Derechos Humanos

9 mayo, 2014

“Se destruyó una herramienta muy inteligente, muy bien pensada y diseñada”

A partir de la disolución del Instituto Espacio para la Memoria (IEM) por la Legislatura porteña este jueves, muchas fueron las voces que salieron a cuestionar, sobre todo desde los organismos de Derechos Humanos. En esta entrevista, Ana María Careaga, ex directora del IEM, relata sus impresiones.

A partir de la disolución del Instituto Espacio para la Memoria (IEM) por la Legislatura porteña este jueves, muchas fueron las voces que salieron a cuestionar, sobre todo desde los organismos de Derechos Humanos. En esta entrevista, Ana María Careaga, ex directora del IEM, relata sus impresiones.

Este jueves por la tarde, la Legislatura porteña decidió disolver el IEM, responsable de administrar los espacios para la memoria de la Ciudad de Buenos Aires, y traspasar los mismos a la órbita del Estado Nacional. Los votos del Frente para la Victoria y el PRO sumaron a los 41 a favor contra 16 en contra.

En una sesión donde se le impidió hablar a representantes de los organismos de Derechos Humanos, entre ellas a Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, el acuerdo entre el gobierno Nacional y de la Ciudad se hizo patente una vez más. En el programa radial Llevalopuesto de FM La Tribu, dialogaron con Ana María Careaga, ex directora del IEM y miembro de su Consejo Directivo.

– ¿Cuál es tu mirada sobre lo que pasó este jueves en la Legislatura porteña?

– Yo creo que lo que pasó es grave, es muy grave. Se disolvió, se destruyó una herramienta muy inteligente, muy bien pensada y diseñada por los organismos de Derechos Humanos hace mucho tiempo. Desde esta lógica que ha tenido el movimiento por los Derechos Humanos en la Argentina. Una lógica muy interesante y muy ejemplar; inclaudicable y muy sostenida. Que fueron echando por tierra uno y otro de los intentos de impunidad, que fueron abriendo cada brecha que iba quedando. Y que dentro de esa lógica también supieron construir espacios e instancias pensando en políticas públicas de Derechos Humanos.

Creo que el Instituto en ese aspecto era un espacio muy original de construcción entre la sociedad civil y el Estado. Donde el Estado se hacía cargo de lo que le compete por su lugar en el Terrorismo de Estado y por otro lado los mismos actores involucrados en esta lucha sostenida trazando, diseñando, pensando políticas públicas.

Lo que pasó en la Legislatura fue borrar con el codo lo que se había escrito ahí mismo, porque la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires fue la que votó esa ley durante la gestión de Aníbal Ibarra.

Me parece que es no tener una mirada estratégica de poder preservar todo lo que se ha logrado hasta ahora. Porque también durante esta última etapa muchos de los reclamos históricos del movimiento de Derechos Humanos fueron tomados por el gobierno nacional y ese discurso que durante mucho tiempo fue alternativo fue institucionalizado de alguna manera. Sostenerlo es una tarea de la sociedad en su conjunto.

El Instituto era un lugar plural, colectivo, autónomo y autárquico que podía ensanchar la base de sustentación de políticas de este tipo. Podía proyectar a largo plazo independientemente de los gobierno de turno y por eso fue muy grave lo que pasó ayer desde el punto de vista de la disolución del Instituto.

– ¿Cómo fue el procedimiento por el cual se llevó a cabo esta disolución y traspaso de los espacios para la memoria de la Ciudad a la Nación?

– Bueno, ahí está la metodología como fue llevado a cabo. A espaldas de todos los miembros del IEM sin que ninguno de nosotros supiera nada. En ningún momento se consultó.

En realidad todo esto empieza a partir del diseño de un museo en el Casino de Oficiales de la ESMA. Mientras nosotros asistíamos a esas reuniones para interiorizarnos sobre el tema y demás (porque el IEM tenía la guarda del Casino) estaban haciendo esto. De hecho la primera firma del convenio fue el 27 de diciembre de 2013. O sea entre Navidad y Año Nuevo, una cosa muy fea.

Y el broche de oro fue ayer en la Legislatura cuando Nora Cortiñas, que es una Madre de Plaza de Mayo, que son un símbolo ético no solo acá sino en el mundo, se había anotado para hablar haciendo uso de un derecho y votaron para no dejarla hablar.

Hay que poder poner un voto para que no hable Nora Cortiñas. ¿Qué puede decir quién defiende los Derechos Humanos que no quiere escuchar de Nora Cortiñas?

– ¿Cuál es la explicación de todo esto, por qué se votó de esta forma la disolución del IEM?

– Es bastante complejo si uno quiere hilar más fino. Yo avance reflexionando por el lado político. Esta esto que se dice de “hacer política” y bueno “la política es así”.

Esa fue una particularidad diferente que tuvo el Instituto. Quienes lo integramos sostuvimos que hacer política con ética, con dignidad, sin negociar cuestiones a cambio era posible. Nosotros teníamos como misión la transmisión de la historia y la memoria sobre los hechos ocurridos durante el Terrorismo de Estado con sus antecedentes y consecuencias. Con eso trabajamos, con la impronta de una generación que buscaba una sociedad más justa. Que era sin dudas una apuesta ética.

En este sentido, esto se ha perdido en algunos sectores y degrada la política. Porque el jueves hubo algunos que, a pesar de su pertenencia, de su opción partidaria, votaron según sus convicciones. Porque en definitiva cuando uno decide integrar un colectivo político lo hace desde sus convicciones.

Entonces si ese colectivo político se corre de sus convicciones y uno no pierde su posición ética, vota desde esa lógica. Por eso no fueron todos los que podrían haber sido desde su pertenencia partidaria los que votaron esta infamia. Ahí también hay una posibilidad desde la condición subjetiva de conocer su propia posición ética, su propia historia para decir “yo voto en consecuencia”.

– Y ahora, con la perdida de la autarquía en la gestión de los espacios para la memoria ¿Cuál es el riesgo a futuro?

– Esto efectivamente se pierde, por eso yo decía que el Instituto era un espacio inteligente. Comenzó con la gestión de Ibarra y atravesamos tres gestiones (Ibarra, Telerman y dos de Macri).

Apenas asumió Macri dijeron “nosotros vamos a poner a alguien” y dijimos que no porque el Instituto era autónomo y autárquico. De hecho es joven el Instituto en su historia y tuvimos que ir construyendo esa autonomía.

Se construyó de una manera plural, colectiva, con diferentes pensamientos políticos pero todos bajo el paraguas, que comenté antes, que nos unía a todos. Y esto ahora se pierde.

Si el día de mañana viene un gobierno de derecha o que no tiene la vocación de sostener estas políticas públicas de memoria -que insisto, tienen que ser arraigadas en la sociedad-, ese es el gran riesgo.

La primera consecuencia, en el día a día, es que en la ESMA se creó un ente que tiene un órgano ejecutivo con tres representaciones: los organismos de Derechos Humanos, el gobierno Nacional a través del Archivo Nacional de la Memoria y el gobierno de la Ciudad que era a través del IEM. Ahora como el Instituto no existe más, quién va a estar representando a la Ciudad de Buenos Aires es el PRO.

– Por último, a la par de la disolución del IEM se creó un Consejo asesor en políticas públicas para la memoria ¿Qué capacidad de intervención va a tener?

– Ese Consejo no tiene ninguna capacidad. No profundizaron en nada respecto a eso en la sesión pero como fue un costo alto disolver el Instituto intentaron hacer algo parecido con un corte y pegue respecto de las misiones y demás pero sin nada porque no tiene autonomía, no tiene autarquía, no tiene nada.

 

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