26 marzo, 2014
El Rojo nunca toca fondo
Crisis dirigencial con rumores de renuncia del presidente incluidos, marchas opositoras, el jefe de la barra que quiere ser presidente, ocho partidos sin ganar en la B Nacional y el ascenso que corre riesgo. ¿Qué más le puede pasar a Independiente?

Crisis dirigencial con rumores de renuncia del presidente incluidos, marchas opositoras, el jefe de la barra que quiere ser presidente, ocho partidos sin ganar en la B Nacional y el ascenso que corre riesgo. ¿Qué más le puede pasar a Independiente?
El 15 de junio de 2013 todos los hinchas de Independiente pensaron que era el día más negro de la historia plagada de éxitos del club. Ese día se concretó el primer descenso de la historia del Rojo, tras perder en el Libertadores de América con San Lorenzo. No sabían entonces que el final del túnel estaba muy lejos, tanto que hoy, nueve meses después, todavía no lo pueden encontrar.
Es difícil evitar los lugares comunes y no decir que el Diablo “es un infierno”, o que el Rojo “arde”. Las cosas difícilmente podrían ir peor. Desde la primera fecha del Nacional B, cuando el equipo dirigido en ese momento por Miguel Brindisi perdió con el recién ascendido Brown de Adrogué, quedó claro que ese no sería un año fácil. Y con 30 partidos del campeonato jugados, está más que claro: Independiente no gana desde la fecha 22 y en este momento debería jugar un desempate con Instituto para definir el tercer ascenso, e incluso puede ser superado por Crucero del Norte, si los misioneros ganan el partido pendiente que tienen con Almirante Brown.
Tras la derrota del último lunes en Junín, ante Sarmiento, los eventos terminaron de precipitarse. Javier Cantero, presidente que comenzó con un gran apoyo popular –como símbolo de una gestión honesta que venía a barrer con la corrupción que había generado su predecesor, Julio Comparada-, en especial por su abierta pelea contra la barra brava, hace tiempo que perdió el favor de los hinchas. Los problemas económicos persisten (uno de los veteranos del plantel, Cristian Tula, dijo el martes que el dirigente admitió que “no podían pagarles”), los barras siguen en el club y la realidad deportiva no podría ser peor.
Luego del partido el presidente se encerró en el vestuario visitante del Estadio Eva Perón, pero los rumores que comenzaron a correr fueron en contra de la lógica del mundillo del fútbol. No se hablaba de la renuncia del entrenador, Omar De Felippe, sino de la de Cantero. La mayoría de los medios de comunicación la dieron como un hecho, y la sede del club en la Avenida Mitre apareció pintada con consignas de “Chau Cantero”. Sin embargo, el mandamás finalmente negó su salida.
Mientras el run-run se hacía sentir, en la sede apareció, frente a las cámaras de todos los canales, ese personaje grotesco que lidera la barra brava del Rojo, Pablo “Bebote” Álvarez. Escondiendo la cara en un casco de motociclista, aseguró que traía 200 mil pesos para asociar 500 personas, a fin de formar una agrupación que le permita presentarse a las próximas elecciones y ser el nuevo presidente de Independiente.
Y fuera del absurdo dirigencial, el equipo de fútbol no tiene respuestas y la posibilidad de seguir un año más en la B Nacional es más que plausible. 11 triunfos, 12 empates y 7 derrotas no es suficiente para el que supo ser el Rey de Copas. Pero lo peor no es la actualidad, sino el futuro, que se ve negro como siempre se dijo es el paladar de los hinchas del Rojo.
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