Nacionales

17 noviembre, 2021

El Día de la militancia y la encrucijada con el FMI

En conmemoración del Día de la militancia, la CGT y las organizaciones sociales y políticas del Frente de Todos realizarán un masivo acto en apoyo al gobierno en el marco de una negociación con el FMI que condensa las tensiones de la coalición oficialista para salir de la crisis y cuyo desenlace es crucial para el futuro del gobierno y las y los argentinos.

A 49 años del regreso de Perón a la Argentina y a días de los resultados de las elecciones legislativas que dieron motivos de festejos para el oficialismo y la oposición, bajo la consigna “Todos Unidos Triunfaremos” se espera para esta tarde una masiva movilización a Plaza de Mayo de la CGT y las organizaciones del Frente de Todos (FDT) con el objetivo de mostrar unidad y relanzar al gobierno. 

El acto tendrá como orador al mismo Alberto Fernández y desde el oficialismo esperan una concurrencia de más de 100 mil personas.

Se viven días cruciales marcados por las negociaciones y los acuerdos que el gobierno nacional alcance con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En este sentido, el presidente en su discurso grabado después de conocerse los resultados de las legislativas, anunció para las primeras semanas de diciembre el envío al Congreso de un proyecto de ley que explicite el «Programa económico plurianual para el desarrollo sustentable» que a su vez contemplará «los mejores entendimientos que nuestro gobierno haya alcanzado con el staff del FMI». 

Para ello se busca lograr un «acuerdo nacional» acordando “una agenda tan compartida como sea posible” con la oposición. Por el momento muchos de sus principales referentes declararon públicamente no estar dispuestos al diálogo con el oficialismo.

Será en el Parlamento, con el bloque oficialista incluido en la discusión, donde se debatirán y propondrán modificaciones a la estrategia de negociación del FMI para reestructurar la deuda impagable y heredada del gobierno de Mauricio Macri. De las resoluciones que tenga este tema dependen el futuro del gobierno y la suerte de todos y todas las argentinas en una crisis que empeora cada vez más las condiciones de vida de la mayoría con epicentro en una inflación que no cede.

Por parte del FMI, todo hace prever que rechazará el pedido de eliminación de los sobreintereses para países hiperendeudados, una cuestión que el gobierno insistió mucho logrando un apoyo moderado del G20, y se mantendrá firme en sus clásicas recetas de ajuste y déficit cero con las consecuencias políticas y socioeconómicas que ya se conocen en Argentina y en otros países que estuvieron sometidos al tutelaje del organismo.

Cabe recordar que esta postura se vio reforzada por las declaraciones injerencista de Marc Stanley, futuro embajador estadounidense para Argentina, que incluyeron hasta burlas hacía el país. Estados Unidos es el socio mayoritario del organismo y quién tiene la última palabra en sus decisiones.

Por parte del gobierno, la encrucijada es complicada. Todavía no hay un acuerdo con el FMI y es probable que no exista en lo inmediato. Cerrar un acuerdo con estas exigencias del organismo implicaría dilapidar rápidamente el aire que le otorgaron los resultados de las elecciones del domingo y abrir un futuro incierto con mayores niveles de deterioro y conflictividad social.

Mientras, el gobierno busca consensuar un programa económico con el aval de todas las fuerzas políticas, incluida la propia, para mostrar ante el FMI. Desde el gabinete económico apuntan a no ceder más a las exigencias de ajuste del organismo con el objetivo de preservar una reactivación económica que por el momento no se trasladó al bolsillo de la gente.

Hasta ahora el gobierno nacional no motorizó el debate con el FMI de cara a la sociedad ni fogoneó movilizaciones callejeras que expresen el rechazo de pagar la deuda a costa del hambre de los argentinos y argentinas. 

Por el contrario, el ajuste fiscal realizado en el primer semestre de este año se acercó más a un hacer bien los deberes que terminó siendo una política que explica en gran medida la derrota electoral. Tal como expresó la misma Cristina Fernández en su carta postpaso que reveló las diferencias existentes dentro del heterogéneo bloque oficialista con el rumbo político asumido por el Ejecutivo nacional.

Incluso, luego de las declaraciones de Macri donde sinceró que el préstamo con el FMI fue utilizado «para pagar a los bancos comerciales que vencían y que se querían ir», se reactivó la causa abierta contra el ex mandatario, hasta ese entonces dormida en cajones, y se le pidió desde la Procuración General del Tesoro una indagatoria por el destino de los fondos de la deuda. 

Lo cierto es que el tema del fondo será central en los años por venir. Resta ver qué terminará imponiéndose en esta encrucijada con el FMI: si se sigue como hasta ahora o se asume una iniciativa más confrontativa hacia los condicionamientos del organismo para evitar que lleven al país a una crisis mayor.  

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