24 mayo, 2014
Triste, solitario y final: el adiós de Martino al Barcelona
El término “fracaso” le queda grande al paso del ex técnico de Newell’s por el Barcelona. Tuvo la oportunidad de dirigir a un cúmulo de estrellas liderado por Lionel Messi, pero se encontró con varios jugadores en bajo rendimiento y terminó yéndose con las manos vacías.

El término “fracaso” le queda grande al paso del ex técnico de Newell’s por el Barcelona. Tuvo la oportunidad de dirigir a un cúmulo de estrellas liderado por Lionel Messi, pero se encontró con varios jugadores en bajo rendimiento y terminó yéndose con las manos vacías.
El 23 de julio del año pasado el mundo futbolístico se vio sorprendido por la noticia y Gerardo Martino tocaba el cielo con las manos en su función de director técnico. El Barcelona, el mejor equipo del último lustro a nivel global, lo consideraba apto para sentarse en el banco del club y dirigir a un cúmulo de estrellas, entre ellas el mejor de todos, Lionel Messi. Tras la revolución Guardiola y el lento debacle de la gestión Vilanova-Roura -que incluyó un 0-7 general en la serie de semifinales de la Champions League 2012/2013 frente al Bayern Munich-, el barcelonismo necesitaba una nueva inyección de energía para volver a ilusionar y retomar la senda (parcialmente) extraviada.
Fue raro porque nadie lo esperaba, pero al mismo tiempo había una sensación de “a este tipo le tiene que ir bien”. Venía de un ciclo exitosísimo en el fútbol paraguayo que incluyó varios títulos a nivel clubes y un paso por la Selección a la que clasificó al Mundial 2010, la llevó hasta cuartos de final (donde muy cerca estuvo de eliminar a España) y fue finalista de la Copa América 2011. Pero lo más inmediato había sido ese retorno al club de sus amores, Newell’s, allá a principios de 2012 cuando los rosarinos veían de cerca la posibilidad de descender y terminaron, año y medio después, campeonando localmente y llegando a las semifinales de la Copa Libertadores. Con un generoso despliegue de todas las líneas, un juego asociado de alto vuelo y un espíritu ofensivo en todas las canchas, lo del Tata en La Lepra provocó una admiración generalizada. Producto de ese andar de ensueño, la gestión de Sandro Rosell (con el inestimable guiño del gran Lionel) se fijó en el entrenador argentino que cerró un contrato por dos temporadas con la institución culé.
Menos de 10 meses después de ese día inolvidable, el sueño de Martino en el Barça llegó a su fin. ¿Qué pasó en el medio para que ese hito personal extraordinario se desvaneciera con escasa gloria y mucha pena? Al margen de las consideraciones que aquí expondremos, esa experiencia siempre será maravillosa para el DT y en su carrera futura no será una mancha, sino la apertura de muchas nuevas puertas.
El inicio de la gestión Tata en el Barsa no podría haber sido mejor desde los números. Fueron más de 3 meses sin conocer la derrota, desde ese inapelable 7 a 0 al Levante el 18 de agosto en el inicio de la Liga hasta aquella caída en la Champions frente al Ajax el 26 de noviembre con el equipo ya clasificado a octavos de final. Récord de 7 victorias consecutivas al comienzo del torneo, triunfo frente al Real Madrid en el clásico y la sensación de que, con algunos cambios no menores, el conjunto culé seguía siendo dueño de una misma esencia. Incluso había conquistado la Supercopa Española con 2 empates frente al Atlético de Madrid, algo que presagiaba la dureza de futuros cruces. Sin embargo, la prensa deportiva catalana comenzaba a despedazarlo por asuntos tales como ganarle al Rayo Vallecano 4 a 0 habiendo perdido la posesión del balón. Martino no caía bien en el “barcelonismo de pura cepa” pero ganaba y avanzaba en todos los frentes. Su actitud, de todas formas, nunca fue la de pisotear con triunfos las críticas que se le hacían. El problema estaba en la virulencia de un sector que se dedicó sistemáticamente a erosionar su figura con un grado de irrespetuosidad notable.
Al terminar 2013, el Barça parecía más vigente que nunca: líder en Liga, habiendo pasado de ronda en la Champions y superado la primera fase de la Copa del Rey. Todo esto en el marco de una serie de dificultades que se irían agigantando con el correr del 2014: las lesiones de jugadores importantes, el escaso recambio en algunos sectores de la cancha, la sospecha de que el pase del brasileño Neymar olía mal y el crecimiento sostenido de los equipos madridistas.
Respecto al primer ítem, lo de Puyol en la saga central fue determinante. El gran capitán culé y sus dificultades para recuperarse le impusieron a Martino una defensa no deseada originalmente que siempre tuvo muchos problemas. Pero por supuesto lo más complicado para el Barcelona serían las diferentes lesiones de Lionel Messi que lo dejarían más tiempo de lo habitual fuera de las canchas. En el ciclo Martino hay 4 fechas: 10 de agosto, 21 de agosto, 28 de septiembre y 2 de noviembre. Ésta última contra el Betis lo obligó a parar durante 2 meses y perderse la última parte del año.
Aún así los éxitos continuaron y hacia el 20 de febrero de este año, dos días después de poner contra las cuerdas al Manchester City en los octavos de la Champions, el periodista Josep María Casanovas escribía en el diario deportivo Sport que la baja de Messi había sido un “golpe de suerte” porque el jugador había vuelto con todo mientras el equipo seguía adelante en todas las competencias. Incluso señalaba: “El técnico argentino es una persona sensata que desde el primer día tenía claro que su obligación era adaptarse al estilo de juego del Barça y sobre todo tratar a Messi como lo que es, un jugador excepcional. Hasta la fecha su trabajo es de nota y nos atrevemos a decir que el equipo no ha tocado techo, falta por ver la conexión Messi-Neymar a pleno rendimiento”.
Así las cosas, el Barça atravesó Marzo con 3 éxitos resonantes que nada hacían presagiar lo que se venía: un nuevo 7 a 0 como el del comienzo pero frente al Osasuna, un épico triunfo en el clásico contra el Real Madrid por 4 a 3 y con 3 goles de Messi más la clasificación a cuartos de final de la Champions. Pero no hubo bello Abril: en 15 días todas las ilusiones se desvanecieron como un castillo de naipes. La barrera letal del Atlético de Madrid que lo eliminó de la competencia europea, la derrota ante el Granada por Liga y la caída en la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid formaron un combo explosivo que terminaron con un ciclo que no fue malo pero que, considerando las presiones de un club semejante, forzaron un adiós triste y solitario. Con apenas el título de la Supercopa Española al comienzo y sin aprovechar la oportunidad final por la Liga, Martino se vio forzado el sábado pasado a anunciar una renuncia que ya estaba cantada.
El Tata no es hoy peor técnico del que era antes de pasar por España. Es más, posiblemente sea mejor y hoy lo codicien un gran cantidad de equipos. Pero es correcto señalar que no le salieron las cosas como esperaban. ¿Fracasó? Para las expectativas que tiene el conjunto culé, la respuesta es sí. Para las perspectivas de su carrera como entrenador, el curso acelerado de dirigir a un gigante lo potencia hacia el futuro. Aún sin los éxitos que hubiera deseado y que no estuvo tan lejos de conseguir.
Sebastián Tafuro – @tafurel
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