Géneros

5 noviembre, 2021

Orgullo: ¿para qué?

Noviembre es el mes del orgullo en Argentina. Es el mes en el que, como decía Jáuregui, los sueños de ángeles travestis se hacen realidad, con glitter marica desparrámandose por las calles y besos sáficos que florecen en cada una de nuestras ciudades. ¿Cuál es la razón por la que hace 30 años el movimiento LGBTIQ+ de Argentina sigue sosteniendo esta política festiva, callejera y federal? ¿Cómo nace esta movilización?

Cam Esperguin*

@camesperguin

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Hacer historia tiene historia

El relato de la primera marcha del orgullo -que en realidad fue una revuelta- en Stonewall en 1969 es bastante conocido. Sin embargo, se habla poco de la historia de la marcha en Argentina.

En el mundo entero, los disturbios en Stonewall sirvieron como chispa para encender un fuego disidente. Y Argentina no fue la excepción. Carlos Jáuregui, que había estado en diferentes lugares del mundo investigando por su profesión, cuenta en una entrevista con Patricia Narváez en 1996, cómo vivió la Marcha del Orgullo en Francia: “Yo por casualidad la vi pasar por el Barrio Latino. Lloré como nunca lloré en mi vida de militante y dije que si volvía a la Argentina quería trabajar en algo así. No tenía experiencia en militancia política. Tuve la certeza de que había descubierto algo que era lo que realmente quería hacer. Así dejé la investigación y dediqué mi vida a la militancia gay”. Esto fue germen que creció dentro de sí, al punto de que con su retorno a Argentina comenzó una fuerza imparable con sed de organización y rebelión.

Antes de la última dictadura, en nuestro país había nacido Nuestro Mundo (primera organización gay en Latinoamérica) en 1967, pero debido a la fuerte represión los grupos disidentes se disolvieron. Jáuregui se encargó de reordenar y articular el movimiento, dando como resultado diferentes organizaciones, como Gays por los Derechos Civiles, que en 1992 impulsó y organizó la primera Marcha del Orgullo de nuestro país y Latinoamérica.

La misma tuvo lugar en Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 28 de junio de ese año, con la consigna de “Libertad, Igualdad y Diversidad” que logró convocar a cerca de 250 personas en un contexto en el que todavía estaban vigentes edictos policiales, no había ley anti-discriminatoria, ni mucho menos de identidad de género.

Pero, ¿por qué festejamos el orgullo en noviembre actualmente, si se inició en junio y en el resto del mundo es así? Lo que sucedió tiene que ver con que en la década del 90, uno de los periodos más oscuros de la historia de la pandemia de VIH y sin acceso a tratamientos seguros en nuestro contexto, las muertes eran hasta incluso cientos por semana. Junio, uno de los meses más fríos de nuestro invierno, propiciaba la propagación de enfermedades respiratorias que podían llegar a ser mortales para algunes militantes viviendo con VIH-sida.

Se decidió modificar la fecha para noviembre por ser éste un mes de verano y también para conmemorar la creación de Nuestro Mundo en dicho mes. Fue una medida de cuidado colectivo de la salud, ante una sociedad y un Estado que decidían hacer la vista gorda frente a nuestras muertes. El 28 de junio de 1996 fue la última vez que se festejó el orgullo en ese mes, y también fue la última marcha que vio el resplandor de un joven Jáuregui de tan sólo 38 años, al que nos arrebató el violento abandono social traducido en VIH-sida.

¿Cómo funciona la marcha?

Las marchas fueron avanzando, caminando, construyendo sus propios horizontes. Porque los cambios sociales y jurídicos fueron nada más que traducciones de aquellos hechos políticos que tenían lugar en el día a día de quienes llevaban la militancia en la piel, y que lo hicieron hasta su último suspiro, como lo hizo Carlos Jáuregui, Nadia Echazú, Diana Sacayán, Lohana Berkins, Cesar Cigliutti, y tantes más que habitan en el cementerio de nuestra memoria, como dice Marlene Wayar.

