7 octubre, 2021
¿Qué hay detrás de la caída de WhatsApp?
El pasado 4 de octubre, el mundo de las redes sociales se vió afectado por la caída simultánea de WhatsApp, Facebook, e Instagram. Luego de casi siete horas el servicio se regularizó, dejando algunos interrogantes en el aire.

En horas del mediodía de Argentina, los usuarios de las tres redes sociales más grandes del mundo, sintieron el “apagón” de Facebook, Instagram y WhatsApp. Esta interrupción duró aproximadamente siete horas, y fue la más grande y duradera desconexión para una red social en los últimos 10 años.
A pesar de las disculpas públicas que se hicieron a través de Twitter, las repercusiones fueron de tal magnitud que diferentes medios lo han denominado como el “lunes negro” de las redes sociales. No solamente se observó la caída de las distintas aplicaciones del grupo Facebook, sino que también, según el New York Times, “sus herramientas internas y plataformas de comunicación, incluido Workplace”, también estuvieron fuera de servicio: “Nadie puede hacer ningún trabajo”.
Este desperfecto causó un gran malestar entre los usuarios, al punto de que muchos decidieron comenzar a usar otras plataformas de comunicación. La más beneficiada fue Telegram, que registró más de 70 millones de usuarios nuevos tras la caída de WhatsApp. Este incremento se suma al de enero de este año, cuándo habían reportado un crecimiento del 500% de usuarios tras el anuncio de las nuevas políticas de privacidad de la principal aplicación de mensajería instantánea.
Como si esto fuese poco, las acciones de la compañía Facebook -fundada por Mark Zuckerberg- se desplomaron alrededor de un 6% en la bolsa de Wall Street.
Hasta hoy, han circulado varias versiones sobre los motivos de esta falla y las declaraciones oficiales no se han esmerado en dar luz al asunto, ya que solo se limitaron a aclarar que se debió a que el sistema que administra la capacidad de la red troncal se vio interrumpido.
No obstante, según expertos en la materia, la falla estuvo en un protocolo denominado “BGP”, que se utiliza para encontrar la ruta más eficiente para conectar dos sistemas de redes autónomas, haciendo que desaparezca de Internet el agente “Facebook”. De hecho, durante horas de la tarde, un usuario habría registrado el nombre del dominio “facebook.com” y lo puso a la venta en la web.
Lo cierto es que, si bien no hay información oficial convincente sobre los motivos de esta caída, para entender la magnitud de lo sucedido es necesario remontarnos a la fusión de las distintas compañías, cuando Facebook compró Instagram (2012) y WhatsApp (2014). Esta adquisición por parte del gigante de las redes sociales implicó que las tres herramientas compartan la infraestructura de sus servidores. Entonces, cuando falla una, también lo hacen las otras, tal como sucedió en varias oportunidades.
Más allá de las fallas técnicas, cada vez que se registran caídas de los servicios se reaviva la discusión sobre el monopolio de las redes sociales y las implicancias que tiene en la privacidad de los usuarios, especialmente luego de que en 2018 salió a la luz la noticia de que Facebook recolectaba datos de los usuarios para ser vendidos a Cambridge Analytica. Según circuló, la información fue utilizada para tratar de influenciar a los electores para los comicios presidenciales de 2016 en EE.UU. y el referendo del Brexit en Reino Unido de ese mismo año.
Otro de los efectos del gran apagón de las redes sociales fue la vuelta a la discusión sobre la confiabilidad o no de los protocolos de seguridad que utilizan las plataformas para resguardar los datos de sus usuarios ante amenazas externas a la compañía.
Sin duda, los distintos cuestionamientos ponen en evidencia cómo las redes sociales juegan un rol central en la comunicación. Quedarse fuera de ellas implica “quedarse afuera del sistema”. WhatsApp, Instagram y Facebook no son solamente aplicaciones para compartir fotos o acercarnos a nuestros seres queridos. Se han convertido en herramientas necesarias de trabajo, publicidad, venta y transacciones financieras.
Ante este panorama, los usuarios aceptan condiciones desventajosas para poder usarlas, entre ellas, el uso y recolección de datos personales. Y aquí el gran problema cuando toda esa información se ve vulnerada, la exposición se nos hace evidente a los ojos.
Es momento de que pongamos en debate la concientización del uso de redes, ya que en definitiva lo que se pone en juego es la protección de datos personales, la seguridad de la información y el derecho de los consumidores.
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.