23 agosto, 2021
“Un 40% del mercado de trabajo se quedó prácticamente sin ingresos”
Dijo Jorge Duarte, periodista especializado en el mundo gremial, en el programa FMI de Radio La Tribu 88.7, haciendo referencia al trabajo informal durante la pandemia. Duarte salta por todos los temas que involucran al sector: el proyecto de país, la conflictividad social y la economía popular.
El programa de radio FMI – Fuimos Muy Ingenues, que se emite todos los viernes a las 17 hs por radio La Tribu 88.7, entrevistó a Jorge Duarte, periodista de Info Gremiales y de otros medios que se especializa en la información sindical y del movimiento obrero en general. Les colegas aprovecharon para dialogar sobre todos los temas que involucran al mundo del trabajo.
La campaña electoral y la agenda de los gremios de cara al Congreso, los debates sobre el proyecto de país y la creciente conflictividad social como resultado de la crisis que dejará la pandemia. También sobre las elecciones en la CGT y la participación de los movimientos sociales, en tanto trabajadores y trabajadoras de la economía popular, en los debates de las centrales obreras. Escucha esta nota, el programa completo y el resto de los programas a través del canal de Spotify que compartimos en nuestro portal.
¿Cómo ves que está el mundo laboral, los salarios, los puestos formales, la desocupación?
Hay una serie de problemas. Lo que estamos viendo de alguna manera es el retorno de la conflictividad social y laboral que de alguna manera estuvo aplacada por la pandemia, por el distanciamiento social, por las medidas de cuidado y que ahora, a medida que se vuelve a alguna “seminormalidad” empieza a visibilizarse.
La pandemia, en lo que tuvo que ver con el mundo del trabajo, tuvo dos caras muy claras: por un lado un impacto en el mercado laboral formal y otro muy distinto y mucho más feroz en el mercado laboral informal que es el que se está visibilizando en los últimos conflictos.
En lo que tuvo que ver con el mercado laboral formal, si bien tuvo un impacto importante con las medidas de gobierno, incluso con la prohibición de despidos, con el programa ATP para pagar parte de los salarios, después con los REPRO, de alguna manera u otra se pudo contener que no haya una caída abrupta de puestos de trabajo formales, incluso en algunas actividades ya se están recuperando y están en niveles pre pandemia o superiores.
Pero en el sector informal la verdad que el impacto de lo que fue la pandemia fue feroz, abrumador, se perdió prácticamente todo el empleo no registrado por lo menos en los primeros meses de aislamiento estricto y eso tuvo un impacto clarisimo en al menos 4 o 5 millones de trabajadores informales. Y ahí bueno, las organizaciones sociales que venían teniendo un fuerte crecimiento en los últimos años, que habían sido pilares de las últimas organizaciones potentes del movimiento obrero, son las que están encabezando la conflictividad social.
¿Vos crees que puede ir escalando la conflictividad social hasta que sea muy importante o solo es para poner en las elecciones la discusión laboral?
No sabría decirtelo. Evidentemente la crisis es muy profunda, fundamentalmente porque, como te decía antes, en este año y pico de pandemia hubo casi un 40% del mercado de trabajo que se quedó prácticamente sin ingresos. Ahora están tratando de volver al trabajo, de una manera u otra, pero de un día para el otro se quedaron sin poder ir a buscar el pan y más alla de algún otro IFE que pudieron cobrar, pasaron 14 o 15 meses. Evidentemente la situación es muy mala, muy critica y veremos si las organizaciones sociales que hasta ahora – no solo con este gobierno sino también con el anterior – sirvieron de red de contención, pueden seguir cumpliendo ese papel o en realidad son desbordadas o ellas mismas apuestan a un nivel un poquito más alto de conflictividad social. Yo creo que la situación social evidentemente es muy crítica. Que puede pasar no lo se, pero la situación está muy espesa.
Yo creo que la situación social evidentemente es muy crítica. Que puede pasar no lo se, pero la situación está muy espesa.
Y en ese contexto, ¿qué papel juegan los sindicatos para intervenir en esa conflictividad o cómo están haciéndolo concretamente?
Es un mundo muy diverso y muy heterogéneo. No se puede responder “qué papel están jugando los sindicatos” cuando en realidad cada uno está haciendo su juego. Desde hace algunos años, la conflictividad sindical en Argentina esta super dispersa, vimos un debilitamiento importante de la CGT, de su poder de fuego y fudnamentalmente de la falta de acuerdos internos. La unidad nunca se consiguió o fue una unidad que estuvo tejida y sostenida por alfileres por un triunvirato que duró apenas un par de años.
Desde hace algunos años, la conflictividad sindical en Argentina esta super dispersa, vimos un debilitamiento importante de la CGT, de su poder de fuego y fundamentalmente de la falta de acuerdos internos.
