Salud

10 noviembre, 2021

Abrió sus puertas el primer centro de salud intercultural de Argentina

En la Cuenca Ruca Choroi, cerca de las localidades de Aluminé y Villa Pehuenia, en la provincia de Neuquén, se inauguró el Centro de Salud Intercultural Raguiñ Kien. La primera experiencia de estas características en el país y una de las pocas que existe en Latinoamérica.

Florencia Trentini

@flortrentini

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La inauguración del primer centro de salud intercultural de Argentina reviste sin dudas un carácter histórico. Representa la concreción de años de trabajo y articulación entre funcionarios y técnicos del Ministerio de Salud de la provincia, el equipo de salud rural del hospital de Aluminé y miembros de las comunidades mapuche Aigo y Huenguihuel, en cuyo territorio se erige la obra de 522 metros cuadrados. Cruzando la cordillera existe el hospital Imperial, a aproximadamente 60 kilómetros de Temuco, donde trabaja el machi Víctor Caniullán, quien también ha participado en la elaboración de este proyecto.

El centro de salud, que tiene un Nivel de Complejidad II, contará con un abordaje que en su modelo de atención combinará la biomedicina y la medicina mapuche. Tendrá habitaciones para internación, sala de partos, un consultorio del machi (máxima autoridad curativa), salas para hacer fogones y una ruka (casa) para la realización de ceremonias y talleres. Si bien el centro de salud contará con personal del sistema de salud hegemónico: enfermería, odontología, medicina general y otras especialidades, también serán parte de su staff profesional los y las kimche (gente con sabiduría), agentes de salud mapuche. 

Desde su arquitectura Raguiñ Kien muestra la construcción de algo distinto. Su forma de medialuna se debe a la importancia que la luna (kuyen) tiene para el pueblo nación mapuche. Sus cambios se tienen en cuenta, entre otras cosas, para la siembra, para la recolección del lawen (medicina) y para saber cuándo comenzar o terminar de tomar estas medicinas. 

Asimismo toda la orientación del edificio está pensada en función de la relación con lo que occidente llama “naturaleza”: las habitaciones están diseñadas para que entre mucha luz y se pueda observar el campo y todo el centro mira hacia el este, por donde sale el sol, porque el primer rayo de cada día brinda energía. Mientras el oeste es la dirección a la que se dirige el espíritu luego de su paso por este mundo.

La creación de esta institución se enmarca en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que en la Parte V “Seguridad Social y Salud” (artículo 25. 2) sostiene que “los servicios de salud deberán organizarse, en la medida de lo posible, a nivel comunitario. Estos servicios deberán planearse y administrarse en cooperación con los pueblos interesados y tener en cuenta sus condiciones económicas, geográficas, sociales y culturales, así como sus métodos de prevención, prácticas curativas y medicamentos tradicionales”. 

El centro de salud estará gestionado por un Nor Feleal (órgano de justicia y orden mapuche) conformado por autoridades de las dos comunidades de Ruca Choroi, representantes del personal médico y del Ministerio de Salud de Neuquén. Este espacio será el responsable de coordinar la articulación entre las dos medicinas, respetar las expresiones y deseos de las personas que asistan al centro en cómo ser atendidos y acompañados en el proceso de salud-enfermedad-atención-curación. Se podrá optar por los y las profesionales, respetando el derecho a la Salud de les pacientes. Mientras el intercambio de conocimientos permitirá la mirada integral de los procesos de atención médica. 

Los desafíos de la interculturalidad

La teórica decolonial Catherine Walsh sostiene que la interculturalidad tiene diferentes perspectivas. Por un lado, la interculturalidad relacional refiere al intercambio y contacto entre culturas, ocultando o minimizando los conflictos y las relaciones de poder, dominación y colonialidad. Por otro lado, la interculturalidad funcional se basa en el reconocimiento de la diversidad y la diferencia cultural con metas de inclusión en la estructura social más amplia.

Sin embargo, es funcional al sistema neoliberal y capitalista existente, porque no pone en cuestión las asimetrías y desigualdades sociales y culturales. Opera en una lógica multicultural que reconoce la diferencia, pero la administra dentro del orden nacional, neutralizándola y controlando el conflicto étnico.

No obstante, existe una interculturalidad crítica que busca reconocer que la diferencia se construye dentro de una estructura y matriz colonial de poder racializado, jerarquizado y generizado. Es un tipo de interculturalidad que requiere la transformación de las estructuras, de las instituciones y de las relaciones sociales. Es un proyecto político por construir, una estrategia que no incorpora lo diferente dentro de estructuras institucionales ya establecidas, sino que debe implosionar desde la diferencia las estructuras coloniales de poder y refundarlas. Es una perspectiva que no parte del problema indígena sino que se presenta como una propuesta de sociedad.

Atender a la estructura y matriz colonial al momento del desarrollo de experiencias interculturales es fundamental, principalmente en el caso de la salud que ha sido vista como brujería y que fue el motivo del exterminio sistemático de los y las machis en el proceso de conquista y colonización que con la religión católica como bandera vio como un peligro a estas figuras fundamentales para la reproducción del conocimiento del pueblo nación mapuche. 

En este contexto sin duda el inicio de este centro de salud intercultural, que institucionaliza la medicina mapuche, debe ser leído como un reconocimiento y una reivindicación después de cientos y cientos de años de estigmatización, invisibilización y persecución. Sin embargo, lejos de proyectos acabados este tipo de experiencias son sin duda arenas de disputas constantes. 

En diversos trabajos sobre salud intercultural, la antropóloga Mariana Lorenzetti sostiene que en los ámbitos gubernamentales de salud la apelación a la interculturalidad se convirtió en el eje que justificó la puesta en marcha de los programas sanitarios dirigidos a los pueblos indígenas. En este proceso, el foco estuvo puesto en la diferencia cultural construyendo modelos dicotómicos que poco aportan para la comprensión de la complejidad de los vínculos y aspectos implicados en la situación de salud de las comunidades indígenas. 

Más bien, como sostiene Lorenzetti, lo importante es poder comprender desde los territorios mismos y desde las experiencias de vida de las personas y comunidades, los diferentes sentidos otorgados a los procesos de salud-enfermedad-atención-curación que se van redefiniendo en contextos interétnicos específicos.

Para esto será necesario dejar de entender a la medicina mapuche como algo meramente cultural y folklórico y empezar a reconocerla como conocimiento. Dejar de pensar que la ubicación de una cama o la realización de una ceremonia reviste simplemente rasgos de lo que denominamos “la cultural” y entender que en eso que la medicina occidental separa en naturaleza y cultura, el pueblo nación mapuche construye un entramado de relaciones que permiten pensar los procesos de salud-enfermedad-atención-curación de formas distintas.  

En este contexto el centro de salud abre una puerta para hacernos cargo de que la interculturalidad no es responsabilidad de los pueblos indígenas en general o del pueblo mapuche en particular. Es un gran paso hacia la posibilidad de construir otros mundos posibles, más habitables y menos hostiles para quienes no responden a los patrones hegemónicos instalados por el capitalismo, la colonialidad y el patriarcado como “lo normal”. 

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