Europa

19 marzo, 2014

Crimea elige a Rusia, pero la disputa sigue

El referéndum en Crimea no arrojó ninguna sorpresa y más del 95% de los votantes apoyó la anexión a Rusia. Esta se solicitó formalmente el lunes y el día de hoy Rusia ratificó la anexión. Cabe aclarar que sólo Rusia considera legal este proceso en tanto Ucrania, la Unión Europea y los Estados Unidos lo rechazaron.

El referéndum en Crimea no arrojó ninguna sorpresa y más del 95% de los votantes apoyó la anexión a Rusia. Esta se solicitó formalmente el lunes y el día de hoy Rusia ratificó la anexión. Cabe aclarar que sólo Rusia considera legal este proceso en tanto Ucrania, la Unión Europea y los Estados Unidos lo rechazaron.

Tras el derrocamiento del presidente Viktor Yanukóvich, algunas regiones ucranianas se mostraron contrarias a las nuevas autoridades. Crimea fue el caso paradigmático.

La península fue entregada a la República Socialista Soviética de Ucrania en 1954 por Nikita Kruschev y allí quedó cuando la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se desintegró. Habitada por dos millones de personas, tiene una abrumadora mayoría de población étnicamente rusa (60%), que supera con margen a los ucranianos y a los tártaros de Crimea. Además, los lazos con Rusia se mantuvieron dado que en la ciudad de Sebastópol, que tiene un estatus especial, se encuentra la sede de la flota rusa del Mar Negro.

Reviviendo el duelo Oeste vs Este

La provincia de Crimea es la única autónoma en Ucrania y antes de la caída de Yanukóvich su Parlamento había emitido un comunicado anunciando que solicitaría la ayuda de Vladimir Putin si los disturbios continuaban. El conflicto entre esta región y el gobierno transitorio de Kiev se internacionalizó cuando, tras la partida de Yanukóvich el 22 de febrero, tropas sin insignia, pero plausibles de identificarse como rusas, se desplegaron por el territorio de la península ocupando la capital, Simferópol, aeropuertos, edificios gubernamentales y rodeando bases militares ucranianas. Estados Unidos, la Unión Europea y el gobierno interino de Ucrania acusaron a Rusia de planear invadir a su vecino.

Vladimir Putin sostuvo en esos días que “lo único que hemos hecho es reforzar la protección de nuestras instalaciones”, aduciendo que en Kiev había ocurrido un golpe de estado “fascista”, según consignaba el sitio Rusia Hoy. Y aclaraba que “nosotros tenemos un acuerdo con el presidente legítimo de Ucrania, Víktor Yanukóvich, que prevé la ayuda militar para la protección de los ciudadanos de Ucrania”.

Sin embargo, para Barack Obama, las acciones de Putin violaron las leyes internacionales. Por eso emprendió una serie de sanciones contra diversos funcionarios rusos y ucranianos que estan implicados en los hechos. Sin embargo, le costó encontrar apoyos en la UE para encarar una ofensiva económica y diplomática que permita aislar a Rusia. Y en esto tiene que ver la cuestión del gas ruso.

En efecto, el 30% del gas que la UE importa es ruso y llega a una quincena de países europeos. La proporción que en estos países tienen del mismo es variable. En Alemania, llega a ser del 40%. Por ende, embarcarse en una guerra económica podría ser contraproducente para los países del bloque. Y lo mismo puede decirse de Moscú. El negocio del gas deja muchos miles de millones, que nadie quiere perder, además de los distintos productos que Moscú importa de Europa.

Finalmente, la semana pasada la UE pareció animarse a más. Según consignó El País, el ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, señaló que si Moscú no da señales de querer rebajar la tensión “habrá otras sanciones que podrían adoptarse”. Estas apuntarían a dirigentes rusos, e incluyen según Fabius la “congelación de bienes personales de rusos y ucranianos y sanciones en materia de viaje y visados”.

El viernes pasado el encargado de las Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, y el Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, tuvieron una larga reunión de 6 horas, en la que no pudieron llegar a un acuerdo. Ahora, con el referéndum consumado, habrá que ver qué rumbos toma esta disputa, que tiene su capítulo militar. La OTAN trasladó aviones de combate a Polonia y a Lituania, mientras que Rusia hizo lo propio en Bielorrusia.

Crimea independiente

Entre tanto, con una participación amplia y, según observadores, sin irregularidades, este domingo la población de Crimea fue a votar en un referéndum en el que había que escoger entre dos opciones: «¿Está usted a favor de la reunificación de Crimea con Rusia como parte de la Federación Rusa?», o «¿Está usted a favor de restablecer la Constitución de 1992 y el estatus de Crimea como parte de Ucrania previsto en ella?».

Esto implicaba que la situación actual de Crimea no se mantendría, ya que la eventual vuelta a la Constitución de 1992, adoptada tras la desintegración de la Unión Soviética y rápidamente anulada por las autoridades de la Ucrania postsoviética, implicaría la independencia de facto de Crimea, aunque formalmente seguiría formando parte de Ucrania.

Pero el voto por la opción rusa fue abrumador. Los manifestantes se reunieron para celebrar en la plaza Lenin, de Simferópol. El Parlamento de Crimea había preparado el terreno la semana pasada, votando la independencia de la península. Mientras tanto el Parlamento ya aprobó una ley para permitir la incorporación de nuevos territorios. Los crimeos se sostienen en las elecciones que posibilitaron, en 2008, que Kosovo se declare independiente de Serbia. Hoy día, Rusia no reconoce a ese país, donde la OTAN posee una gran base militar.

Para la UE y EEUU, en cambio, la votación en Crimea no admite esa comparación. Consideran que la presencia de tropas rusas vicia completamente el proceso democrático, además que abogan por la conservación territorial de Ucrania. El gobierno interino en Kiev ha mostrado su contundente rechazo a la partición del país. El primer ministro, Arseniy Yatseniuk sostuvo que “la tierra arderá bajo el pie de los separatistas”.

Pero en Crimea, pocos han mostrado su rechazo al acercamiento a Rusia. Han sido, sobre todo, representantes de los tártaros de Crimea, que fueron desterrados de estas tierras hacia el Asia Central una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, por órdenes de Stalin, en un proceso que dejó muchos muertos. En los ‘80 comenzaron a volver y hoy son cerca del 15% de los habitantes de la región. Líderes políticos y religiosos declararon su oposición a la anexión y llamaron a boicotear el referéndum. Entre ellos, integrantes del parlamento ucraniano.

Por otra parte más regiones ucranianas del este del país, con mayoría rusa, han mostrado su intención de imitar a la península. Recientemente se han vivido enfrentamientos con muertos de por medio entre simpatizantes del régimen de Kiev y quienes apoyan un acuerdo con Rusia en Donetsk y en Járkov.

Las aristas del conflicto son muchas. El derecho a la autodeterminación de los pueblos queda sumergido en el marco de una disputa geopolítica entre grandes potencias mundiales. Estados Unidos y la Unión Europea quieren a Ucrania, para estrechar más el cerco contra Rusia. Y a su vez, este Estado mantiene su intención de seguir a la cabeza de los países que fueran parte de la URSS. En el medio, el territorio de Ucrania parece próximo a desgarrarse, poniendo en cuestión su viabilidad como Estado nación con las fronteras actuales.

 

Matias Figal

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