Géneros

10 abril, 2014

La Comisión por el Derecho al Aborto y la figura de Dora Coledesky

Por Mabel Belluci. En los primeros años postdictadura un grupo de mujeres se organizó en la Comisión por el Derecho al Aborto. Su huella en el movimiento de mujeres y feminista.

Por Mabel Belluci. En los primeros años postdictadura un grupo de mujeres se organizó en la Comisión por el Derecho al Aborto. Su huella en el movimiento de mujeres y feminista.

La Comisión por el Derecho al Aborto (CDA) fue una voz que colocó el acento siempre en el mismo punto, sea dentro del feminismo como del movimiento de mujeres, es decir, repitió, insistió, machacó, reiteró hasta dejar grabado su propósito, sin vuelta atrás. Por si no queda claro: desde sus inicios, este grupo fusionó su denominación con su propio objetivo como un imperativo categórico, en momentos en que el aborto era aún un “no dicho”, un “sin nombre”, una zona franca, un agujero negro. Nunca tan preciso Pierre Bourdieu cuando planteó: “Nominar es un acto político”. Este pequeño reducto de instigadoras instituyó un feminismo en acto.

Además, de ser financiada con el aporte de sus propias integrantes, contaba con la estrecha e incondicional colaboración de los y las amigas comprometidas con la causa y por el reconocimiento hacia la figura de Dora Coledesky, alma mater esta agrupación. Sin parpadear, se podría decir que se hermanaba con las tendencias del feminismo radical y con una izquierda crítica e independiente. Constituir dicho espacio fue fruto del entusiasmo derivado de una mesa sobre aborto, realizada en las VI Jornadas de ATEM-25 noviembre, bajo el nombre “Vida Cotidiana y hacer político de las Mujeres”, en noviembre de 1987. El panel lo integraban la bióloga Susana Sommer; la antropóloga Safina Newbery; la filósofa Laura Klein; la abogada feminista italiana Erica Dummontel y ella. Dora tuvo presente que: “Después de las exposiciones, alguien del público –creo que Marta Fontenla– preguntó qué debíamos hacer. Surgió entonces la idea de crear una agrupación para la lucha por el derecho al aborto”.

Todo quedó allí hasta que el 8 de Marzo del año siguiente, durante la manifestación en la Plaza de los Dos Congresos, se sumó empuñando su bandera con un rojo vivaz. La convocatoria para su constitución fue inmediata. Sin más, se reunieron Alicia Schejter, María José Rouco Pérez, integrantes de ATEM-25 de noviembre, Laura Bonaparte, referente de Madres de Plaza de Mayo- Línea Fundadora, la histórica feminista Safina Newbery, Rosa Farías, enfermera del Hospital Muñiz, Susana Mayol, la abogada Carmen González y Nadine Osídala.

Asimismo, la CDA ensanchó sus filas al incorporar a varias médicas: Zulema Palma, Susana Mayol, Silvia Cóppola y Alicia Cacopardo. Ahora bien: interesa detenerse en este grupo de médicas que, transcurridos uno años, constituirán sus propias redes y agrupaciones con una consistente presencia a lo largo del recorrido feminista en Buenos Aires. Es decir, que la CDA facultó tanto con su accionar como con la capacitación específica a especialistas de la salud que luego adquirieron un pujante protagonismo en nuevas experiencias relacionadas con las políticas del cuerpo. En realidad, sin proponérselo se convirtió en un espacio preparatorio de figuras feministas con proyección futura.

Por el tenor de sus integrantes se podría suponer que la influencia de aquellas que atravesaron exilios fue determinante para sostener el aborto como la única causa en el horizonte de esta agrupación. Razones no faltaban: Nadine, Cóppola y Coledesky venían de Francia; Bonaparte de México. Esos conocimientos avivaron como ningún otro el legado de las campañas por el “Yo aborté”. Las cuatro sentaban posición por haber intervenido o bien por haber estado impregnadas del efervescente movimiento feminista internacional.

