África

18 abril, 2014

20 años y un millón de muertos después la ONU pidió perdón

Casi como la Iglesia Católica que se disculpó con Juana de Arco más de cinco siglos después de haberla quemado, las Naciones Unidas no esperaron tanto y esta semana le pidieron disculpas al pueblo de Ruanda por no evitar el genocidio de 1994.

Casi como la Iglesia Católica que se disculpó con Juana de Arco más de cinco siglos después de haberla quemado, las Naciones Unidas no esperaron tanto y esta semana le pidieron disculpas al pueblo de Ruanda por no evitar el genocidio de 1994.

 

La sesión del Consejo de Seguridad se convocó para conmemorar el 20 aniversario del genocidio de Ruanda. Allí el diplomático neozelandés Colin Keating, quien cuando estalló el conflicto en abril de 1994 presidía el Consejo de Seguridad, pidió «perdón» por la inacción del máximo órgano de decisión de la ONU ante el genocidio ruandés.

Según Keating, en aquel entonces el Consejo «se negó a reconocer que se estaba perpetrando un genocidio contra los tutsis en Ruanda y no cumplió con su deber de reforzar la misión de paz de la ONU para proteger al mayor número posible de civiles». «Mi primera responsabilidad hoy es recordar a las víctimas, al casi un millón de personas que murieron, y a los supervivientes. Esta reunión me ofrece también la ocasión de pedir perdón en mi capacidad como ex presidente del Consejo», añadió el antiguo embajador neozelandés.

Este reconocimiento supone un fracaso absoluto de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el manejo de los conflictos internacionales y pone de manifiesto el rol decorativo que juega ante los intereses de las potencias mundiales. Como sucedió en la Guerra del Golfo, el desmembramiento de Yugoslavia, Kosovo, la Guerra de Irak de 2003 o recientemente en Libia y Siria.

De todas maneras el organismo parece no acusar recibo de todos estos hechos que sucedieron antes, durante y después del genocidio en Ruanda. El subsecretario General de la ONU, Jan Eliasson dijo: «Debemos seguir construyendo sobre la base de las lecciones aprendidas para mejorar nuestra capacidad de proteger a las poblaciones de los crímenes internacionales más graves».

Y, en un acto también decorativo el Consejo de Seguridad aprobó una resolución en la que llama a todos los Estados a «reafirmar su compromiso de prevenir y combatir el genocidio y otros delitos graves» y en la que pide más colaboración a la hora de detectar fuentes de tensión y focos de riesgo que puedan derivar en tragedias.

En 1994, en tan solo cien días, alrededor de un millón de personas fueron asesinadas en Ruanda. Los perpetradores eran civiles y se dedicaron a atacar con machetes a personas de etnia tutsi y a hutus moderados, además de violar mujeres y otros actos similares. Una vez que se controló la situación, ya dos millones de personas habían huido al Congo.

En un país arrasado, con sólo diecinueve abogados sobrevivientes en todo el país, el proceso de justicia fue muy dificultoso. Un tribunal especial de la ONU se encarga hasta el día de hoy, 20 años después, de juzgar a quienes incentivaron el genocidio y pedir disculpas.

 

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