24 abril, 2015

Universidad de La Matanza: Policías antes que doctores

Este miércoles el gobernador Daniel Scioli asistió a la graduación de nuevos policías que estudiaron en la Universidad de La Matanza. Los debates sobre su formación y las facilidades que brinda el Estado para que las y los jovenes se dediquen a esta profesión en desmedro de otras opciones.

El miércoles 22 de abril en la Universidad Nacional de La Matanza se llevó a cabo el acto para dar la bienvenida a los nuevos aspirantes para la Policía Local. También fue el egreso de quiénes ya habían terminado su formación.

Esta nueva policía se suma a las ya presentes en el municipio: la Bonaerence, Policía 2 y Gendarmería. A poco de cumplirse tres años del día en que el Municipio de La Matanza anunció con orgullo que comenzaba la inscripción de “Policías Universitarios” enmarcados en el paradigma de los derechos humanos, la perspectiva de género y la cercanía ciudadana, hoy en día se han abierto varios debates al respecto.

En primer lugar, el hecho de que los aspirantes estudien dentro de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), no ha mostrado cambios en su formación y accionar una vez recibidos. En un comienzo se justificó el ingreso de la policía a la Universidad planteando que era un avance el contacto con la ciudadanía desde el comienzo de su formación.

“Buscamos formar policías de proximidad, que conozcan a los barrios y los vecinos. Queremos que lleguen con una impronta nueva, una formación que va a hacer eje en la violencia de género, los derechos humanos y la protección de las familias”, afirmó el intendente Fernando Espinoza. Lo que no aclaró es que el único contacto que tuvieron y tienen los futuros policías con la comunidad educativa es que esta los vea marchar uniformados, cursar en sus aulas o usar su gimnasio. En otras palabras, la relación de las futuras fuerzas de seguridad con la universidad en el mero uso de sus instalaciones, no tienen materias ni docentes que garanticen las perspectivas de género y derechos humanos y su formación es la misma que en la academia policial. No por cursar en el edificio de la universidad su formación es universitaria.

A su vez hay que tener en cuenta que desde la Reforma Universitaria de 1918, y Noche de los Bastones Largos mediante (1966), las fuerzas de seguridad no pueden ingresar legalmente a las instituciones de educación superior. Tanto a la provincia, como al municipio y a la UNLaM, ese detalle se les pasó por alto.

Otro punto a considerar es que la policía en la Universidad es parte de una apuesta política del Estado en todos sus niveles, municipal, provincial y nacional, para responder al reclamo de seguridad, tanto en el incremento concreto de efectivos, como en la pantalla mediática que se crea para respaldarlo.

El Estado paga un sueldo a los aspirantes mientras estudian, les da las viandas, vestimenta y un espacio privilegiado para que almuercen, todo lo que desea un universitario en su proceso de formación. Si miramos hacia el resto de la Universidad y vemos la realidad de los y las que quieren ser médicos, economistas, politólogos, comunicadores sociales, trabajadores sociales, enfermeros, etc., ninguno recibe una beca que se asimile a un sueldo, ni menos comida y vestimenta, para ellos y ellas la vida universitaria termina siendo muy costosa, entre apuntes y viáticos no hay plan Progresar que pueda cubrir estos gastos.

La UNLaM termina así siendo un claro ejemplo de prioridades educativas, el incentivo de $900 que puede conseguir un joven que desea ser médico no tiene comparación con las facilidades que tiene sí decide ser policía.

A partir de esto nos preguntamos ¿Quiénes eligen y por qué estudiar para policía? La gran mayoría de los y las jóvenes que deciden alistarse son de los barrios más humildes de La Matanza. Barrios donde la policía golpea y hasta desaparece pibes como sucedió con el famoso caso de Luciano Arruga. Donde es muy probable que la mayoría de los futuros policías tenga algún familiar, amigo o conocido que lo haya matado la policía y de seguro han sido parados alguna vez por la misma.

Para estos jóvenes acceder a un trabajo y un sueldo digno es una odisea, es claro que la oferta de estudiar dos años, que te paguen un sueldo y tengas todas las facilidades es muy viable ante estas dificultades. Si a esto le sumamos lo difícil que es el acceso real a una carrera universitaria tanto en lo económico como en lo educativo -la distancia académica entre los secundarios y la universidad es cada vez más alta- y que lo que son carreras más cortas y hasta de más cercanía geográfica como la docencia están totalmente desprestigiadas por la sociedad, se termina convirtiendo en un callejón donde las salidas son cada vez más complicadas.

Entonces ¿qué opción les está dejando el Estado a una población a la que siempre estigmatizó, excluyó y agredió tanto simbólica como materialmente? Ser Policía no puede ser la única opción.

Marco Forestieri y Bertila Bassani

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