1 noviembre, 2021
Crisis climática y COP26: una cumbre ineficaz y la postura argentina
Comenzó la cumbre mundial sobre el cambio climático. En un contexto cada vez más crítico, las acciones de las grandes potencias emisoras agravan el calentamiento global. Las propuestas que llevará la delegación argentina.

Este domingo comenzó en Glasgow la vigésima sexta edición de la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Cambio Climático (COP26) donde participan cerca de 200 líderes mundiales.
La «Conferencia de las Partes» (COP) se reúne desde 1994, año en que entró en vigencia el tratado suscripto en 1992 por 197 países durante la Cumbre de la Tierra que se llevó a cabo en la ciudad de Río de Janeiro. El tratado se denomina Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
Allí se acordó comenzar a luchar contra las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera, principales responsables de la crisis climática. Este convenio marco llevó en 2015 a la firma del Acuerdo de París para mantener el calentamiento global por debajo de los 2ºC y reducir los GEI. Los científicos estiman que superar esta marca implica pasar una barrera peligrosa con efectos desastrosos para las condiciones de reproducción de la vida en el planeta.
Una cumbre que no resuelve el problema
Sin embargo, los compromisos asumidos en estas cumbres distan mucho de la realidad. Según el último boletín de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la concentración de GEI emitidos por la actividad humana alcanzaron un nuevo récord en 2020, y a la vez proyecta que los siete años entre 2015 y 2021 serán probablemente los más cálidos registrados hasta la fecha.
La abundancia de dióxido de carbono en la atmósfera llegó a las 413.2 partes por millón en 2020, un nuevo récord mundial que sitúa al principal gas de efecto invernadero en un 149 % encima de los niveles preindustriales, según la OMM.
A su vez, las concentraciones de metano y del óxido nitroso, aumentaron un 262 % y 123 % respectivamente en relación a los niveles del año 1750, considerado el parámetro clave para comparar los niveles de concentración de gases de efecto invernadero actuales con los de la sociedad preindustrial.
También el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático de Naciones Unidas (IPCC) calcula que en los próximos 20 años el calentamiento global total probablemente aumentará alrededor de 1,5 grados Celsius. Como consecuencia, es posible que cerca de 1000 millones de personas en todo el globo sufran olas de calor más frecuentes que pondrían en peligro su vida
Aunque los científicos señalan que ya existen daños irreversibles y auguran eventos climáticos cada vez más extremos, también afirman que es posible revertir el aumento de temperaturas. Para ello habría que reducir las emisiones globales a la mitad para 2030 y alcanzar cero emisiones netas para 2050.
Este es el sexto informe que presenta el IPCC desde 1990 sobre los trabajos de cientos de especialistas del mundo. No obstante, las conclusiones del Grupo tienen sus limitaciones ya que pasan por el filtro de los gobiernos del planeta dentro de los cuales se encuentran los principales emisores históricos de GEI como Estados Unidos, China y Rusia, entre otras potencias del norte global.
Ausencias significativas y pocas expectativas
En esta nueva edición de la COP no estarán presentes ni el presidente chino, Xi Jinping y ni el ruso Vladimir Putin. Tampoco estará presente el brasileño ultraderechista Jair Bolsonaro, un negacionista responsable de agudizar el desastre ambiental en la Amazonia ni el Papa Francisco.
El primer ministro británico, Boris Johnson, declaró que está COP26 sea «tal vez, la cumbre más importante de nuestra vida», pero advirtió que “puede salir mal”. Algo no muy diferente a los que viene sucediendo año tras año en este ámbito de cooperación global frente a la crisis climática.
La posición de Argentina: «canje de deuda por acción climática»
El presidente Alberto Fernández propondrá en esta COP26 reducir un 27% más las emisiones de efecto invernadero del país y exhortará a generar mecanismos que permitan un «canje de deuda por acción climática» para facilitar que naciones de bajos ingresos y de renta media puedan avanzar en una transición ecológica.
«En vez de pagarle al Fondo Monetario Internacional (FMI) lo que pretendemos es que un porcentaje sea utilizado para la transición ecológica que necesita cada país en el mundo», adelantó el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié.
Y recordó que «Argentina tiene que asumir el año que viene 19 mil millones de dólares de vencimiento de deuda» por lo que el Gobierno nacional «pretende que esos dólares sean utilizados para parques eólicos, energías renovables, cuidado del bosque nativo o para parque solares», algo que será una contribución que «beneficiará al mundo».
La transición energética ya es un hecho. Pero en esta búsqueda de «energías limpias» para combatir el cambio climático habrá que también luchar para que los países desarrollados no aseguren su propia supervivencia a costa de destruir regiones en el tercer mundo, las más afectadas por la crisis climática, sobre la base de intensificar el neoextractivismo y el acceso desigual de los países no desarrollados a las nuevas tecnologías para descarbonizar las economías.
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