Cultura

14 abril, 2014

El poeta de los silenciados (II)

Segunda parte del artículo sobre el enormísimo novelista y poeta peruano Manuel Scorza, autor de la imprescindible pentalogía “La guerra silenciosa”, que retrata la lucha de los campesinos peruanos contra los latifundistas y las corporaciones mineras multinacionales.

Segunda parte del artículo sobre el enormísimo novelista y poeta peruano Manuel Scorza, autor de la imprescindible pentalogía “La guerra silenciosa”, que retrata la lucha de los campesinos peruanos contra los latifundistas y las corporaciones mineras multinacionales.

 

Pero Manuel Scorza no se quedará en su rol de vocero y luego de la masacre de Rancas viajará a la región para apoyar al movimiento y conocer a sus actores. En una entrevista recuerda: “Me incorporo al equipo de Genaro Ledesma, quien me encarga diversos trabajos: organizar una gran manifestación de campesinos, que iba a ser la primera manifestación autorizada en la ciudad de Cerro de Pasco, o recorro las comunidades exhortando a los campesinos a que combatan unidos. Pero, sobre todo, lo que hago fundamentalmente en Pasco es mirar y oír, tener un conocimiento humano y directo de mis personajes, iniciar una relación con mis futuros protagonistas”.

El poeta volverá a Pasco en repetidas ocasiones durante los años 1963 y 1964 para seguir recolectando testimonios de la lucha y los éxitos de la gesta campesina. En 1967, cuando ante la amenaza de nuevas prisiones se ve obligado a exilarse nuevamente, lo hace llevándose enormes cantidades de materiales informativos y de entrevistas grabadas para lo que, en principio, imaginaba como un informe sobre esa lucha campesina de la que había podido ser testigo y protagonista. Pero luego se da cuenta de que entre manos tiene documentos de una epopeya andina que merece ser contada de otra forma: “Yo me propuse primero hacer un informe de tipo político. Cuando lo leí, me di cuenta que era totalmente insuficiente, totalmente frío, no reflejaba nada. Después me di cuenta de que debía escribir novelas, que debía contar tratando de ponerme en los ojos de los protagonistas, pero no añadiendo fantasías sino prolongando sus metáforas”.

Así nace el proyecto de la pentalogía novelística conocida como “La guerra silenciosa”, compuesta por las novelas “Redoble por Rancas”, “Historia de Garabombo el invisible”, “Cantar de Agapito Robles”, “El jinete insomne” y “La tumba del relámpago”. “Redoble por Rancas”, novela que da inicio a esa “gran operación onírica y mítica” con la que Scorza quiere dar a conocer la lucha de los oprimidos de los Andes, describe la lucha de los comuneros liderados por Héctor Chacón contra el insaciable apetito desalojador de la compañía yanqui Cerro de Pasco Corporation. Fue publicada en 1970 en Barcelona e inmediatamente se difundió por el mundo y fue traducida a decenas de idiomas.
Scorza, que siempre se indignó ante las etiquetas de “novela indigenista” (“Es una cosa un poco despectiva para reducir. Hay racismo en literatura”) o de “realismo mágico” (“Para mí no existe lo mágico, existe lo onírico. Yo cuando escribo los libros no me propongo crear magia -palabra peligrosa-, trato de soñar la historia, de verla, de sumergirme en busca de las grandes profundidades oníricas”), más bien concebía su obra como una “exposición dramática de una situación trágica” y era absolutamente consciente de que “en algunos casos la mera exposición dramática de la situación es ya explosivamente revolucionaria y provoca consecuencias en la realidad”.

Las consecuencias de la publicación de la novela fueron casi inmediatas. Scorza recuerda: “Para mí, los libros son un recurso de apelación. Cuando en América Latina se pierden todas las instancias -por ejemplo, cuando en un combate humano un Gobierno masacra a todo un pueblo-, entonces queda la posibilidad de escribir un libro, y el libro reabre el debate. Al aparecer Redoble por Rancas, se reabre el debate y el propio presidente Velasco se ve obligado a liberar al personaje de este libro, Héctor Chacón, el Nictálope, que se encontraba en prisión”.

La liberación del Nictálope no fue el único impacto político de “Redoble por Rancas”; pocos años después, ya en la “Segunda etapa del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas”, el gobierno de Morales Bermúdez intenta probar que la reforma agraria sigue en curso en el Perú con la reunión de un Consejo de Ministros precisamente en Rancas: “¿Por qué? ¬-se pregunta Scorza- Porque la literatura cumplía una función gracias a la novela. La rebelión de Rancas salió del anonimato a la evidencia”.

Pero, más allá de esas victorias puntuales, hay un hecho trascendente vinculado a su pentalogía que un Scorza sin falsa modestia no duda en reivindicar: “Ahora hay otro hecho importante en mi libro. Yo he dotado de una memoria a los oprimidos del Perú, a los indios del Perú que eran hombres invisibles de la historia, que eran protagonistas anónimos de una guerra silenciosa, y que tienen hoy una memoria: poseen estos cinco libros en los cuales pueden apoyarse y combatir. Tienen esa memoria, está dada ya irreparablemente y no se podrá borrar nunca, porque la han adoptado incluso los pueblos en combate; ese es uno de los hechos más emocionantes para mí como escritor. Ha sido una mezcla de realidad, fantasía y documento que ha hecho algo explosivo a nivel de la realidad”.

Ya a fines de los 70 Scorza integra como independiente el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular (FOCEP) que en 1980 logra una banca en el Senado para Genaro Ledesma (también protagonista de “La tumba del relámpago”). En estos años se multiplica la participación de Scorza en diversos encuentros literarios y políticos en el mundo y, ya concluida su gran Balada, se embarca en la elaboración de una nueva trilogía, que marca un cambio de estilo y que se inicia con “La danza inmóvil”. Pero la trilogía quedará incompleta, así como muchos otros proyectos de nuestro querido poeta peruano, cuando el avión en el que se dirigía al I Congreso Internacional de la

Cultura de Bogotá se estrelle a pocos kilómetros del aeropuerto de Madrid. En ese accidente morirán también la novelista y crítica argentina Marta Traba, el intelectual uruguayo Ángel Rama y el novelista mexicano Jorge Ibargüengoitia. Así, con apenas 55 años, se iba uno de los más grandes poetas y novelistas latinoamericanos del siglo XX, un 28 de noviembre de 1983.

 

Pedro Perucca – @PedroP71

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas