4 abril, 2014
El modelo frente a sus límites
Se rompió la ilusión del capitalismo en serio y sin ajuste. Un repaso por las tensiones y los desequilibrios del modelo económico neodesarrollista y un repaso por la coyuntura económica actual.

Se rompió la ilusión del capitalismo en serio y sin ajuste. Un repaso por las tensiones y los desequilibrios del modelo económico neodesarrollista del gobierno nacional y un repaso por la coyuntura económica actual.
De la sintonía fina al ajuste (¿heterodoxo?)
Luego de años de prepararlo y anunciar que nunca se haría, llegó el ajuste. Desde la “sintonía fina” de Noviembre de 2011, el kirchnerismo primero postergó y luego disfrazó como otra cosa, la necesidad del proyecto neodesarrollista de reordenar sus desequilibrios en un intento desesperado de evitar que sus límites le estallen. El capitalismo en serio comenzó a mostrar sus rasgos más perversos, luego del agotamiento de la etapa de recuperación e inclusión fácil. Se prepara desde entonces la transición a un neodesarrollismo radicalizado: un ajuste macroeconómico que carga sobre los hombros del pueblo la batalla por la competitividad.
Desde 2008 los desequilibrios era evidentes. La inflación se acentuaba por el control monopolista transnacionalizado de todas las ramas de la economía y por la estrategia que nos coloca como vendedores de materias primas y commodities básicas. En ese marco, la suba en los términos del intercambio comercial y la lucha social por el ingreso se traducen en inflación. La crisis fiscal se apoya en la decisión de subsidiar al gran capital (sin contrapartidas, ni obligaciones) pero sin ampliar la base impositiva sobre las fuentes de rentabilidad y consumo excedentes. El resultado es una creciente endeudamiento interno (con ANSES y Banco Central) y la presión para (y decisión de) retomar el endeudamiento externo bajo la renovada tutela del FMI. Finalmente, la crisis externa y productiva que resulta de una política económica que decidió dejar en manos del gran capital las principales decisiones de inversión y, de esa manera, luego de años de crecimiento acelerado, enfrenta los históricos límites del capitalismo dependiente: crisis devaluatoria, industrialización trunca y regresividad distributiva.
El kichnerismo ha intentado superar estos límites -sin salirse del proyecto que ha forjado- apelando a la solidaridad de la burguesía local transnacionalizada. La presidenta los ha invitado a invertir apostando por el país, luego de haberse apropiado de millonarias ganancias. La respuesta ha sido clara: desinversión y fuga, acaparamiento de mercancías y atesoramiento especulativo de divisas. En el último año ello se acentuó y la consecuencia ha sido la desaceleración de la inversión, la caída brutal en las reservas del Banco Central, el estancamiento económico y la profundización de los límites del “modelo”.
Transición en camino
Los sectores dominantes están decididos a crear las condiciones para que el próximo gobierno de los “partidos del orden” sea el gobierno de la radicalización productivista y competitiva del neodesarrollismo. El kirchnerismo busca llegar al 2015 allanando ese camino, acelerando la transición desde fines de 2013.
El nuevo índice de precios da cuenta del camino elegido hace meses. En el primer bimestre, los trabajadores perdieron más del 3% del valor de su fuerza de trabajo (y por tanto, su poder de compra) con una inflación de 7,1% (a pesar de los “precios cuidados”) frente a salarios que subieron 3,49%; el impacto es aún mayor para los beneficios de la Asignación Universal que no se ajustan desde hace meses. A esto se suma la decisión de acelerar el ajuste en las tarifas de los servicios públicos por la vía de la reducción de los subsidios, con un impacto directo en los ingresos populares, mientras se mantienen los subsidios y la “promoción” al conjunto de las empresas manufactureras, las automotrices, las mineras y las armadurías en Tierra del Fuego. En paralelo, la economía se estanca y la devaluación y suba de tasas de interés contribuyen a acentuar el proceso. La industria cae 0,5% en el último año y la actividad de la construcción se desploma un 5,2%; como resultado, el crecimiento anual ha sido sólo 1,2%, insuficiente para generar los empleos que incorporen a los jóvenes que se suman anualmente a trabajar. La devaluación brusca y no compensada (sin protección a los salarios y beneficios sociales) redunda en una violenta redistribución de ingresos a favor de las empresas, en especial las más grandes, transnacionales y exportadoras.
Incapaz de salirse del corcet que construyó, el gobierno busca complementar la devaluación y compensar parcialmente sus afectos recesivos intentando impulsar un salto inversor de parte de quienes se han negado a hacerlo por su propia voluntad: el gran capital transnacional. Para ello busca cerrar prontamente las puntas abiertas en la reestructuración de la deuda externa, que ya lleva diez años: la búsqueda de un acuerdo con el Club de Paris (de países acreedores, como Francia y España) va en ese sentido, y complementa la decisión de pagar a REPSOL por la expropiación de YPF, la permanencia en el ámbito del CIADI (corte del Banco Mundial para defender los intereses de las transnacionales frente a los Estados) y la aceptación de sus fallos millonarios en contra del país. YPF se encuentra a la cabeza de esta reafirmación del camino de la dependencia: avanza en los acuerdos con las multinacionales del petróleo, como la francesa Total (convenio directamente ligado a la “solución” de la discordia con el Club de Paris), para la explotación de Vaca Muerta.
La batalla de hoy, prepara la de mañana
Ante la evidencia de la crisis en el neodesarrollismo, el pueblo trabajador despliega la resistencia. Primero, rearfimando la necesidad, en lo inmediato, de frenar el ajuste salarial que la inflación y la política de paritarias tuteladas. La lucha docente en la provincia de Buenos Aires consiguió un triunfo parcial (ya que no alcanza a dignificar en lo salarial la tarea docente) pero significativo (pues supera en mucho el punto de partida, menor al 25% y por debajo de la inflación). El mismo pone sobre la mesa el papel clave de la movilización y la unidad en la acción, y la necesidad de superar la barrera que imponen las burocracias sindicales.
Este es un hito en las luchas futuras de los y las trabajadores de la educación y establece un punto de referencia de objetivos y prácticas para el conjunto del pueblo en lucha. Segundo, la desaceleración económica y la alta inflación ponen sobre el tapete la necesidad de defender los puestos de trabajo hoy en riesgo así como los ingresos de las familias trabajadoras. Están a la orden del día la necesidad de suspender los despidos, anular el ajuste de los alquileres para viviendas y la ampliación del alcance y urgente actualización del conjunto de los beneficios de la seguridad social (asignaciones familiares, asignación universal, jubilaciones y pensiones).
Mariano Féliz
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