Batalla de Ideas

13 septiembre, 2021

Golpe de Timón: a la izquierda no está la pared

Si la elección de medio término es un plebiscito sobre el rumbo del gobierno, el resultado de ayer es claro: el gobierno del FDT se llevó un enorme desaprobado que manchó de amarillo el mapa del país.

Martín Ogando

@MartinOgando

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En momentos como este germinan todo tipo de “verdades evidentes” y de cosas que “eran obvias”. Los pronósticos certeros son fáciles cuando se dirigen al pasado, y con el diario del lunes cualquiera acierta el PRODE. Por el contrario, lo mejor que podemos hacer en este momento es reconocer que hay muchas cosas que no anticipamos y otras tantas que aún no entendemos. Partiendo de esta base es que podemos hacer un humilde aporte a la comprensión, la explicación y, sobre todo, la superación de una coyuntura adversa para el campo nacional y popular en su conjunto. En esa línea, tiramos algunas ideas para debatir. 

No enojarse con la voluntad popular

“Si te enojás, perdés”. Esta frase forma parte de cualquier manual de acción política y se repite incansablemente, como un mantra. Sin embargo, llevarla a la práctica es más complicado de lo que parece. Cuando el viento sopla en contra y, sobre todo, cuando no entendemos el por qué de semejante fenómeno, hay frustración, enojo, desánimo y muchas ganas de cargar las responsabilidades en la espalda ajena. Este es un momento para lo contrario: para pensar, reflexionar, escuchar mucho, asimilar golpes y buscar salidas sin desesperar. Todas tareas difíciles. 

No enojarse significa también evitar las caracterizaciones rápidas y unilaterales, rehuir las etiquetas o la asignación de orientaciones ideológicas que los propios sujetos no asumen y no olvidar el carácter siempre multicausal de los fenómenos sociales y políticos.

Atravesamos una crisis extraordinaria y no estuvimos a la altura

El gobierno respondió de manera insuficiente a la extraordinaria crisis económica que padecemos. A las enormes limitaciones preexistentes, se le agregaron definiciones de política económica y, por supuesto, no faltaron los errores puntuales. Este es un núcleo explicativo imprescindible a la hora de analizar los resultados. Culpar a “la herencia recibida” y enfatizar el carácter global de la crisis no alcanzaron para esquivar las decepciones, broncas y desesperanzas. La incapacidad de mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, impacta en una parte de la propia base electoral del FDT, que vio cómo se perdían miles de puestos de trabajo en medio de la pandemia y el salario se pulverizaba bajo el peso de la inflación.

Cuando la economía empezó a salir del pozo se recuperaron primero la inversión y la ganancia empresaria, mientras que el salario y el consumo siguen aún esperando su turno. La gente no sólo constató que estaba viviendo mal y que el futuro es incierto, sino que además colocó, con cierta lógica, la responsabilidad fundamental de esas penurias en quién está a la cabeza del ejecutivo nacional. Puede parecer injusto, y hasta inexplicable, que los beneficiarios de este descontento sean quienes hace menos de dos años dejaron el país al borde del abismo. Sin embargo, los turnos electorales en Argentina vienen funcionando de ese modo: se vota a favor o en contra del oficialismo, y se lo hace con las opciones que se tiene a mano. Lamentablemente, una parte mayoritaria lo hizo a través de expresiones políticas de la derecha (e incluso de la extrema derecha), pero una porción se volcó a la izquierda y posibilitó una elección histórica del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT-U). No toda la bronca se fue hacia la derecha, y este diagnóstico es fundamental.    

Hacer eje en esta explicación puede oler a determinismo económico. No es nuestra intención, pero lo que ocurre es que la realidad, a veces, tienen momentos que deterministas. Digamos que el desastroso gobierno de Macri ganó las elecciones legislativas en el único año de los cuatro en que se recuperó apenas el salario real. 

Nada de esto busca negar otros elementos que ayudan en la explicación. Como dijimos, es importante saber que los procesos sociales tienen determinaciones complejas y multicausales, pero también es clave identificar qué factor imprime las condiciones fundamentales en cada momento de la disputa política. Una derrota de semejante magnitud,de carácter nacional y que perforó algunos bastiones históricos del peronismo, no puede explicarse ni por una estrategia comunicacional deficiente, ni por tal o cual candidatura, ni por errores en la campaña o la foto de Olivos. 

Rectificar el rumbo

La manera en que se explique la derrota va a condicionar bastante los pasos a seguir: ¿voto castigo por defraudar las expectativas depositadas o avance de la derecha en la representación política de nuestra sociedad? Parece evidente que existen ambas cosas. Hay bronca, decepción, incertidumbre y esa situación es capitalizada mayoritariamente por expresiones políticas que se encuentran a la derecha del espectro político. También hay una minoría que apoya ideológicamente a las derechas, y es posible que su peso relativo haya crecido. Sin embargo, en el centro de la derrota popular está la decepción de nuestro propio electorado. 

Juntos por el Cambio no creció demasiado con respecto al 2019, pero el FDT perdió una parte importante de su caudal electoral, tanto por derecha como por izquierda. La gran elección del FIT en muchos distritos muestra que a la izquierda no estaba la pared, sino en todo caso expresiones minoritarias pero con capacidad de encauzar el descontento.  

Si asumimos esta caracterización, se impone poner en el centro la recuperación del salario y el empleo, mirar menos al FMI y más a las que no llegan a fin de mes, más a los que no saben si van a recuperar su laburo y menos a la prudencia fiscal. El FDT tiene un desafío enorme por delante. Ese desafío demanda audacia y exige asumir algunos riesgos y confrontaciones. No es algo que haya caracterizado a este gobierno. Ahora se impone hacerlo en el marco de una mayor debilidad. 

No faltará, seguramente, la interpretación contraria. La que diga que frente a un giro social a la derecha se impone la moderación y la cautela. Algunos dirán que “hay que hablarle” al centro y no confrontar. Tampoco faltará quién, como en Brasil cuando triunfó Bolsonaro, le eche la culpa a la agenda de géneros y diversidades, como si el problema fuera el DNI no binario y en lugar de todo el mes que sobra al fin del salario. El problema es el inverso: faltó en el conjunto de la política de gobierno una dosis mayor de esa actitud ofensiva y de ampliación de derecho que tuvimos en la agenda de géneros. Sí, claro, eso sale guita y la guita tiene que salir de algún lado. Hoy está saliendo de los bolsillos del pueblo, a pesar de los esfuerzos paliativos

En 2009 el kirchnerismo sufrió un duro revés electoral. Muchos se apresuraron a darlo por muerto. Sin embargo, lo que vino a continuación fue el momento de mayor iniciativa política y ampliación de derechos del  proyecto kirchnerista. Ojalá el FDT tenga la capacidad de salir de esa manera de la encrucijada actual. Se trata de un camino difícil y sin garantías, en un contexto además muy diferente. Pero es el único camino para renovar las expectativas de su base electoral y, sobre todo, para poner en acción las enormes potencialidades que concentra el movimiento nacional y popular en la Argentina. Ojalá tengamos nuestro golpe de timón.  

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