Cultura

17 abril, 2014

“Enclosure”, el nuevo sonido nuevo de John Frusciante

John Frusciante tiene nuevo disco, ‘Enclosure’ , que propone desde el arte de tapa y hasta el punto final de los créditos que sólo lo incluyen a él en la ejecución de guitarras, bajo, batería, teclados, sintetizadores, samplers y voz.

Es hora de dejar de referirse a John Frusciante como el exguitarrista de Red Hot Chili Peppers. A esta altura y con más de una docena de discos por fuera de la banda californiana, merece que su obra sea entendida sin referir a los famosos riffs de los Peppers. En ‘Enclosure’ Frusciante propone, desde el arte de tapa -a cargo de Julián Chávez, quien ya había trabajado con Frusciante en ‘Letur Lefr’- y hasta el punto final de los créditos que sólo lo incluyen a él en la ejecución de guitarras, bajo, batería, teclados, sintetizadores, samplers y voz.

Si hubiese que describir ‘Enclosure’ con una única palabra que no sea encierro -una de sus traducciones literales-, habría que usar la conjunción de dos términos: sinfín. Es que desde ‘Shining desert’ -el track con el que empieza el álbum- todo parece tener forma circular, tenebrosa y abrumadora.
Lo primero que sucede mientras el disco empieza a girar es una sensación de incomodidad -agudos altísimos perforan los tímpanos y hacen fruncir el ceño-, para que, de a poco, en consonancia al estilo que marcó en sus últimos trabajos, el caos comience a ganar en forma y pueda funcionar mejor. “El orden surge, la estructura evoluciona”, decía Dee Hock en la Teoría del caos de las organizaciones, y parece que Frusciante busca evolucionar dentro de un desorden caótico.
Pero después hay lugar para escuchar los agudos de un Frusciante que ha demostrado sus dotes como cantante. Una batería a un tempo elevadísimo y cambiante, que remite a ‘Weird fishes / Arpeggi’, de Radiohead, marca el ritmo de Sleep, una canción que parece haber surgido de una noche en la cual nadie durmió y un grito de angustia que nace en sus tripas: “Sad as we are blind, I love you, I love you”.

En las nueve canciones que componen la edición standard de ‘Enclosure’ no hay lugar para los deliciosos solo de guitarra del músico neoyorquino. Todo suena a un compendio de ruidos experimentales que conviven casi sin molestarse. Es un disco difícil de entender sin abstraerse, sin poner en contexto cómo han sido las curvas y vaivenes de los últimos trabajos suyos, sus colaboraciones con The Mars Volta o su proyecto Ataxia dan cuenta de ello. El camino que lo llevó a posicionar su nombre entre uno de los guitarristas más precisos de los últimos años del mainstream parece no ser el que eligió para encerrarse -literal y metafóricamente- a idear, grabar, producir y mezclar ‘Enclosure’.

La claridad, la calma y la estructura, llegan recién en ‘Fanfarre’, el quinto track. Transmite al sonar, la idea de estar escuchando a alguien jugar con un pianito que remite a un minimoog, una batería de tres cuerpos y un bajo hecho con un sintetizador. Pero en esa simpleza y en la voz pulida de Frusciante está su encanto: “All my life I’ve waited for the sun to rise…and it’s you”, declara sin timidez y corriéndose de la oscuridad con la que había caminado desde el inicio del disco.

En ‘Cinch’, el track que sucede a ‘Fanfarre’, la energía se torna densa. Aunque instrumental, hay una transmisión de incomodidad permanente. Si hubiese varias formas de explicar con música una tormenta, ‘Cinch’ podría ser una.
Hacia el final, más de lo mismo: una mezcla confusa de ruidos, voces y la sensación de que pudo haber sido mejor, de que estaban todos los ingredientes dispuestos pero no fueron utilizados al pie de la receta. Y lo que ocurre cuando esto pasa es que la preparación termina siendo distinta. Y eso es ‘Enclosure’, otro disco distinto de un músico que no puede dejar de intentar romper con el orden establecido. Orden, entonces, que lo acorraló hasta el encierro.

Ignacio Merlo

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