Así, las consignas por las cuales se marcha y las estrategias que se toman para concretarlas, son edificaciones colectivas y articuladas de un movimiento que no se detiene. Edificaciones porque desde los movimientos populares disidentes feministas se entiende que todes somos obreres en esta construcción, que viene desde abajo y levanta como bandera la historia de quienes nos antecedieron.

Un ejemplo de cómo la marcha funciona como una plataforma para visibilizar lo que se gesta en la militancia cotidiana, son la Ley de Matrimonio Igualitario y Ley de Identidad de Género. En 2008 la marcha llevó como consigna “Voten nuestras leyes”, ya que estos dos proyectos se encontraban estancados en el Congreso de la Nación. En mayo de 2010 finalmente obtuvimos la Ley de Matrimonio, y en la marcha de ese mismo año en CABA se llevaron adelante casamientos entre personas del mismo género, pero también se sostuvo entre los reclamos el derecho a la identidad. En 2011 la consigna central fue ¡Ley de Identidad de Género ya!, y esta militancia se tradujo al año siguiente en la concreción de nuestra ley vigente.

Militar sirve, marchar también

La historia nos ha demostrado que si nos quedamos quietes y fragmentades, el heterocispatriarcado avanza en su cometido de borrar nuestras existencias, incluso a costo de nuestras vidas. Por eso militar sirve, marchar también. El orgullo como evento es una de las mayores expresiones de todo aquello que expresamos en lo discursivo: noviembre es el mes en el que en diferentes latitudes de nuestro país, desde Jujuy hasta Tierra del fuego, nos convertimos en una misma masa de personas que camina con el orgullo y la alegría como trincheras políticas. 

Hoy disfrutamos de muy importantes garantías conquistadas en el último tiempo, y no debemos dejar de festejarlas. Celebrar es político, por eso es necesario hacerlo con la Ley “Diana Sacayán – Lohana Berkins” de Cupo de Inclusión Laboral Travesti-Trans, el Aborto Legal, el DNI y CUIL no binario, y la reciente Ley de Respuesta Integral al VIH, Hepatitis, ITS y TBC.

Sin embargo, no debemos olvidar que las victorias no se sostienen por sí solas, como dijo la Ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta: “Los derechos no se conquistan para siempre, hay que seguir militándolos”. Y en lo cotidiano, también hemos de reconocer todo aquello que nos arde en la memoria, en la piel, en las carencias, para transformarlo en la lucha que todavía nos queda por recorrer.

¿Por qué marchamos en 2021?

Éste año no deja de tener sus particularidades propias por la pandemia de COVID. En 2020 nos vimos aislades, pero nunca soles, pues las redes de contención lejos de desaparecer, se fortalecieron y permitieron celebrar un orgullo virtual. Éste año recobramos las calles, que ya veníamos defendiendo en hechos como el Aborto Legal y la Ley de Cupo Laboral. Las actuales consignas giran en torno a la reparación histórica travesti-trans, terminar con los crímenes de odio, implementación de la ESI, reforma judicial transfeminista, por un Estado Laico, políticas de inclusión y respuesta al VIH, en contra de la mutilación genital para personas intersex, entre otras teniendo en cuenta que las consignas también varían de acuerdo al lugar pero que en general se repiten las mencionadas.

#ReconocerEsReparar es el hashtag y lema con el que el movimiento travesti-trans exige una ley de reparación histórica para las personas TTNB que a lo largo de la historia han sido víctimas de violencia institucional promovida por entidades del Estado icluso luego de la última dictadura.

Al respecto, Marlene Wayar en su libro “Travesti, una teoría lo suficientemente buena” señala: “Yo soy hija de una época de estafa, al menos para nuestro colectivo, que esta democracia que era para todas y todos a nosotras las travestis no nos llegó en ese momento, se extendió muchísimo, siguió la violencia policial implementada desde el Estado con las mismas normas y de manera ilegal se nos perseguía, se nos criminalizaba”. Reconocer las vulneraciones perpetradas aún en contextos de democracia, que llevaron a que nuestra población tenga una esperanza de vida igual a la mitad de la esperanza de vida cis, nos conducirá necesariamente a reparar los daños causados, que en muchos casos necesita ser en términos monetarios por las situaciones de pobreza a la cual nos condujeron.