Ahora vamos a un escenario más o menos parecido porque en realidad lo que hay son muchas expresiones del sindicalismo argentino que es bien complejo y que tiene dirigentes de la más ortodoxia peronista hasta dirigentes del sindicalismo clasista. En ese universo tan variopinto, hay muchísimas expresiones. Lo que diría como diagnóstico es que en principio la conflictividad sindical fue muy baja en el momento de la pandemia por obvias razones. Prácticamente nadie quería exponerse a salir a protestar, fundamentalmente temiendo los contagios.
Después hubo algunas medidas, que tienen sus luces y sus sombras, fundamentalmente la más cuestionada de todas fue el acuerdo entre la CGT y la UIA (Unión Industrial Argentina), para avalar reducciones de salarios sobre los empleados suspendidos pero si vos preguntás en los extractos del mundo del trabajo te dicen que eso fue uno de los principales motivos que logró parar lo que hubiese sido una pérdida muy importante de trabajo de empleos formales y por eso te digo que tiene luces y sombras. Una medida que sin lugar a dudas causó mucho malestar, pero que de alguna manera, visto al largo plazo, evitó una catástrofe de pérdidas de puestos de trabajo, junto con otro cóctel de medidas como decíamos antes (el aporte del Estado para sostener salarios, la prohibición de despidos y de suspensiones sin causa, etc etc).
Así que en términos generales veo eso, una conflictividad más bien planchada y en algunas actividades empieza a haber cierto dinamismo que logra poner una agenda positiva, incluso en la campaña.
La economía popular, que es la que viene con más dinamismo, hasta antes de la pandemia se debatía si incorporarse al sindicalismo formal de la CGT. ¿Crees que eso puede ayudar a esto? ¿Cómo lo ves vos?
En los últimos tiempos dieron algunos pasos respecto de la sindicalización. Primero formaron la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, la UTEP. Todas las organizaciones sociales confluyeron ahí, generaron su estatuto y su comisión directiva e hicieron los pasos formales necesarios para constituirse como sindicato. Presentaron los papeles en el ministerio de Trabajo y de alguna manera obtuvieron un reconocimiento. No es de un sindicato porque la ley argentina es bastante específica en ese sentido. Necesitas cumplir con algunos pasos que no necesariamente pueden ser cumplidos por la UTEP. Sin embargo como no pudieron recibir una inscripción gremial o la personería gremial, si consiguieron una inscripción social que es una figura que se creo en 2015 de la mano de Tomada en aquel momento para recnocer lo que fue el sindicato de amas de casa que lo dirigía Pimpi Colombo y de alguna manera recibieron el reconocimiento formal del Estado que es lo que estaban buscando.
En la CGT hace tiempo que vienen tomando nota del crecimiento de las organizaciones sociales, de su poder de convocatoria y de su capacidad de movilización y de hecho se está discutiendo incorporarlas de alguna manera a la CGT. Evidentemente no las van a incorporar como un sindicato, porque si lo hacen, las organizaciones sociales prácticamente dirigirían la CGT con la cantidad de trabajadores que logran representar. Serían cuatro veces más que el gremio más importante de la Argentina. Pero parece que la discusión va encaminada en sentarlos en la mesa de discusión, darles un lugar y darle por lo menos la capacidad de voz en el seno de Azopardo. Veremos si con el transcurso del tiempo, eso se termina convirtiendo en alguna secretaría o algún espacio un poco más formal; pero en principio tendrían al menos una silla en la mesa de la central obrera con lo que va a ser la nueva conducción que se va a renovar ahoa, el 11 de noviembre.
Pero en principio tendrían al menos una silla en la mesa de la central obrera con lo que va a ser la nueva conducción que se va a renovar ahoa, el 11 de noviembre.
¿Cómo ves que se viene ese proceso de la nueva conducción de la CGT?
Lo que veo es una situación muy parecida a la de 2016, donde varios sectores de la CGT bien definidos que no tienen mucho que ver con los demás, por lo tanto la unidad a la que se llegara a aspirar es más bien una unidad formal que una unidad de proyecto. No veo que pueda consolidarse un proyecto político de la CGT con una aspiración de discutir los grandes temas del país. Si te pones a pensar, Daher, Cavalieri, el hermano de Daher, Linghieri no tienen nada que ver con lo que plantea Moyano y de hecho Moyano se está llevando bastante mal con lo que está planteando Palazzo y la Corriente Federal de Trabajadores; y en paralelo tenes a Luis Barrionuevo con su porción de gremios que en su momento conformaron la CGT azul y blanca, separado tenes a Sergio Sasia y los gremios que conforman ese mundo. Hay una multiplicidad de espacios que parece hoy muy difícil que en algún momento puedan llegar a confluir en un proyecto. Lo que va a haber es una unidad formal, seguramente buscaran la manera de que todos queden contentos. En el triunvirato probablemente sean tres o cuatro, veremos si llega a haber una secretaria general rotativa o no, como podrán encastrar ese rompecabezas para que todos más o menos se queden con una porción de poder y con alguna silla más o menos interesante, pero la verdad es que, al margen de eso, uno no ve que de ahí pueda surgir una discusión que pueda poner a la CGT o al movimiento obrero discutiendo un modelo de país en los próximos 5 o 10 años.
