9 octubre, 2021
Lo que los encuentros nos dejaron: las redes que nos sostienen hasta reencontrarnos
Una vez más, el contexto sanitario nos deja sin la posibilidad de realizar el Encuentro que nos merecemos. Por más intentos que hagamos por reemplazar este espacio con encuentros locales, parciales y/o virtuales, bien sabemos que la magia y la transformación de los encuentros está en la mística, en su abrazo colectivo, en su formalidad, su representatividad, su plurinacionalidad.

Los encuentros nacieron con la vuelta de la democracia, con esa nueva ventana histórica en la que nos encontramos para salir, una vez más, a ganar derechos. Porque si algo caracteriza a la lucha del movimiento feminista es esto: ganar derechos para todes.
El primer Encuentro en 1986 contó con la participación de 1000 mujeres y tuvo tanta potencia que ahí mismo surgió la propuesta de realizarlo anualmente en distintos territorios, creciendo año a año de a miles. A lo largo de 35 años, no sólo nos encontramos horizontalmente, sino que en los encuentros fuimos construyendo e imponiendo nuestras luchas.
El Encuentro en Rosario en 2003 fue fundamental para diseñar estrategias por el derecho al aborto; en los talleres se comenzó a redactar por primera vez un proyecto de ley y en la marcha de cierre aparecieron por primera vez los pañuelos verdes, inspirados en los pañuelos de las Madres y Abuelas, esos que muches llevamos en nuestras mochilas incluso después de haber conquistado la ley.
Sin embargo, el derecho al aborto legal, seguro y gratuito se venía debatiendo en los encuentros desde mucho antes, al menos desde el Encuentro en Mar del Plata en 1991; el mismo en el que por primera vez se realizó el taller de “Mujeres políticas” que dio pie a la Ley de cupo femenino, sancionada unos días más tarde.
Comisión por el Derecho al Aborto de “Mujeres al Oeste” en el VI Encuentro Nacional de Mujeres. – Mar del Plata 1991
Pero -sabemos- la mística de los encuentros no sólo se enciende en los talleres: Mar del Plata volvió a recibir al Encuentro en 2005; quienes asistieron recuerdan la experiencia de muches compañeres de distintas latitudes conociendo el mar, junto a sus hijes; así, la playa pasó a ser lugar de almuerzos, festejos y encuentro feminista.
En 2015, el primer Ni Una Menos llevó a la masificación del movimiento feminista y, también, de los encuentros. Frente a la represión patriarcal aprendimos a cuidarnos, codo a codo en cada cordón. A un año del travesticidio de Diana Sacayan, en 2016, hicimos en Rosario la primera marcha contra los travesticidios y transfemicidios; más tarde logramos incorporar la movilización al cronograma oficial del Encuentro en Chaco.
En Trelew, la marea verde copó las calles en una marcha de más de 40 cuadras de largo. También allí comenzamos a disputar el nombre de nuestros encuentros para que sea el reflejo de un espacio que nos contenga a todes. Este debate se expresó en La Plata, donde planteamos con fuerza y con firmeza la necesidad de nombrarnos en un Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans.
En 2019 fuimos más de un millón les que nos encontramos en talleres, plazas, diagonales. Les que después de tres días de intensidad y potencia feminista bajo la lluvia nos fuimos con la energía renovada para seguir dando nuestras luchas en nuestro territorios y la manija de reencontrarnos en San Luis.
La pandemia nuevamente impuso condiciones adversas, pero nosotras no retrocedimos: contamos con el aprendizaje de generaciones enteras para no relegar nuestras luchas, para no recluirnos en nuestras casas y nada más.
Así como fuimos nosotres, mujeres y disidencias en el movimeinto feminista, quienes les hicimos el primer paro al gobierno de Macri, también fuimos y somos les que bancamos los comedores, les que construimos en nuestros territorios todos los días. No retrocedimos, no nos quedamos sentades. Salimos a luchar y a encontrarnos, porque sabemos también que dependemos de nosotres.
Así, logramos el derecho a la Interrupción Voluntaria del Embarazo, conseguimos el Cupo laboral travesti/trans, y el DNI No Binario. Todo esto no hubiese sido posible sin la potencia de este movimiento y sin nuestra capacidad de inundar las calles, y ponerle nuestro cuerpo a las batallas.
Seguimos avanzando todos los días en conquistas por más y mejores derechos. Porque es lo que mejor sabemos hacer. Seguimos siendo potencia, impulso, marea. Somos revolución y vamos a seguir tirando todo, construyendo nuevos espacios y herramientas, y cambiando este mundo, hasta que sea como lo soñamos.
Sabemos que el encuentro es irremplazable, principalmente, la potencia de la toma del espacio público y su masividad que nos han convecido que, pese a que lo hayan invisibilizado, nos reconocimos entre miles, descubriendo que la transversalidad y la irrupción en cada punto del país son la clave que hoy nos dejan la pedagogía feminista necesaria para seguir construyendo, porque gracias a ellos, nos sobran redes feministas para sostenernos, hasta que podamos volver a encontrarnos.
Por Antonella Gramajo, Ariana Micaela Hereñu, Guadalupe Santana, Romina Grosso y Valentina Bianchi
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