Los crímenes de odio no se detienen y dieron demasiado qué hablar durante la pandemia. Se cobraron a Tehuel de la Torre, que sigue desaparecido hace ya casi ocho meses, con una justicia ineficiente para esclarecer su paradero, aún teniendo detenidas a las dos últimas personas que estuvieron con Tehuel. Se llevaron a Micaela Maldonado, David Calderon, Micaela Catán y tantes otres que nos arden la memoria. Necesitamos políticas destinadas a paliar el odio de raíz, porque como dice Susy Shock, no queremos ni podemos seguir siendo esta humanidad. Por eso exigimos reforma judicial transfeminista y aplicación efectiva de la ESI.

Una justicia que lejos de ser punitivista sea verdaderamente transformadora, es la única respuesta. Una justicia que se cuestione a sí misma y sus formas de ejercerse, para que deje de ser éste sistema en el que no hay respuestas para crimenes como el de Santiago Cancinos y en el que no se respetan nuestras identidades. Porque todos estos años nos han demostrado que el punitivismo puntual y aislado no soluciona nada, sino que el accionar debe tener un sentido social y sistémico.

Por otra parte, entender la Educación Sexual Integral como base de la metamorfosis es también clave. No sólo por ser herramienta para avanzar cada vez más en la garantía de infancias libres, sino también para desterrar la heterocisnorma que se infiltra en nuestras niñeces y juventudes alimentando odio hacia la otredad, que más adelante se traduce en actos de violencia.

Es central seguir manteniendo presente en nuestra lucha la pandemia que afecta nuestra comunidad desde hace décadas, la pandemia que intentan borrar: la de VIH-sida. El 20 de septiembre de 2020 ingresó a la Cámara de Diputades de la Nación un proyecto de Ley de Respuesta Integral al VIH, Hepatitis, ITS y TBC, que busca actualizar la ley vigente que fue sancionada en 1990.

Éste proyecto fue escrito y promovido desde organizaciones civiles, redes de personas VIH+, representantes de sociedades científicas y representantes del Ministerio de Salud de la Nación, y tiene como objetivo legislar un abordaje integral con perspectiva de derechos humanos del VIH, Hepatitis, ITS y TBC, garantizando la protección de personas con estas infecciones en ámbitos educativos y laborales. Así también, busca atender desigualdades generadas por estas infecciones, como por ejemplo estableciendo la edad jubilatoria de 50 años para quienes las presenten, teniendo en cuenta que está científicamente comprobado que estas personas presentan un envejecimiento prematuro. Sin embargo, a pesar de su solidez, tan sólo recién el pasado 6 de octubre obtuvo un dictamen positivo en la Comisión de Acción Social y Salud Pública de la Cámara de Diputados. Por eso debemos seguir presionando con militancia para obtener la ley que es mejor para nuestra comunidad.

Noviembre es orgullo y lucha

Por todas las consignas acordadas, por las banderas que carga cada une, por la memoria que tenemos, en éste noviembre marchamos. Caminamos todes juntes porque creemos que la salida es colectiva y que el orgullo es nuestra respuesta como nos enseñó Jáuregui.

Como éste es un movimiento federal, la marcha tiene diferentes fechas en cada provincia. A continuación, algunas de las que ya están establecidas:

CABA, Córdoba y Río Gallegos: 6 de noviembre
Río Grande, Santiago del Estero y Luján: 20 de noviembre
Escobar, Tandil, Villa La Angostura, Ushuaia, La Plata: 27 de noviembre

Salta: 29 de noviembre
Bahía Blanca y Bariloche: 4 de diciembre

Nos encontraremos otro noviembre en las calles con la convicción de que, como decía Cesar Cigliutti, es juntes o juntes, para hacer realidad el sueño de un mundo en el que entremos todes. Porque orgullo es lucha.

*Activista TTNB

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