27 septiembre, 2021
Elecciones en Alemania: la hora de la rosca
Los socialdemócratas ganaron ajustadamente las elecciones, pero deberán lograr formar una coalición con verdes y liberales para poder gobernar. El partido de Merkel también busca mantenerse en el poder.


Nicolás Zyssholtz
La noticia de las elecciones alemanas es, sin dudas, que la socialdemocracia ganó unas elecciones federales por primera vez en 19 años. Sin embargo, nada es tan simple en el sistema político de la potencia europea, y menos después de unos resultados tan ajustados como los que se dieron en los comicios del 26 de septiembre.
Bajo la candidatura de Olaf Scholz, hasta hoy vicecanciller del gobierno de Angela Merkel, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD, por sus siglas en alemán) obtuvo el 25,8 por ciento de los votos y superó a la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el partido de la canciller saliente, que liderada por Armin Laschet apenas arañó el 24,1.
Quizás los grandes ganadores de esta elección hayan sido los terceros partidos “de centro”: Los Verdes, que hicieron la mejor elección de su historia y se colocaron claramente en el tercer lugar, y los liberal-conservadores del Partido Liberal Democrático (FDP), que tuvieron un ligero crecimiento respecto a las elecciones de 2017. Se descuenta que ambos partidos formarán parte de la coalición que gobierne Alemania hasta 2025.
La ultraderecha de Alternativa por Alemania (AfD), sufrió un ligero retroceso, aunque seguirá contando con una fuerte representación parlamentaria, mientras que una de las grandes derrotadas de la jornada fue Die Linke.
La izquierda perdió casi la mitad de su caudal de votos, con una caída especialmente fuerte en el Este, y de hecho perforó el piso de 5 por ciento necesario para ingresar al Bundestag. Sin embargo, por un vericueto del sistema electoral, seguirá teniendo 39 diputados en el parlamento.
Esta pérdida de Die Linke tiene un peso muy importante de cara a las negociaciones para formar un nuevo gobierno: la coalición rojo-rojo-verde, con el SPD al frente y Los Verdes, ya no es posible. Le faltarían cinco diputados más para poder salir adelante. Entonces, las opciones disponibles son tres: la coalición “semáforo” (SPD, Verdes y FDP), la “Jamaica” (CDU, Verdes y FDP) o la “GroKo”, la gran coalición del SPD y la CDU.
Esta última opción, que es la que gobernó el país en los últimos cuatro años con la centroderecha al frente, es rechazada de plano por ambos partidos mayoritarios, aunque también lo hacían en 2017. La complejidad para llevar adelante esa coalición es que, con resultados tan ajustados, tanto socialdemócratas como demócratacristianos buscarán ser la cabeza del nuevo gobierno, y no un socio minoritario.
“Tres partidos ganaron las elecciones federales y así recibieron el mandato de gobernar: el SPD, los Verdes y el FDP. La CDU también recibió un mensaje claro: debe estar en la oposición”, dijo Scholz, a sabiendas de que esa formación es la única que le podría permitir desplegar política.
¿Cuáles son sus políticas? Nada muy alejado del rumbo de Alemania en el siglo XXI: sus coincidencias en política exterior y en macroeconomía son prácticamente totales con el gobierno de Merkel. Su gran diferencia es su consigna de aumentar el salario mínimo de los actuales 9,6 euros a 12. Paradójicamente, de esa manera buscaría atenuar los efectos de la agenda de flexibilización laboral que llevó adelante el canciller Gerhard Schröder entre 2003 y 2005 conocida como Agenda 2010, y que Scholz apoyó como uno de los líderes del SPD en aquel entonces.
Laschet, por su parte, afirma que ningún partido tiene un mandato claro para gobernar y que busca negociar con Verdes y liberales para formar un gobierno liderado por él. No está claro cómo considera que tiene esa legitimidad, luego de haber perdido más de 8 puntos porcentuales respecto a la elección pasada y ser la cara de los peores números en la historia de su partido.
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