29 noviembre, 2021
FMI, ajuste, responsabilidades y la salida de la crisis en juego
En una nueva carta Cristina Fernández pidió responsabilidad a la oposición y envió señales al bloque oficialista de cara al debate sobre el acuerdo con el fondo que se viene en el Congreso. ¿Es posible cumplir con el organismo y a la vez crecer económicamente con inclusión social? ¿Hay voluntad para una alternativa independiente al tutelaje del Fondo?

La pulseada con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la reestructuración de los pagos de la deuda adquirida por Mauricio Macri en 2018 es y será el tema central para la Argentina en los años por venir. De lo que en los próximos días decida el Congreso nacional depende el futuro de todos los argentinos y argentinas para salir de una de las peores crisis del siglo XXI.
Lo que está en juego son los recursos con los que contará el Estado argentino para revertir los actuales índices de pobreza e indigencia, recuperar el salario real y volver a incluir a millones que en estos años se cayeron del mapa.
En este contexto la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner volvió a sentar posición con una nueva carta publicada este sábado dirigida a los medios, la oposición e incluso el fondo, actores que especularon con su silencio. Y también con un recordatorio para Alberto Fernández.
En la misma recordó que a partir de la sanción de la Ley de Fortalecimiento de la Sostenibilidad de la Deuda Pública «la totalidad de las fuerzas políticas de ambas coaliciones asumió la responsabilidad de decidir si se aprueba o no, lo que el Poder Ejecutivo negocie y acuerde con el FMI».
También llamó a la oposición a hacerse cargo y ser responsables de una deuda que ellos mismos generaron y enfatizó en respuesta a titulares de la prensa hegemónica que «la lapicera no la tiene Cristina… siempre la tuvo, la tiene y la tendrá el Presidente de la Nación».
A su vez aclaró «que nadie está hablando de desconocer deudas» y rememoró que el kirchnerismo «tiene un atributo histórico que es el de haber pagado las deudas que generaron otros gobiernos. Basta recordar una vez más la cancelación de la deuda con el FMI llevada a cabo por Néstor Kirchner, así como también la reestructuración de deuda llevada a cabo en 2005 y en 2010 con acreedores privados, con la quita más grande de capital e intereses de la que se tenga memoria».
Y trajo al presente un extracto de un discurso del propio Alberto Fernández del 9 de Julio último donde el mandatario dijo, entre otras cosas: «Nunca esperen de mí que firme algo que arruine la vida del pueblo argentino, nunca, nunca. Y espero que me entiendan, porque si alguien espera que yo claudique ante los acreedores o que claudique ante un laboratorio, se equivoca. No lo voy a hacer. Antes me voy a mi casa, porque no tendría realmente cara para entrar en esa sala si hiciera algo semejante». ¿Una señal para el bloque propio?
Como expresó el periodista Alejandro Bercovich en las redes, en la misiva parece que «Cristina aclara que no planea acaudillar ninguna resistencia contra el pacto con el FMI e insta elípticamente a la oposición a apoyarlo en el Congreso, aunque advierte que puede ser desastroso».
Tal como anunció Alberto Fernández minutos después de conocerse los resultados de las elecciones legislativas, en los próximos días se debatirá en el Congreso el «Programa económico plurianual para el desarrollo sustentable» donde todas las fuerzas políticas discutirán el acuerdo con el fondo.
Al respecto, la vicepresidenta dijo en la carta que «la definición que se adopte y se apruebe» en este debate en el parlamento «puede llegar a constituir el más auténtico y verdadero cepo del que se tenga memoria para el desarrollo y el crecimiento CON INCLUSIÓN SOCIAL (sic) de nuestro país».
Como ya se sabe, el FMI exigirá el cumplimiento de determinadas metas fiscales (ajustes recesivos que recaen en el bolsillo de la gente) y el aumento de las exportaciones con un valor del dólar que las favorezca para así asegurarse los dólares que el país deberá pagarle. Pero ¿hay un plan alternativo y autónomo distinto al que hasta ahora llevó a cabo el gobierno sin éxito y realizando un ajuste que le costó un revés electoral en las elecciones legislativas y desató una crisis interna?
Resta ver qué terminará imponiéndose en esta encrucijada con el FMI: si se sigue como hasta ahora o se asume una iniciativa más confrontativa hacia los condicionamientos del organismo para evitar que lleven al país a una crisis mayor y devastadora para las condiciones de vida de todos.
¿Hay alternativa al tutelaje del Fondo?
La posición del FMI ya rechazó el pedido del gobierno de sobre un programa EFF (Extended Fund Facility) de 10 años para pagar la deuda como así también será rechazada la propuesta de eliminar sobreintereses que el gobierno llevó días atrás a la reunión del G20. Todo parece indicar que el fondo quiere dólares rápido para que Argentina comience a cancelar su deuda. Dólares que no existen y que se buscan generar con superávit fiscal sin que el costo recaiga en las ya castigadas mayorías populares. ¿Es posible?
Por otra parte, el organismo como también el poder económico ligado al sector exportador presionan por achicar la brecha entre el dólar oficial y el blue lo que implica una devaluación con las consecuencias que esto acarrea en el bolsillo del pueblo.
En una economía con un perfil primario exportador como la argentina donde los productos primarios representan más de 50% de las exportaciones de actividades derivadas del agronegocio o la megaminería (soja, maíz, minerales, etc), entre otras, está claro de donde van a salir las divisas que hoy no están.
En este sentido, en los próximos días también se discutirá un Plan Agroindustrial que todo indica que apunta a consolidar aún más el agronegocio y los extractivismos. La urgencia de aumentar la reservas en dólares para cumplir con el FMI ¿dará lugar a debatir otras alternativas que priorizen la emergencia social y ambiental por sobre los condicionamientos del pago a una deuda que se destinó a financiar la fuga de capitales de empresarios y bancos a sabiendas del propio organismo?
Asimismo, la posición del gobierno en esta negociación crucial para el futuro del país parece bastante debilitada y con escaso margen de maniobra. Con una oposición envalentonada y poco dispuesta a asumir su responsabilidad sino más bien con una actitud de especulación política de cara al 2023 y un FMI intransigente, el panorama es complejo.
Más si se le suma la negativa del gobierno a lograr consenso social y volumen político con la movilización social en las calles para pelear por un plan de desarrollo soberano que no se someta al tutelaje del organismo, investigar la deuda y el destino de los fondos y avanzar con más decisión en la querella criminal contra los responsables de esta deuda impagable que hipoteca el futuro de todos y donde el propio FMI tuvo una cuota de responsabilidad para nada menor.
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