Ambiente y Hábitat

29 septiembre, 2021

El gobierno porteño contra los espacios verdes y el patrimonio histórico

Vecinos y ongs denuncian obras que reducen espacios verdes públicos y ponen en peligro zonas históricas de la Ciudad en favor de negocios privados.

Más cemento y menos verde

El avance del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta contra los espacios verdes y el patrimonio histórico de la Ciudad de Buenos Aires no son una novedad. Sin embargo, en estas últimas semanas esta política que favorece negocios privados parece ir en aumento.

En el barrio de Caballito, uno de los que posee menor cantidad de espacios verdes por habitante, vecinos y vecinas de Parque Centenario denuncian la pavimentación de uno de los últimos espacios verdes de uso público que le quedan al lugar.

Este martes, máquinas retroexcavadoras, que habían removido la tierra en agosto pasado, volvieron a aparecer en el lugar. Se trata de un espacio de tierra entre pastos y lagos que sirve de potrero para todos y todas las vecinas desde hace décadas.

Los mismos recuerdan lo sucedido hace años con la construcción de una cancha de fútbol 5 de cemento, que al final terminó siendo un estacionamiento tarifado y concesionado.

A su vez, a unas cuadras del parque, el gobierno de la Ciudad presentó como un “nuevo espacio verde” un proyecto para “peatonalizar” la avenida Honorio Pueyrredón que propone un espacio de 8 cuadras con más baldosas que árboles, y con áreas recreativas, canchas de fútbol-tenis, postas aeróbicas y un Anfiteatro con áreas de descanso. 

“Hablar de espacio verde es quizá un poco exagerado, sería más ajustado llamarlo espacio público porque una gran parte de su superficie estará embaldosada y sumarán árboles a los ya plantados en el bulevar Honorio Pueyrredón, pero el resto serán canteros y macetones”, sostuvo a Tiempo Argentino Stella Johnson, integrante del Consejo Consultivo Comunal N° 6.

Para realizar este proyecto se eliminará la circulación de la mano de la avenida que va hacia el sur, desviando el tráfico por las calles paralelas, Rojas, Hidalgo, hacia la avenida Acoyte. 

“Mandar todos los coches que en este momento transitan por ahí a estas tres calles va generar un caos indescriptible en el tránsito,  aumentará exponencialmente la contaminación ambiental y sonora, porque los coches van a estar un largo tiempo detenidos con el motor funcionando, o van a circular a paso de hombre por toda esa zona”, explicó Johnson.

La pérdida del Patrimonio histórico 

Asimismo, a pesar de la existencia de convenios judiciales que habían frenado los trabajos, el gobierno porteño volvió a la carga en la calle Defensa “con obras que destruyen el patrimonio histórico y alteran la fisonomía de uno de los pocos rincones que conservan el recuerdo de la Buenos Aires colonial“, explicaron desde la ONG Basta de Demoler en un comunicado.

El convenio había sido firmado con la mencionada ONG a partir de un amparo judicial que data de 2008, cuando la gestión de Mauricio Macri intentó hacer estas mismas obras que hoy vuelven a ser cuestionadas. Según el mismo, el gobierno se comprometió a “restablecer la morfología y materiales (adoquines, cordones de granito, calzada y aceras no niveladas) preexistentes en tal lugar“.

Los trabajos iniciados en abril de este año “se apartan de lo acordado judicialmente por el GCBA e introduce la nivelación de la calzada y las aceras, con el consecuente reemplazo de adoquines con diferentes disposiciones y la introducción de elementos extraños como ‘bolardos’ y rejillas de desagüe en un entorno de altísima significación histórica como el constituido por la proximidad de la Iglesia de San Francisco, la residencia de Josefa Ezcurra y los Altos de Elorriaga, una de las pocas casas que aún se conservan en esquina sin ochava en la ciudad de Buenos Aires y cuya vereda angosta es característica”.

Como explica Basta de Demoler, “la demolición paulatina de edificios con alto valor arquitectónico, paisajístico e histórico destruye nuestro entorno urbano. Estos edificios forman parte de nuestra identidad, de nuestra memoria colectiva y acervo cultural”. 

Y agregan que “siendo el patrimonio arquitectónico un recurso no renovable; su destrucción altera la habitabilidad de la ciudad y afecta los derechos de los vecinos.  La falta de políticas de planificación y desarrollo sustentable conspira contra el desarrollo de industrias como el turismo y  la propia industria de la construcción al ignorar al valor agregado que representan las rehabilitaciones y restauraciones“.

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