie agarró el tango y lo convirtió en otra cosa.
Eso pasó muy poco, comenzó a pasar recientemente, donde hay bandas que escriben desde la actualidad, que funcionan y mensajean desde la actualidad, pero también veo que crece mucho el fenómeno arqueológico de que te importe más cómo tocaba con la mano izquierda el tercer bandoneonista de Di Sarli en el 54 o cómo hace con la muñeca el del contrabajo. Ese concepto de la orquesta-escuela, de la replica exacta. Cuando lo primero que salta a la vista en ese estudio es que lo que tenían era originalidad. La gran pregunta entonces es ¿que puedo decir yo?
-¿Cuál crees que es el aporte que La Chicana pudo hacer en este sentido?
-El aporte es de el de la falta de solemnidad, el desparpajo, el de recuperar el desparpajo, no de inventarlo, porque ya existía en los comienzos del tango y luego se fue fosilizando de a poco. El tango hizo toda una curva y llegó a una edad de oro que lo estupidizó. Toda la revolución decariana, todo el potencial subversivo que tenía el tango antes de la edad de oro se perdió. Cuando empezó La Chicana bastaba tocar un tema del año 23 bien elegido para hacer una declaración revolucionaria. Nos gusta el tango pero también nos gustan otras cosas y así como Gardel no solo grabó tangos, nosotros queremos grabar otras expresiones de música popular que están aledañas.
-La Chicana entonces surge como un rechazo a este tango fosilizado, por ejemplo, en “Grandes Valores”.
-Sí, totalmente. Incluso viene de los 60 el rechazo. El tango es muy moderno, es como Picasso. No es cronológico. Hoy sigue diciendo algo, es moderno hoy. En cambio los modernos que persiguen la modernidad, persiguen un fuego fatuo, son siempre iguales, desde los 80 que los veo. El verdadero contenido de la modernidad está en las revoluciones estéticas que se realizaron en los años 20 y 30 y que tienen que ver con la impunidad del mensaje, que surgen de lo marginal y, por lo tanto, impune del tango. Hasta pornográfico o antisocial en su momento.
-¿Cómo manejan ustedes la cuestión en torno a la clasificación y al etiquetamiento? Esta cuestión de que son tango pero a la vez hacen una chamarrita, un taquirari, una chacarera.
-Yo creo que lo de la batea es un problema y comercialmente nos perjudica muchísimo. Lo nuestro es una búsqueda artística y si eso implica que nos caímos en el borde entre dos bateas, si no hay etiqueta y bueno, a mí es algo que no me preocupa mientras la búsqueda estética pueda seguir siendo fructífera. Ahora, yo no puedo cambiar los sistemas de catalogación. Y, sobre todo en este país, pasa algo que va más allá de la etiqueta y pasa por el lado de que es muy difícil el crossover. La marca tango es un elefante gigante y la tenés que pervertir de alguna manera. Hay que romperlo de alguna manera o mantenerse al margen y dejar que eso exista, sin pasar por ese caminito.
El tango lo abarca todo, desde lo más criollo a lo más cosmopolita, desde lo más analfabeto o sencillo hasta lo más intelectual y académico que exista. Es un remolino que tiene el tango que te chupa. Se puede hacer homenajes al pasado con inteligencia, pero no se puede ser Danger Four. Tiene muchísimo más valor componer un tango y que te salgan raros los acordes y que no coincidan con la hegemonía de la secuencia de las cadencias armónicas del tango.
-Aparte de músico, compositor y productor, sos director. ¿Qué te llevó a hacer la película “Tango en el Tasso” que se estrenó el año pasado?
-Tuve la invitación del Tasso para filmar una serie de conciertos, donde las figuras eran de primer nivel en el mundo del tango, entonces yo les propuse que no fuera una película de conciertos, ya que cada artista tenía sus DVD de conciertos, sino hacer una película sobre la diversidad: Susana Rinaldi, Dema, La Chicana, Astillero, Mederos, Marconi. Me parecía que había que contar la historia de la diversidad en una película totalmente provocadora, que te deja siempre con las ganas, sabiendo que no íbamos a profundizar en cada intérprete, que iba a haber un solo tema por cada uno y si te gusta uno andá y buscalo. Acá la gracia es mostrar la diversidad. Este es un documental donde se cuenta una historia coral, donde cada personaje solo está en función de una idea, que es: «El tango no es lo que vos creés que es». Esa es la película.
-Por último, queríamos preguntarte sobre la relación con el Tata Cedrón, sobre el lugar que para vos él ocupa tanto en el mundo del tango como de la música más en general.
-Siempre lo consideré como alguien importantísimo, es el eslabón perdido dentro del tango. Con esa pulsión artística, con ese fuego sagrado que tiene, continuó una propuesta honesta de tango, fiel a los tiempos. Con un ojo en la tradición, pero otro en lo que él podía aportar. Realmente no se si el tango tendría las posibilidades de vida que tiene si no fuera por el Tata manteniendo ese hilo vivo. Probablemente mi propia carrera hubiera sido muy distinta si no estaban esos discos del Tata. A mi me inspiró muchísimo. No hubiera compuesto ni la mitad de los temas que compuse. Hoy en día las nuevas generaciones lo tienden a valorar, pero la verdadera valoración que debiera darle la sociedad, el pueblo, no la tiene. Personalmente el lugar que hoy ocupa Leopoldo Federico es el lugar que debería ocupar el Tata, a ese nivel, con todos los homenajes y el reconocimiento expreso.
Leandro Navarro – @navarro_lean
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