22 octubre, 2021
Sergio Berni y los peligros de las concesiones a la derecha
El ministro de Seguridad bonaerense se subió al discurso criminalizador de los mapuches y dijo que lo que ocurre en el sur es «terrorismo». La carrera de un funcionario que creció con el progresismo kirchnerista bajo la idea de contener votos por derecha.

«No es una definición caprichosa: lo que ocurre en el sur es terrorismo», declaró a los medios el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, en referencia a los recientes conflictos con la comunidad mapuche en la provincia de Río Negro y en abierta contradicción con lo declarado por el presidente Alberto Fernández en la carta que envió a la gobernadora rionegrina Arabel Carreras.
También agregó que «si se altera la paz social, es terrorismo» y sostuvo que «hay que estar en el lugar con estas cosas, cuando yo fui secretario de Seguridad fui con Pichetto personalmente a ver el tema».
Cabe recordar que el ex senador Miguel Ángel Pichetto es una de las voces principales del discurso que sostiene la estigmatización y criminalización del pueblo mapuche.
En marzo de este año, mientras el fuego avanzaba sin control en la Comarca Andina y todavía había personas desaparecidas, el ex candidato a vicepresidente por Juntos por el Cambio apareció en los medios y sin ninguna prueba sostuvo que los culpables del incendio eran los “terroristas mapuches”.
A pesar de las denuncias de los organismos de derechos humanos como el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) de Adolfo Pérez Esquivel sobre la situación de emergencia humanitaria que sufre en el Bolsón el loft Quemquemtrew como consecuencia del violento accionar del Estado, Berni dijo que por lo que el mismo averiguó «no es tan así lo de la falta de alimentos por el cerco policial».
Para reafirmar su postura de mano dura, añadió: «Yo no dialogo con ningún delincuente, no armaría una mesa de diálogo con los mapuches».
Y opinó que la Cancillería Argentina no debería haber dado asistencia consular al referente mapuche Facundo Jones Huala, detenido en Chile en 2018, a pesar de que es una actividad que se debe brindar a cualquier argentino privado de la libertad en el extranjero.
Una carrera de punitivismo, oportunismo y espectacularización de la inseguridad
Sergio Berni es médico cirujano, abogado, karateca, alpinista, buzo táctico, y paracaidista. Su carrera en la función pública comenzó en los años 90 cuando el entonces gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, lo designó director de un hospital en la provincia.
En diciembre de 2010, en el Ministerio de Desarrollo Social, coordinó el plan represivo contra la ocupación del Parque Indoamericano por parte de unas 1.500 familias con un saldo de tres muertos: Rossemary Chura Puña, Bernardo Salgueiro y Emiliano Canaviri Álvarez.
Fue electo senador provincial bonaerense en 2011, y designado vicepresidente primero del Senado. En 2012 fue nombrado Secretario de Seguridad de la Nación.
Durante el gobierno de Mauricio Macri, se declaró “defensor a ultranza del uso de las pistolas Taser, un elemento indispensable en las fuerzas de seguridad”.
También dijo que el accionar del policía Chocobar, quien disparó siete veces por la espalda a un joven que huía desarmado, fue “incorrecto, no es un asesino, lo que hizo fue con la mejor intención”.
Como ministro del gobierno del Frente de Todes se paseó por los sets televisivos impulsando la mano dura contra los reclamos sociales y su propia carrera política.
En su actual gestión al frente de la seguridad bonaerense, tuvo más exposición mediática que soluciones concretas al problema de la inseguridad. A esto se le suma una mala relación con los intendentes y enfrentamientos con su par federal, la ex ministra Sabina Frederic a quien atacó públicamente en más de una ocasión.
En el caso de la desaparición y muerte de Facundo Castro Astudillo, el ministro Berni declaró desde el principio que era «prematuro e irresponsable” apuntar contra la fuerza que él dirige. Ante las denuncias de uno de los abogados querellantes sobre la existencia de un plan para encubrir la desaparición forzada, el ministro respondió en los medios que “va a tener que responder por las barbaridades que dijo”.
Además, se encargó varias veces de cuestionar a la madre y de dar indicios de que Facundo estaba haciendo algo mal al momento de su desaparición.
Frente al reclamo de las más de mil familias que ocuparon un predio en Guernica por una vivienda digna, no solo fomentó una solución punitivista ante cada micrófono que tuvo por delante, sino que se puso al frente del desalojo finalmente ordenado por el gobierno bonaerense con un espectacular operativo estimado en 4000 policías. Hubo gases y balas de goma y ninguna solución al problema de vivienda.
Asimismo, mediante un video publicado en las redes sociales, exhibió que durante su gestión desalojó 868 tomas de terrenos con 524 personas presas, y reivindicó que el derecho a la propiedad es “innegociable”.
Cuando el reconocido cantante argentino Chano Charpentier recibió un disparo por parte de la policía luego de haber sufrido un episodio de padecimiento mental, Berni afirmó que «con una pistola Taser no hubiera ocurrido» y defendió el accionar del policía: “Hizo lo que tenía que hacer”.
La estrategia de jugar a dos puntas y sus peligros
«Yo no tengo nada que ver con el gobierno nacional y no pudimos expresarlo», también dijo el ministro este viernes a los medios criticando la falta de internas en el frente de gobierno.
Días atrás, luego de desmentir versiones sobre su salida del gobierno, Berni sostuvo: «Ninguno está del todo cómodo adentro, pero todos sabemos que afuera del frente no hay destino para nadie».
Hasta antes de la dura derrota en las PASO, la estrategia del Gobierno con respecto a la seguridad apuntaba en una doble dirección: con la figura de Sabina Frederic en Nación y Berni en Provincia de Buenos Aires, se buscaba contener por derecha y por izquierda dos visiones antagónicas sobre el tema.
Luego de la interna desatada en el Frente de Todos tras la derrota, Frederic fue uno de los fusibles de recambio. Quedó Berni haciendo leña del árbol caído, autoconstruyendo su carrera política y desafiando las políticas del gobierno que integra, como ya sucede hace rato.
A esta altura, cabe señalar que la estrategia de combatir a la derecha con figuras de derecha, además de no dar resultado, sin dudas conlleva un costo simbólico demasiado caro para un gobierno con vocación progresista.
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