Ambiente y Hábitat

18 agosto, 2021

Los humedales al Congreso

Con este lema, la Multisectorial Humedales Rosario y más de 300 organizaciones convocan a marchar al Congreso para exigir el tratamiento de la Ley de Humedales, que desde agosto de 2020 está frenada en la Cámara de Diputados.

Crédito: Pablo Benvenuto

Florencia Trentini

@flortentini

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En los últimos tiempos venimos aprendiendo que lo que suceda puertas adentro del Congreso depende mucho de la fuerza en las calles, y en este caso también en el agua. El miércoles 11 de agosto una caravana de kayak partió desde Rosario hacia el Congreso de la Nación, con el objetivo de entregar un petitorio que se trabajó de manera conjunta entre organizaciones de todo el país, para que las comisiones de Agricultura y Ganadería, Presupuesto y Hacienda e Intereses Portuarios, Marítimos, Fluviales y Pesqueros trabajen sobre la Ley de Humedales de manera unificada y simultánea.

Si bien el proyecto logró un dictamen favorable en la Comisión de Recursos Naturales, desde entonces quedó frenado, y la Multisectorial de Humedales Rosario denuncia que esto responde a la presión de los grandes lobbies empresariales.

El texto de la Ley, que es resultado de la unificación de varios proyectos que fueron presentados en Diputados y Senadores, propone establecer criterios de gestión, preservación y uso racional y sostenible de los humedales y su biodiversidad, a lo largo y ancho del territorio nacional. Asimismo, remarca la importancia de estos espacios para la mitigación del cambio climático y, entre otras cuestiones, busca fomentar las actividades de restauración de los ecosistemas y limitar las actividades que puedan dañarlos irreparablemente.

Es una ley que destaca la participación activa, efectiva y equitativa con perspectiva de género de toda persona interesada en el diseño, implementación y monitorio de políticas públicas sobre humedales, y garantiza el libre acceso a la información pública ambiental y la participación ciudadana en la toma de decisiones.

La Multisectorial Humedales, que viene impulsando la iniciativa, indica que durante 2020 se quemó más del 20% del Delta del Paraná, con alrededor de 40.000 focos que destruyeron aproximadamente 50.000 hectáreas. Y destaca que en lo que va de este año ya se generaron 5000 focos de incendio como resultado de actividades productivas no sustentables y la ilegalidad avalada por todos los gobiernos.

La importancia de los humedales

Los humedales son zonas de tierra inundadas de forma permanente o temporal. Son ecosistemas complejos que no califican ni como terrestres ni como marítimos, sino que presentan ciclos de subas y bajas del agua. Los humedales pueden incluir ecosistemas naturales variados como bosques fluviales, zonas costeras y marítimas, playas, bañados, arrecifes, pastizales húmedos, pantanos, turberas, estuarios, deltas, manglares. El agua es el elemento que los distingue. Su dinámica ecosistémica es extremadamente frágil, ya que estos ciclos pueden ser alterados por actividades que no tengan en cuenta estas particularidades y tiempos.

Además, son ecosistemas que se caracterizan por su gran diversidad biológica, adaptada a estos ciclos que presentan períodos de sequía e inundaciones. Se calcula que el 40% de la biodiversidad mundial vive o se reproduce en estos espacios. Sumado a esto son grandes filtros depuradores y reservorios de agua dulce. Sirven para amortiguar los impactos de las lluvias y se consideran fundamentales en la lucha contra el cambio climático, en tanto almacenan más carbono que el resto de los ecosistemas. La pérdida de los humedales a nivel mundial es extremadamente preocupante. Están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques.

Desde principios del siglo XX se calcula que se perdió el 64% de este tipo de ecosistema a nivel mundial. Esto se debe principalmente a las transformaciones en el uso del suelo, ya que son zonas codiciadas para la ganadería, la agricultura y el desarrollo inmobiliario para la expansión de ciudades. Pero también es resultado de los efectos del cambio climático.

