Nacionales

20 octubre, 2021

Las cuantiosas ganancias de las empresas de alimentos y la necesidad de otro modelo

Mientras la inflación se come el poder adquisitivo del salario de los argentinos por cuarto año consecutivo, tres de las principales empresas de la industria alimentaria obtuvieron cuantiosas ganancias en 2020. La importancia de generar un modelo de producción alternativo.

De acuerdo con los datos del INDEC, entre enero de 2016 y julio de 2021 el índice de salarios evolucionó por debajo de la inflación del mismo período. Asimismo, entre marzo de 2017 y marzo de 2021, según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), los alimentos y bebidas sin alcohol subieron 335,2%, mientras que la inflación general fue de 310,6%. 

Además, sobre la base del Índice de Precios al Consumidor (IPC), el estudio revela que en estos últimos 4 años los alimentos que más aumentaron fueron las frutas, con el 437,7%. La carne fue la que más subió después de las frutas, con 389,6% y en tercer lugar se ubicó el grupo de café, té, yerba y cacao, con 348,6%. En tanto el que menos subió fueron las aguas minerales y bebidas gaseosas con el 262%.

A su vez, diversos trabajos afirman que el consumo de alimentos básicos se lleva aproximadamente el 30% del salario mínimo en Argentina. A lo que hay que sumar que el rubro Alimentos y Bebidas del IPC se ubicó por encima de la tasa general de inflación en la mayoría de los meses de la pandemia.

En tanto que en septiembre pasado, el salario mínimo, vital y móvil fue de $31.104, es decir que apenas supera la canasta de indigencia. 

Según el último informe del Indec, una familia tipo necesitó durante ese mismo mes unos $70.532 para superar la línea de pobreza. Un 3,2% más que en agosto.

La última reunión del Consejo del Salario anunció una segunda alza al salario mínimo, que aumentará hasta el 52 % en 2022 de forma progresiva.

El Consejo acordó que el alza del 35 % dispuesta en abril pasado para ser aplicada en forma progresiva hasta febrero de 2022 se eleve al 52,7 %, de forma que el nuevo salario mínimo será en febrero del próximo año de 33.000 pesos. Este monto quedará por debajo del actual valor de la canasta básica de alimentos y servicios para una familia tipo.

Congelamiento de precios con los sectores más concentrados en contra y amenazas de desabastecimiento

Ante este escenario inflacionario y de caída del salario real, el Gobierno nacional decidió implementar un freno de mano a través del congelamiento de 1.432 productos de consumo masivo que estará vigente hasta el 7 de febrero del año 2022. Una medida antiinflacionaria necesaria pero que no resuelve el problema estructural de la inflación.

No obstante, a pesar que ya se publicó el acuerdo en el Boletín Oficial, la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal), entidad empresaria que nuclea a más de 30 cámaras de la industria de alimentos y bebidas, manifestó su oposición al acuerdo.

La entidad encabezada por Daniel Funes de Rioja –también titular de la Unión Industrial Argentina (UIA)– sostiene que los acercamientos realizados hasta el momento “reflejan la falta de voluntad por parte de las autoridades para realizar un acuerdo con el sector”. 

“El argumento de que la inflación se aceleró por los aumentos de la categoría de productos de alimentos y bebidas pierde sentido ya que existen otras divisiones cuyos precios crecen por encima del Índice IAB y del Índice General”, indicó Funes de Rioja.

Cabe señalar que en el acumulado de 2021, la inflación general alcanza un 37% mientras que los alimentos y bebidas aumentaron un 36,6%. Es decir, los alimentos fueron a la par de la inflación.

De todas maneras, el presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), Mario Grinman, ya amenazó: “Va a haber desabastecimiento, no tenga ninguna duda. Cuando se le termine al que ya tiene fabricado a ese producto, si eso le provoca pérdida no lo va a volver a fabricar porque no hay manera”. Una amenaza que apunta directamente al consumo y bolsillo de la población.

Un sector poderoso que ganó con la pandemia

“Entre oferentes y comercializadores de alimentos no hay más que 30 empresas. La concentración tiene un beneficio, que son pocos, y un perjuicio, que son poderosos”, expresó el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, impulsor del acuerdo de precios.

