América Latina

20 marzo, 2014

Impresiones de cambio

Evo Morales asumió el gobierno de Bolivia el 22 de enero de 2006. Se repite -y no por eso deja de ser necesario- que se trata del primer presidente indígena del país, nada despreciable en un territorio donde más del 60% de su población es de origen indígena. Lo que sucede en Bolivia hace ocho años es conocido como Proceso de Cambio, un título sugerente y acertado.

Evo Morales asumió el gobierno de Bolivia el 22 de enero de 2006. Se repite -y no por eso deja de ser necesario- que se trata del primer presidente indígena del país, nada despreciable en un territorio donde más del 60% de su población es de origen indígena. Lo que sucede en Bolivia hace ocho años es conocido como Proceso de Cambio, un título sugerente y acertado.

 

Los primeros cambios -que fueron la base desde donde se impulsaron los otros- son dos: en 2006 la nacionalización de los hidrocarburos y en 2009 la Asamblea Constituyente, la cual culminó el 22 de enero de 2010 con la fundación del Estado Plurinacional de Bolivia. Esto no se trata sólo de un nombre bonito. En el camino de esa transformación -de República a Estado Plurinacional- es donde el cambio va marcando sus huellas.

El proceso de cambio en Bolivia es subterráneo -no escondido, sino desde las raíces-. La gestión del gobierno de Evo Morales ha tenido resultados indiscutibles. La economía boliviana se erige como una de las más estables en el continente y no se trata de escuchar a sus voceros, sino incluso leer los informes de organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, a los que no podemos acusar de simpatizantes de Morales.

Su modelo económico, denominado social, comunitario y productivo, fue diseñado por bolivianos y para bolivianos, según segura uno de sus artífices, Luis Arce Catacora, ministro del área. El gobierno decidió usar este potencial económico en mejoras para la población y saltos para el país.

Retratos

Lucía Justo tiene 83 años, es aymara y trabaja en un puesto de golosinas en la calle, a una cuadra de la Plaza Murillo en el centro de La Paz. Desde 1958 atiende el local, sale de su casa a las 6.30 y llega a las 19. “Si no fuera por ese bono dignidad, que hubiera hecho yo, como hubiera vivido”, cuenta Lucía con la voz firme pero rasgada por la edad. La Renta Dignidad es una jubilación universal que reciben todos los mayores de 60 años. Son casi un millón de adultos mayores que perciben este bono, que garantiza la cobertura del 97% de los jubilados.

“Yo muy feliz, me ayuda mucho, muchísimo para mi hija, con sus pañales y alimentos”, dice tímidamente Teresa Quispe, con su beba de 2 años en brazos. Vive en la ciudad de El Alto y desde que quedó embarazada, cada dos meses se dirige al Centro de Salud de Villa Ingenio; si acude a sus controles médicos hasta que su hija cumpla los dos años, el Estado le otorga mensualmente el Bono Juana Azurduy. Hasta la fecha esta iniciativa ha beneficiado a más de 400.000 madres y 600.000 niños.

Una tarde, mientras Noelia Paz le da la merienda a su pequeña hija, tocan la puerta de su casa en Villa Adela, ciudad de El Alto. En la entrada la esperan Leslie Ramírez, médica graduada en Cuba y Gisber Mamani, enfermero. Ambos jóvenes son parte del proyecto Mi Salud, un programa piloto que busca revolucionar el sistema de salud pública. Equipos de médicos recorren los barrios, casa por casa, para brindar atención médica primaria y preventiva.

“Es un proyecto grande abarcador, muy sacrificado, pero creo que vale la pena”, asegura Leslie luego de atender a Noelia, que está atravesando un embarazo de riesgo, “creo que como país estamos creciendo más, de esa manera, porque lo más importante es la salud”, afirma la reciente y futura mamá. El programa apunta a generar núcleos de medicina comunitaria, “nuestro objetivo es llegar a la familia y estar en medio de ella, saber que acoge a la familia, porque sabemos que la familia es la comunidad entera”, nos explica el enfermero Mamani.

Estas pequeñas historias de grandes proyectos, se suman a otras iniciativas de gran envergadura.

Hace menos de 3 meses Bolivia lanzó al espacio el Satélite Tupac Katari. “Lo inimaginable se está plasmando”, dice un hombre en La Paz. Además de mejorar las comunicaciones, y aplicar la telemedicina, el satélite conectara a un tercio de la población que vive en áreas rurales remotas y territorios de muy difícil acceso.

Expertos bolivianos ya están trabajando en la creación de la Comisión de Energía Atómica. Bolivia ingresará en el campo nuclear para usos medicinales y generación de energía.

En abril los cielos de La Paz y El Alto serán surcados por unas cabinas rojas, verdes y amarillas. Se trata de Mi Teleférico, el sistema urbano aéreo de transporte más grande del mundo, que conectará a estas dos ciudades de un millón de habitantes cada una, con un tránsito humano muy grande.

Creer

“Los bolivianos ahora creemos, creemos que somos capaces de hacer las cosas, creemos que estamos para cosas mucho más grandes”, afirma César Dockweiler, coordinador general del teleférico. En estas palabras se condensan los dos mayores logros de Evo Morales: las políticas sociales con beneficios directos y palpables para la población y el fuerte impacto en el imaginario social.
“Cuando he escuchado la noticia de que se iba a lanzar el satélite me pareció una más de esas promesas políticas”, sostiene una joven estudiante en las escaleras de una plaza. “Hemos sabido soñar, pero con presidentes anteriores estábamos totalmente olvidados, no se podía pensar, ahora este presidente ha tenido esa visión para ir más adelante”, agrega un hombre mayor en la misma Plaza.

Un recorrido por Bolivia constata una sensación: los bolivianos levantaron la cabeza y nunca más la bajarán. Y el gran logro de Evo Morales tiene que ver con eso, la recuperación de la identidad y la construcción de la soberanía. Hoy los bolivianos “se la creen”, un pueblo que nunca se ha acostumbrado a la sumisión, gestador de grandes luchas y revoluciones, pero subyugado y devastado una y otra vez.

No es que este gobierno haya descubierto nada que los bolivianos no supieran. Lo que hizo este gobierno fue levantar las banderas que estaban pisoteadas, asumir la bolivianidad y construir junto a las comunidades una nueva forma de gobernar. “Evo ha logrado condensar muchos elementos en su liderazgo individual y un liderazgo que representa un colectivo muy importante, yo creo que Evo nos ha interpelado él como persona, nos ha interpelado culturalmente, porque mucha gente se siente identificada con él, independientemente de comulgar o no comulgar ideológicamente”, afirma César Navarro, delegado presidencial para la Agenda Patriótica 2025.

Evo Morales no es perfecto, pero es lo más parecido a sí mismo que tiene el pueblo de Tupac Katari. Que se levantó y fue millones.

 

Gabriela Gurvich, desde La Paz – @GabrielaGurvich

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