Salud

26 agosto, 2021

Les vacunadores: un trabajo esencial para todes

Desde el año 2019, el 26 de agosto se celebra en la argentina el día de las y los vacunadores. La ley que lo establece surgió en un contexto de contradicciones para la salud pública y configura reflexiones necesarias para pensar la salud colectiva y la salida de la pandemia por COVID-19.

Laura Fischerman

@lpescadora

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Cada 26 de agosto desde el año 2019 se celebra en la argentina el día de las y los vacunadores. El proyecto de ley fue presentado por Pablo Yeldín, médico, representante elegido como diputado por el Frente de Todos de Tucumán, y aprobado por unanimidad en ambas cámaras en enero de ese año.

El contexto en el cual el proyecto de lo que se convirtió en la Ley 27.491 no es un mero detalle, ya que hacía unos pocos meses que el Ministerio de Salud de la Nación había sido degradado a Secretaría, en manos del hoy candidato de Juntos en la Ciudad de Buenos Aires, Adolfo Rubinstein, médico epidemiólogo con una carrera relevante en el posicionamiento de la medicina privada. Más allá de la coyuntura de la gestión de gobierno, el proyecto se promueve en el marco de una polémica global por la sonoridad de los movimientos antivacuna.

Esa ley, además de crear el día de les vacunadores en el aniversario del nacimiento de Albert Sabin, el médico que desarrolló la forma oral de la vacuna contra la poliomielitis, renunciando a las regalías de la patente, sentó algunas de las bases indispensables para que hoy sea posible la campaña de vacunación contra el COVID-19.

Los puntos más relevantes de esta normativa consisten en fijar al Estado Nacional como responsable de adquirir los insumos necesarios para la vacunación y proveer a las 24 jurisdicciones, estableciendo la prevalencia de la salud pública por sobre el interés particular. Se determinó la obligatoriedad de la vacunación del personal de salud y se generó el registro de vacunadores eventuales. Además, dio lugar a la creación de comisiones asesoras externas CoNaIn (Comisión Nacional de Inmunizaciones) y CoNaSeVa (Comisión Nacional de Seguridad en Vacunas) y el registro informatizado nominal de personas vacunadas (NOMIVAC), que permiten desarrollar la vigilancia de la seguridad y efectividad de vacunas y los lineamientos para las campañas de inmunización, a la vez que se generaron mecanismos para la obtención de vacunas con exenciones impositivas. 

Entre otras disposiciones, incluyó también la vacunación como requisito para numerosos trámites necesarios en el ejercicio de la ciudadanía, como por ejemplo para el acceso a los diferentes niveles educativos, estableciendo sanciones cuando se vulnerara el acceso a la vacunación (como sucedería poco después, frente a la enorme cantidad de dosis de la vacuna antisarampionosa que el gobierno de Maria Eugenia Vidal dejó vencer mientras se producía un brote de la enfermedad de escala inédita en la historia cercana en la provincia de Buenos Aires).

Resulta oportuno también detenerse a reflexionar que el día de les vacunadores no hace referencia a una profesión sino a un rol asumido, lo cual es interesante si pensamos en la hegemonía de la figura de los médicos (en masculino) en el universo de  la salud y en una sociedad en la cual el sistema médico es virtualmente incomprensible e inabarcable para la ciudadanía, generando dos polos: quienes no comprenden lo que ocurre con el manejo de la salud pero sacralizan la palabra médica, y quienes descreen y desafían la veracidad de lo que emerge de la medicina occidental. En tiempos en los que tambalea la incuestionabilidad de los conocimientos científicos tal como se conoció durante el siglo XIX, es necesario repensar cómo las comunidades participan del acceso al conocimiento sobre su salud, sus cuerpos y su relación con el entorno.

En el sentido de lo anterior, valorar la labor de les vacunadores, generalmente enfermeres, no siempre apreciados dentro del escalafón de la carrera sanitaria, con quienes efectivamente son capaces de generar el lazo y encarnar el rol pedagógico, de escucha y de intercambio con las personas que temen enfermar, sentir dolor, tener efectos adversos o no recibir atención. 

Son, finalmente, les responsables de transmitir que vacunarse es promover la posibilidad de evitar la enfermedad no como un fin en sí mismo sino como la posibilidad de ejercer y disfrutar la salud en su plenitud. En resumen, la oportunidad de desarrollarse como personas en su ambiente y en colectividad y, en esta coyuntura, la posibilidad de pensar una vida después de la pandemia.

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