Cultura

21 septiembre, 2021

Camino a la “ruina”: un punto de inflexión ramonero

Un 21 de septiembre de 1978 salía a la venta el cuarto disco de los Ramones, Road to Ruin. Un trabajo que encuentra a la banda en su mejor momento, logrando mayor versatilidad e incorporando nuevos sonidos en búsqueda de mayores ventas que, a pesar de sus esfuerzos, no iban a lograr.

Primer boceto de la tapa del disco con Tommy Ramone

Nicolás Castelli

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Cuando los Ramones lanzaron Road to ruin (Camino a la ruina), su cuarto álbum de estudio, buscaban un éxito comercial que no habían alcanzado con sus trabajos anteriores en Estados Unidos. Y que les sería esquivo en su tierra natal a lo largo de toda su carrera. Mientras llenaban estadios en el mundo, en su casa tocaban en lugares mucho más chicos. Así ocurrió durante toda su trayectoria. 

En 1978, Nueva York era una ciudad en ruinas y con su economía quebrada. Al ritmo de la crisis y con la música disco hegemonizando el mainstreem, en un pequeño bar de la calle Bowery del Lower East Side de Manhattan una revolución musical, que había comenzado un par de años antes, estaba en plena efervescencia. . El CBGB, un club de country y blue grass, fue el escenario del nacimiento del punk y el new wave. Un bar, hoy convertido en lugar turístico, pero que en ese entonces era un tugurio. La antítesis de Studio 54, la mítica discoteca vip de ricos, famosos, cocaína, excesos y símbolo de la opulencia decadente de esa época neoyorquina.

También fue el lugar donde cuatro chicos de los suburbios de Queens tocaron por primera vez marcando un antes y después en la historia del rock. Con pocos acordes, sin los arreglos, la formación y la parafernalia musical del rock progresivo de ese entonces. Y con melodías pop de los años 60 compuestas sobre la base de guitarras al palo que daban como resultado temas de 2 minutos de duración. Así crearon sin proponérselo un género que en la décadas posteriores sería inspiración en bandas tan disímiles como U2 o Marilyn Manson: el punk.

En ese año, con tres discos a cuestas y escasas ventas, salió al mercado este álbum que marcó varios cambios en la banda. Tommy Ramone, el baterista original, dejó el grupo para dedicarse a la producción del nuevo disco junto a Ed Stasium, un productor discográfico e ingeniero de sonido que trabajó con Talking Heads, Motorhead, Living Color, Mick Jagger, entre otros. Su lugar lo ocupó Marky Ramone, tal vez el baterista más emblemático del grupo que ya había tocado con Richard Hell & The Voidoids, otra banda de la escena del CBGB en esos años.

Por otro lado, el trabajo mostró un sonido más pulido que sus predecesores, con solos de guitarra y baladas pop. Sin dejar de lado el punk rock reflejó “no solo el amor perdurable de Ramones por el pop de los sesenta, sino un deseo persistente de expandirse más allá de los límites” dirá Tommy.

Otra novedad fue la portada del álbum. Una caricatura de los Ramones (tal vez la banda más comic del rock) elaborada en un principio por Gus MacDonald, un fanático de la banda. Sin embargo, el boceto original, además de incluir una pinza de langosta saliendo de los amplificadores y una serpiente a los pies del grupo, tenía a Tommy que ya había decidido irse. Por eso, la tapa definitiva que incluyó a Marky terminó a cargo de John Holmstrom, artista y diseñador de la mítica revista Punk que en esos años reflejaba todo lo que sucedía en la Bowery street.

El álbum  fue una bisagra en su discografía en busca de otros sonidos (y también de mayores ventas). En ese sentido incorporó un cover de la canción Needles & Pins de la banda británica The Searchers, pionera del brit pop de los 60. Más canciones propias poperas como Don’t Come Close o Questioningly. Un camino que posteriormente se plasmó en sus dos trabajos posteriores: End of Century (1979) y sobre todo Pleasant Dreams (1981). 

Pero también incluyó uno de los clásicos más conocidos de la banda: I wanna be sedated. Tal vez el tema que más refleja la esencia ramonera con un sonido, años después, copiado por grupos del género. Se trata de una canción escrita por Joey Ramone mientras estaba en un hospital por sufrir quemaduras en la cara y garganta al explotarle una tetera de agua hirviendo donde se trataba los senos nasales.

La recepción del disco tuvo críticas dispares. Y las ventas no fueron las esperadas, algo que frustró mucho al grupo. Sin embargo, estamos ante un trabajo que mostró un punto de madurez en la banda y una evolución sonora.

Un disco donde, sin diluirse para conseguir éxito comercial, los Ramones comienzan a transitar un camino donde ampliaron sus horizontes, incorporaron otras texturas, combinaron hits pegadizos a lo Beach Boys, baladas y punk rock. Un camino que lejos estaba de llevarlos a la ruina, aunque en ese momento no lo supieran. 

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