14 septiembre, 2021
Las elecciones de la reacción
Si bien es claro que el oficialismo perdió las elecciones, la oposición no pudo dirimir y cerrar su interna. Por el contrario, quedó más abierta que nunca. Horacio Rodríguez Larreta impuso su estrategia “moderada” pero no logró consolidar su candidatura presidencial. El ala reaccionaria fue la que más creció y si lo ratifica en noviembre va a poder imponer condiciones.


Hernán Aisenberg
Suele ocurrir en las elecciones legislativas que es difícil determinar “objetivamente” los ganadores y perdedores. Es muy común poner el acento en tal o cual dato para acomodar un resultado y ver la elección desde una óptica favorable para quien elige hacer las cuentas.
Alguien podrá decir que en estos comicios no fue así, y que fue evidente y contundente la derrota del oficialismo nacional. Sin embargo, se vuelve más gris o más opaco si afinamos el lápiz. ¿El gobierno de Alberto Fernández fue el único oficialismo que perdió? ¿Lo que perdió fue el Frente de Todxs en casi todos los distritos? ¿O efectivamente la derrota es de los oficialismos en general?
Aproximadamente la mitad de los oficialismos provinciales perdieron la elección de medio término y la mayoría de esas gobernaciones eran del mismo signo que el gobierno nacional. Incluso La Rioja, Formosa y Santiago del Estero, que venían siendo tres bastiones del peronismo, tuvieron una merma importante. Es indiscutible que la derrota del Frente de Todxs fue en todo el país. Pero, ¿quién ganó?
Es cierto que Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ganó una interna a puertas cerradas que le permitió definir los candidatos del Pro, incluso haciendo una apuesta arriesgada de enroque entre distritos y candidates en AMBA. Sin embargo, Juntos por el Cambio presentó más de una lista en la mayoría de las provincias, incluída la Capital Federal y quizá ahí es más complejo definir ganadores.
La idea del ex presidente de la Nación, Mauricio Macri, era que Patricia Bullrich ( actual presidenta del Pro) sea la candidata en la Ciudad de Buenos Aires para retener el bastión, y que la ex gobernadora María Eugenia Vidal intentara la proeza de volver a ganar la Provincia que había perdido hace dos años. Sin embargo, Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gobierno porteño, tenía en mente una estrategia más osada: recuperar la figura diezmada de la ex gobernadora en la ciudad amarilla y enviar a la provincia a su compañero de fórmula porteña Diego “el Colo” Santilli, que ya no podía ser candidato al ejecutivo local por tener dos mandatos como vicejefe. De esta manera renovaba las listas de ambos distritos y recuperaba sus principales alfiles “moderados”.
En otras palabras, ese debate ideológico del Pro se podría traducir en la idea de fortalecer la moderación, tendiendo al centro o la centroderecha del espectro político para poder disputarle votos al gobierno, o bien extremar las posiciones con candidatos más radicalizados para no perder votantes por derecha.
A simple vista la apuesta de Larreta parece haber sido un éxito. Juntos por el Cambio no solo retuvo los votos de la ciudad más rica de la Argentina, sino que dio el batacazo en la provincia donde sumando los votos de su candidato (que ganó la interna) y los de Facundo Manes lograron un triunfo importante. Si bien la gestión de Axel Kicillof tenía una aprobación importante en las encuestas, eso no fue suficiente para que la candidata oficialista Victoria Tolosa Paz pudiera ganar las PASO.
Pese a estos buenos resultados, Horacio Rodríguez Larreta no logró condensar una victoria que definiera la interna opositora. Por el contrario, Juntos por el Cambio tendrá por delante dos años claves para definir sus candidatura nacionales de cara a 2023. Las incertidumbres son las mismas que antes de las PASO: moderar o radicalizar.
En la Capital Federal se dieron dos fenómenos (uno por dentro y otro por afuera) que ponen en tensión la tesis larretista. El primero es el buen resultado de López Murphy (11%), ex ministro de economía del gobierno de De la Rúa, que volvió a la escena pública 20 años después. Se presentó como una figura nueva y le exigió al Pro una interna que le permitiera mostrar su propuesta liberal conservadora que radicalizara el discurso amarillo.
Pero lo más significativo fue el casi 14% que logró el economista liberal Javier Milei. Mostrándose como un empresario outsider que venía a combatir a la “casta” política, con un discurso antiestatal, privatizador y de reducción de impuestos y planes, consiguió un voto absolutamente reaccionario y virulento. Entre ambos liberales reunieron un cuarto del padrón porteño y ponen en duda la efectividad de la estrategia moderada.
A la buena elección libertaria hay que sumar las sorpresivas victorias de los candidatos de Patricia Bullrich en Chaco, San Luis, Chubut y Tierra del Fuego. No es casualidad que la ex ministra de Seguridad y el ex presidente, que han estado bastante ausentes en la campaña del AMBA, hayan formado parte de la foto del triunfo. En los primeros dos días, recorrieron radios y canales de televisión celebrando la derrota peronista, la victoria del Pro, pero también rescatando la buena elección de estos candidatos libertarios que intentan volcar al Pro hacia una posición más extremista.
Con la interna opositora abierta, los otros que lograron posicionarse fueron los dirigentes nacionales de la Unión Cívica Radical (UCR). Facundo Manes hizo una elección inesperada en la provincia de Buenos Aires; Jujuy, Corrientes y Mendoza retuvieron sus conducciones provinciales, y a eso le sumaron los triunfos en Santa Fe, Santa Cruz y Misiones. De a poco recuperan su estructura federal y buscarán imponer condiciones para instalar un presidenciable que podría ser Gerardo Morales, Alfredo Cornejo o Gustavo Valdés.
Entonces, ¿quiénes ganaron efectivamente? Como toda elección de medio término, los ganadores habría que buscarlos entre quienes consiguieron imponer condiciones, y este no parece ser el jefe de Gobierno porteño, sino el ala más reaccionaria que sigue creciendo y haciéndose fuerte. Para sacar conclusiones más certeras, habrá que esperar a noviembre para ver si esta reacción es temporal, volátil si o efectivamente logran constituir un nuevo bloque de poder en el Congreso. Lo que queda claro es que la grieta que antecedía a la pandemia ya no corre. Mientras la derecha gana terreno radicalizando, el gobierno retrocede sosteniendo la búsqueda del centro. Quizá sea hora de terminar con la moderación.
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