En esos momentos, todas las agrupaciones feministas y de mujeres que asaltaron lo público se definían como una asociación, otras un movimiento, otras como grupo, otras por ser un foro, una casa. No había tantas fórmulas más. En cambio, acá decidieron denominarse “Comisión”. ¿Quién utilizaba el concepto comisión? En realidad, ese destino era ajeno a las tradiciones feministas y familiar a los traqueteos obreros y sindicales. Siempre en el plano de aventurar hipótesis, de todas las integrantes Dora Coledesky era la única que disponía de un curriculum vitae: no solo como militante fabril sino también como obrera en su juventud y en el exilio. Seguramente, imperó su trayectoria a la hora de definir el nombre de la agrupación. Aún queda más, ya que aparecen otros datos que no son para soslayar: este término no se acompaña con el término “mujer” ni tampoco con “feminista” pero sí con “aborto”, la palabra más ninguneada por el feminismo institucionalizado y académico hegemónico.

Como era su costumbre, en la Plaza de los Dos Congresos, la CDA colocaba una mesa con revistas propias y producciones ajenas también. A contra reloj, de 1990 a 1991, el tiempo no les alcanzaba para tantas metas a realizar. Ofrecían charlas en barrios carenciados; intervenían en jornadas organizadas por la Facultad de Medicina, el Colegio de Abogados, el Teatro IFT, el Foro Gandhi, el Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, el Hospital Muñiz, el Sindicato del Personal Civil de la Nación, los Comedores Infantiles y los Centros Culturales del Gran Buenos Aires, entre otros tantos espacios que recorrieron con su mochila al hombro. Sus integrantes participaban en los Encuentros Nacionales de Mujeres, debatían en programas de radios comerciales como alternativas, escribían notas para periódicos y revistas de variado tipo y color, vendían sus publicaciones, recolectaban firmas de adhesión a su anteproyecto de ley, redactaban cartas a los políticos, hacían visitas a la hora del té para tomar contacto con las mujeres que integraban las filas partidarias. Hasta ese instante, se movían en barrios del Cordón Suburbano, en Córdoba, La Plata y la ciudad de Buenos Aires.

Con un gran esfuerzo militante editaron, en 1989, Nuevos aportes sobre el aborto. Los primeros cuatro números fueron fotocopiados, y los cuatro restantes se hicieron en una hoja impresa. Mientras tanto, entre 1990 y 1997 se sumó Prensarios, una recopilación de artículos periodísticos específicos para ser vendidos especialmente en los Encuentros de Mujeres y en la esquina de Callao y Rivadavia.

De las agrupaciones feministas abocadas a la lucha por el aborto legal, ésta fue la de mayor permanencia en la vida pública, y con un alto reconocimiento por parte de los organismos sociales y políticos. Efectivamente, durante casi dos décadas acompañó el surgimiento de nuevos colectivos de jóvenes que asomaban a la causa y también contribuyó con propuestas argumentativas que provocaron las condiciones fácticas para el contexto futuro. Era una organización que, por momentos, recurría a la acción directa. Algunas de sus prácticas rememoraban aquellas pintorescas modalidades de las sufragistas estadounidenses e inglesas de principios del siglo XX. Pese a ello, tampoco desconocían la labor de las investigadoras especializadas en el tema. La mayoría de las veces, con un megáfono en mano y una tarima repleta de publicaciones, se instalaban regularmente con pancartas en la esquina porteña de Callao y Rivadavia, formando codo en la confitería El Molino. Esa fue su parada dos lunes al mes, de 18 a 19:30 horas.

Entre tanto, la figura de Coledesky adquirió un protagonismo cada vez más intenso por sus numerosas intervenciones públicas y por su creciente inserción en el movimiento de mujeres.

Dora Coledesky, el alma mater de la agrupación, se rehusó a los recordatorios que siempre se le quisieron hacer en vida. Ella contaba: “No queremos hacer una historia de la Comisión, ni enfatizar la importancia de su creación. Solamente queremos resaltar la decisión de un grupo de mujeres que se animaron a levantar la voz para tocar un tema tabú, que, aunque rodeado de la más grande hipocresía, forma parte intrínseca de la vida de las mujeres”.

Extracto del libro «Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo» (Capital Intelectual), de Mabel Bellucci que se presentará en la Feria del Libro el domingo 11 de mayo de 18,30 a 20 horas. Sala A.B.C, pabellón Blanco. Agradecemos a la autora su permiso para la publicación

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