¿Cómo ves la relación entre esa CGT diversa y el sindicalismo en este contexto de elecciones y conflictividad social?
En general, los distintos jugadores del tablero sindical, todos tuvieron algún gesto sino explícito, al menos implícito con la candidatura de Alberto Fernández, pero estos dos años, así como se desgastó Fernández en muchas otras cuestiones, también lo hizo en su relación con la CGT.
También hay que poner esto en contexto: el gobierno de Mauricio Macri y esos 4 años de Cambiemos, fueron un disciplinador importante para la central obrera y los distintos espacios de la CGT que seguramente van a hacer que no saquen los pies del plato. Más allá de que hay bastante descontento con la manera de gestionar del gobierno, incluso con la muy poca participación que suelen tener los sindicatos en la toma de decisiones, así y todo van a contar con el acompañamiento de la mayor parte del sindicalismo.
¿Cómo ves ese acompañamiento en la campaña?
Yo creo que hace por lo menos 10 años que no veíamos una campaña electoral en la que había alguna agenda positiva en el mercado de trabajo. En aquel momento (en la campaña de 2011) se empezó a discutir la participación en la ganancia de los trabajadores y también una ley que prohiba o regule las tercerizaciones.
Finalmente no sucedió nada de eso y desde ese momento para acá hemos discutido el pago o no del tributo a las ganancias, o de la cuarta categoría que esta que pagan los asalariados, una reforma laboral y ahora me parece que a caballo de que se están empezando a generar algunos puestos de trabajo, fundamentalmente en la industria y que está la idea de empezar a distribuir las horas trabajadas se logró poner en agenda la reducción de la jornada laboral. Veremos que esto que tiene una iniciativa en una matriz sindical logra ser un eje de la discusión de lo que viene.
Ayer salió un estudio en los EE.UU. que dice que un CEO gana 350 veces más que un laburante. La relación en 1965 era de 15 a 1 y hoy es 350 veces a 1, y un poco lo que hablamos es sobre la ganancia generada actualmente, el tipo de empleo que se genera y sobre como redistribuir esas ganancias y una de las respuestas era que se puede reducir la jornada laboral y así generar más puestos de trabajo. ¿Los sindicatos, los más duros, están discutiendo esto? ¿Están a la altura de esa discusión?
Fue todo un eje de debate fundamentalmente en las últimas semanas porque es una iniciativa que surge del ala más vinculada al kirchnerismo y que se instala con la figura de Sergio Palazzo, Claudia Ormaechea que es una dirigente de la Bancaria y diputada nacional y Hugo Yasky que también es dirigente sindical de la CTA de los Trabajadores y diputado nacional; pero no sale del seno de la CGT, del sindicalismo más tradicional.
De hecho, Andrés Rodríguez (dirigente de UPCN) fue el primero en decir “no es momento para discutir las horas de trabajo, es momento de ir a trabajar”. Algo parecido dijo Daher, pero me parece que las primeras declaraciones que no fueron a favor causaron bastante malestar en el entorno más cercano y fue todo un debate en el seno de la Comisión Directiva de la CGT que se hizo esta semana.
Por eso mismo decidieron no pronunciarse porque la verdad que era ponerse en una posición bastante más a la derecha de las expresiones sindicales más bien kirchneristas y en un rol que los hacía casi ponerse en paralelo con la UIA. En principio no pareciera tener el empuje necesario para mantener esa discusión, pero parece que lo que si notaron es que es muy antipático salir a oponerse y eso por lo menos es algo.
En principio no pareciera tener el empuje necesario para mantener esa discusión, pero parece que lo que si notaron es que es muy antipático salir a oponerse y eso por lo menos es algo.
¿Y vos crees que es momento de esa discusión o que puede ser una salida?
Yo creo que si está la fuerza suficiente de los sindicatos, las organizaciones de base, las organizaciones sociales para instalar el tema y discutirlo, es momento de discutirlo. En todo caso lo que va a estar en discusión ahora es si está la fuerza suficiente para instalar el tema en agenda y llevarlo al Congreso. Porque incluso esto es algo que hace colisión ente los propios integrantes del Frente de Todos, que es un frente que tiene distintas patas, distintas vertientes, bastante diverso y que por ejemplo tiene al Ministro de Producción, miembro del Gabinete, que salió dos o tres veces a decir que no es momento de sentarse a discutir la reducción de la jornada de trabajo. Por eso digo, si está dada la fuerza suficiente será el momento y sino habrá que construirlo y será en otro momento.
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