En este marco, para su protección y conservación la UNESCO firmó en 1971 la Convención sobre Humedales, conocida como Convención de Ramsar, por el lugar de su firma. La misma rige desde 1975 y su principal objetivo es “la conservación y el uso racional de los humedales mediante acciones locales, regionales y nacionales y gracias a la cooperación internacional, como contribución al logro de un desarrollo sostenible en todo el mundo”. Hasta la fecha el número de países que adhieren al tratado asciende a 171.

La participación en el mismo implica una serie de compromisos generales de conservación y uso de los humedales y la obligación concreta de designar al menos un humedal para ser incluido en la Lista de Humedales de Importancia Internacional y pasar a ser un “sitio Ramsar”. A nivel mundial existen 2414 de estos sitios, lo que equivale a una superficie de 254.543.972 hectáreas. Cada tres años los países miembros se reúnen para evaluar los progresos del acuerdo.

Argentina se unió a la Convención en 1991 y la misma rige desde el 4 de septiembre de 1992. Actualmente tiene declarados 23 sitios Ramsar, con una superficie de 5.714.016 hectáreas. En el país existen seis grandes regiones de humedales, desde la Puna hasta la Patagonia, y se estima que ocupan aproximadamente un cuarto del territorio nacional. En 2020 los humedales cobraron importancia en la agenda pública no por su importancia ambiental sino por su destrucción en manos del fuego.

Durante el año pasado se quemaron casi un millón de hectáreas en todo el país, 300.000 en la región del Delta del Paraná. En la provincia de Santa Fe, la más afectada por los incendios, se destacan tres sitios Ramsar: la Laguna de Melincué, Jaaukanigás y el Delta e Islas del Paraná.

La discusión sobre el modelo de desarrollo

La discusión de la Ley de Humedales se enmarca en un debate mayor sobre el modelo de desarrollo. Los incendios en el Delta del Paraná durante 2020 volvieron a poner sobre la mesa la tensión entre el capitalismo y la vida. En este marco, ante el reclamo por la protección de los humedales, nuevamente apareció el conocido latiguillo de “no quieren el progreso”, algo que los sectores concentrados suelen repetir para avanzar en sus negocios y ganancias a costa de vidas humanas y del planeta.

Una Ley de Humedales permitiría proteger a estos espacios del avance de actividades productivas que al no tener en cuenta sus ciclos ecosistémicos generan su destrucción y desaparición, algo que debido a su importancia para la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático tiene consecuencias devastadoras para el planeta. Pero el problema no es el desarrollo y la producción, sino un modelo de desarrollo y de productividad que deja de lado la reproducción de las vidas.

Los incendios durante 2020 mostraron que así como el fuego puede ser beneficioso para el mantenimiento de los ecosistemas y la promoción de la biodiversidad, como pobladores locales vienen llevando adelante hace cientos de años mediante las prácticas de quema. También puede ser una forma de destruir estos ecosistemas cuando es aprovechado para el lucro capitalista que lo utiliza como una forma de cambiar el uso del suelo para el desarrollo de otro tipo de producción, a la que los ciclos vitales le importan muy poco. Por eso fue un gran logro la modificación de la Ley de Manejo del Fuego para prohibir modificaciones en las áreas afectadas por incendios en un plazo de entre 30 y 60 años según el tipo de ecosistema.

Si pensar en un modelo de desarrollo sin tener en cuenta las vidas es un problema, también lo es pensar en un modelo de protección y conservación que no tenga en cuenta los conocimientos y las prácticas de poblaciones que se desarrollan en relación a esos ecosistemas. Suele olvidarse que para las poblaciones locales los modelos de desarrollo capitalista o de conservación de la naturaleza desde un paradigma que no contemple las poblaciones humanas suele tener el mismo resultado: pobreza y exclusión.

El obstáculo a la posibilidad de tener una Ley de Humedales es sobre todo el hecho de que por su heterogeneidad, la protección de estos ecosistemas toca los intereses de variados grupos económicos, desde el capital concentrado del agronegocio hasta los desarrolladores urbanos. La pregunta es qué planes de desarrollo queremos, aquellos que avanzan al costo de destruir todas las vidas o los que con ellas como centro se proponen que podamos habitar este planeta un rato más.

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