Este poder de fuego al que alude Feletti quedó demostrado a principios de octubre en el lobby ejercido para frenar el tratamiento del proyecto de Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos, que ya posee media sanción del Senado y que corre el riesgo de perder estado parlamentario en diciembre.

En Argentina, con la complicidad de los medios hegemónicos y sectores de la política, a estos grupos económicos no solo se les facilita su poder de presión sino que además se les invisibiliza sus márgenes de ganancias. 

En esta operación, las empresas mediáticas ponen más el foco en la transferencias de recursos que el Estado realiza a los sectores más empobrecidos. Se cuentan las costillas de planes sociales para los pobres mientras los balances de los grupos económicos más concentrados permanecen en la oscuridad. 

Sin embargo, en mayo último, el economista Alfredo Zaiat publicó en Página 12 los balances de 2020 de tres de los más importantes grupos económicos de alimentos del país: Molinos Río de la Plata, Arcor y Ledesma.

  • Molinos Río de la Plata, pertenece a la familia Pérez Companc. Entre sus marcas están: Matarazzo, Lucchetti, Exquisita, Granja del Sol, La Salteña, Arlistán, Gallo, Cocinero, Lira, Gallo Snacks, Cruz Malta, Nobleza Gaucha, Chamigo, Salus, Bodega Nieto Senetiner, Bodega Ruca Malen, Viña Cobos. Es la empresa que más se negó a incluir productos en el acuerdo de precios.

Sus balances en los últimos 4 años fueron: 

2017: -1580,3 millones de pesos. (-18,8 millones de dólares)

2018: -3566,0 millones de pesos. (-42,4 millones de dólares)

2019: – 370,1 millones de pesos. (-16,3 millones de dólares)

2020: +1745,8 millones de pesos. (+20,7 millones de dólares)

  • Arcor es la principal empresa de alimentos de consumo masivo del país y pertenece a la familia Pagani. Sus principales marcas son: Arcor, BC, La Campagnola, Salsati y Presto Pronta. Además posee una importante participación en La Serenísima y es el primer productor mundial de caramelos duros y el principal exportador de golosinas de Argentina, Brasil, Chile y Perú, y a través de Bagley Latinoamérica, la sociedad conformada con el Grupo Danone.

Sus saldos en el rubro Alimentos fueron: 

2018: -1006 millones de pesos.

2019: -1357 millones de pesos 

2020: +1229 millones de pesos.

  • Ledesma, de la familia Blaquier, es la principal productora de azúcar de la Argentina. Líder en la producción de azúcar y papel, y con una importante participación en los mercados de frutas y jugos cítricos, alcohol, bioetanol, carne y cereales.

Según sus balances:

Junio 2017/mayo 2018: -1200 millones de pesos.

Junio 2018/mayo 2019: -2181 millones de pesos.

Junio 2019/mayo 2020: +736 millones de pesos.

La necesidad de un modelo sustentable que evite la concentración

En Argentina el sistema agroalimentario se encuentra fuertemente concentrado en un grupo reducido de empresas nacionales y multinacionales que imponen las condiciones, afectando directamente la soberanía alimentaria y la salud de todos los y las argentinas. 

En rubros tales como los lácteos, el aceite, el azúcar y los fideos, una o dos firmas monopolizan el 80% del mercado. Si se le suma la distribución, la concentración se agudiza en seis supermercados que venden el 58% del total de alimentos y bebidas a nivel nacional.

La situación monopólica y oligopólica de estos grupos en el actual modelo agroalimentario no solo las convierte en grandes formadoras de precios sino que también les da la espalda suficiente para reducir la producción y distribución. 

La puja de poder de estas compañías para no perder su tasa de ganancia afecta directamente el bolsillo de todos y todas como quedó demostrado.

Para revertir esto, es fundamental un Estado que fomente la organización de un modelo de producción agraria sustentable basado en los principios de la soberanía alimentaria, la agroecología, la cooperación, libre de agrotóxicos y semillas transgénicas, y que garantice alimentos sanos y saludables para todos y todas, fundamentalmente los niños y niñas. 

Como afirma Miryam Gorban, referenta histórica de la Soberanía Alimentaria en Argentina, “un país que no resuelve la alimentación de su población, está condenado a ser dependiente”.

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