11 abril, 2014

¡Pobre Italia! ¡Tan cerca del Vaticano y tan lejos de la igualdad!

Stefano Bucci y Giuseppe Chigiotti constituyen el primer matrimonio de personas del mismo sexo que logró ser reconocido jurídicamente en Italia. La pareja había contraído matrimonio en Nueva York en 2012 y consiguió que se reconozca su unión como válida y se los inscriba en el registro civil. Un pequeño paso adelante hacia la igualdad en un país muy complicado.

Stefano Bucci y Giuseppe Chigiotti constituyen el primer matrimonio de personas del mismo sexo que logró ser reconocido jurídicamente en Italia. La pareja había contraído matrimonio en Nueva York en 2012 y consiguió que se reconozca su unión como válida y se los inscriba en el registro civil. Un pequeño paso adelante hacia la igualdad en un país muy complicado.

 

Giuseppe Chigiotti, arquitecto de 68 años, y Stefano Bucci, periodista de 57, contrajeron matrimonio en Nueva York en diciembre de 2012 (ciudad en la que el matrimonio igualitario está aprobado desde junio de 2011). Al regresar a Italia solicitaron ser inscriptos como matrimonio en el registro civil de la pequeña ciudad de Grosseto, en la Toscana italiana, pero ante la negativa oficial debieron recurrir a la justicia.

Finalmente, el pasado 3 de abril el juez Paolo Cesare Ottati avaló la posición de los contrayentes y ordenó su inscripción en el registro civil de Grosseto, con los mismos derechos y deberes de cualquier pareja heterosexual. La decisión del juez de considerar que este matrimonio celebrado en el extranjero, donde no se hace referencia al sexo de los contrayentes, no es ajeno al ordenamiento jurídico italiano, tomó con antecedente una sentencia de la Corte Suprema de Casación italiana sobre el caso de una pareja gay casada en Holanda a la que se le reconoció su “derecho a una vida familiar”, a “vivir libremente una condición de pareja” y a beneficiarse de un “trato homogéneo al que la ley asegura a la pareja casada”.

Esta decisión judicial es la primera en el sentido de iniciar un camino de igualdad de derechos para las parejas del mismo sexo en Italia, un país históricamente refractario a este tipo de medidas, especialmente por el enorme poder de la Iglesia. En la actualidad en la península tanto las diversas y cambiantes coaliciones de derecha y centro-derecha como el partido centrista Unión de los Demócratas Cristianos y de Centro están en contra de la legalización, mientras que el Partido Democrático (de centro-izquierda) se encuentra dividido al respecto. Apenas en algunas ciudades se ha conseguido que se otorguen “certificaciones municipales” a parejas homosexuales o que se inscriban en “registros de uniones civiles” que en la práctica sólo implican un reconocimiento formal, sin beneficios prácticos más allá de su valor simbólico.

Por eso es que esta sentencia sienta un precedente muy importante para el país y fue calificada de “histórica” por las asociaciones de derechos LGTB. Sergio Lo Giudice, senador del Partido Democrático y ex presidente de la asociación de derechos civiles Arcigay, sostuvo que “Es un caso sin precedentes en nuestro país”. En el  mismo sentido, Aurelio Mancuso, de la asociación Equality Italia, sostuvo “Ellos han logrado que su situación como pareja casada en un país extranjero sea reconocida, algo que las autoridades y los juzgados siempre se han negado a aceptar”, mientras que Fabrizio Marrazzo, un vocero del Gay Center, añadió que se trata de “un evento revolucionario que merece una respuesta política positiva y abre un evidente nuevo capítulo para las parejas gay en Italia”.

Por supuesto, la sentencia también generó airadas respuestas desde los sectores conservadores y tradicionalistas del país. La Conferencia Episcopal Italiana, previsiblemente, sostuvo: “El matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, que de forma pública y estable se unen con una apertura a la vida y a la educación de los hijos. El intento de negar esta realidad por vía judicial supone un desgarro, una peligrosa huida hacia adelante de carácter fuertemente ideológico”

También desde el mundo político se hicieron oír las voces de condena al fallo. El senador berlusconiano de Pueblo de la Libertad, Carlo Giovanardi cuestionó la decisión del juez planteando “Ese señor de Grosseto es un magistrado: sus ideas no son las de toda la magistratura. La Corte constitucional dice que es necesario cambiar la Constitución para consentir el matrimonio entre personas del mismo sexo” y acusó al juez Ottati de arrogante que se cree “el ombligo del mundo” y de “inventarse una norma”.

Por su parte, el procurador jefe de Grosseto, Francesco Verusio, ya anunció que apelará la sentencia judicial “lo antes posible”.

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