3 abril, 2014
DT combatiente
Omar De Felippe es hoy el técnico de Independiente. Pero hace 32 años, cuando era jugador de las inferiores de Huracán, se convirtió en uno más de los pibes enviados a la Guerra. Cuenta que le costó 7 años hablar de lo que vivió en las Islas, pero no se olvida.

Omar De Felippe es hoy el técnico de Independiente. Pero hace 32 años, cuando era jugador de las inferiores de Huracán, se convirtió en uno más de los pibes enviados a la Guerra. Cuenta que le costó 7 años hablar de lo que vivió en las Islas, pero no se olvida.
El 3 de abril de 1982, Omar de Felippe cumplió 20 años. El día anterior, Galtieri dio la orden y Argentina invadió las Malvinas. Cuatro días después, el entonces jugador de las divisiones inferiores de Huracán estaba en viaje hacia las islas. Hacía poco había terminado la colimba y formó parte del conflicto como soldado raso hasta el mismo 14 de junio en que la guerra terminó.
“Más allá de la familia, fue el fútbol lo que me salvó la vida. Era mi motivación para seguir después de haber vuelto. La guerra y el fútbol no tienen nada que ver”. Aquel que aún dude de la potencia de la pelota como fenómeno social que excede a su carácter inicial de deporte, e incluso al de entretenimiento, lea esas declaraciones del hoy técnico de Independiente. Justamente en este momento, en que la realidad lo encuentra en un club prendido fuego, la segunda parte de la cita reconforta.
Su carrera dentro de las canchas se extendió por más de 15 años. Debutó en el Globo, luego pasó por Olimpo y Villa Mitre en Bahía Blanca, volvió a Parque Patricios, pasó por Arsenal –que todavía era un equipo del ascenso-, por Once Caldas de Colombia –que lejos estaba de ganar la Libertadores-, y se retiró nuevamente en el Aurinegro bahiense.
Hizo el curso de técnico y a fines de los ’90 comenzó en inferiores de Atlanta primero, de Huracán después. Arrancó a trabajar como ayudante de campo de Julio César Falcioni en 2000, y a su lado pasó por Vélez, Olimpo, Banfield, Independiente, Colón y Gimnasia. Finalmente se largó solo en el 2009, en uno de los clubes más importantes de su vida, allá en Bahía. Al año siguiente ascendió a Primera, pero la trituradora de carne que es la “A” se lo devoró bastante rápido.
La nueva chance le llegó con Quilmes, que había quedado en banda luego de que Ricardo Caruso Lombardi dejara al Cervecero en el Nacional B para irse a hacer su magia a San Lorenzo de Almagro. El resultado en el Sur del Gran Buenos Aires fue el mismo que el de su primera experiencia: ascenso. Esta vez si logró consolidarse en la máxima categoría, hizo dos buenas campañas y logró la permanencia con comodidad, pero peleado con los dirigentes decidió irse.
Finalmente se encontró dirigiendo a un equipo grande, aunque seguramente no de la manera que deseaba. Independiente arrancó desastrosamente su primera temporada en la B y rápidamente se quedó sin técnico por la salida de Brindisi. Ahí apareció De Felippe, un “experto en el ascenso” con apenas dos campañas en la segunda división. Allí se encuentra ahora, intentando devolver al Rojo a la Primera.
Dice que le llevó siete años hablar de la guerra. Su historia no se hizo conocida para el mundillo de la pelotita hasta hace poco tiempo. Él, 32 años después, no se olvida. “Homenajeo a los que volvieron y a los que quedaron allá. Es importante que no se olvide, que las nuevas generaciones que no vivieron esa época lo sepan».
Nicolás Zyssholtz – @likasisol
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