Salud

12 agosto, 2021

Variante delta y vacunas combinadas: ¿podrá evitarse una tercera ola?

La estrategia de combinar vacunas para completar esquemas de inmunización para COVID-19 es impulsada por las autoridades sanitarias aprovechando el descenso en los contagios de coronavirus demostrando eficacia y seguridad. Nación busca anticiparse a la circulación comunitaria de la variante delta mientras se prepara para las elecciones.

Laura Fischerman

@lpescadora

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En oportunidad de la fiebre olímpica de las últimas semanas, tanto referencias del mundo de la investigación científica, profesiones de la salud y gobernantes se han referido a la situación epidemiológica de la Argentina para el COVID-19 como una carrera. En este caso, entre la masiva inmunización a través de vacunas contra la llegada de la variante genómica delta del SARS-COV-2. Podría agregarse que se trata de una carrera de obstáculos, ya que cada vez que se avizoraba un posible final para la catástrofe, una mutación del virus, un desenfreno “presencializador” o el turismo han desafiado el horizonte de triunfo.

Al tiempo que la velocidad de vacunación y la disponibilidad de dosis se acompasaron para equiparar al Reino Unido en la proporción de la población alcanzada con al menos una primera aplicación, los casos llevan más de dos meses reduciéndose. Mientras tanto, la amenaza por la modificación de la dinámica de contagios con la introducción de la variante delta se acrecienta. 

Con casi 30 millones de habitantes vacunados y una campaña de inmunización que ya alcanza a los y las menores de 18 años, no resulta claro si la inminente circulación comunitaria de la variante delta en los centros urbanos del país será causante de una tercera ola de contagios que reproduzca el escenario europeo y norteamericano, desplazando a las variantes predominantes en las mayores ciudades de nuestro país: gamma y lambda (antes conocidas como Manaos y Andina, respectivamente). 

La falta de un panorama claro radica en que el fenómeno que se está produciendo, la variante delta en el hemisferio norte irrumpe en comunidades donde la variante que predominaba era la alfa (previamente, Reino Unido), probablemente debido a la alta transmisibilidad adjudicable a las altas cargas virales desarrollada en las personas infectadas, según el incipiente acervo de investigaciones. Las consecuencias han sido, pese a las altísimas tasas de cobertura de vacunas, estrepitosas escaladas en el número de casos con una proporción notablemente reducida de internaciones y muertes con respecto a los picos anteriores. 

Sin embargo, aunque se trate de una baja proporción de un número absoluto de casos (más de 50.000 diarios en el Reino Unido en pleno verano), sigue siendo un número elevado de casos graves y fatales, al tiempo que es un caldo de cultivo para la aparición de nuevas mutaciones, y difumina el horizonte de dar por terminada la pandemia en el corto plazo. De todas formas, en el ámbito local la variante alfa circula en proporción minoritaria frente a la gamma, cuyas mutaciones características suponen una mayor transmisibilidad, a la vez que capacidad de evadir la respuesta inmune (siempre en comparación con la secuencia de genes obtenida del virus que apareció en Wuhan en 2019). En ese sentido, para avanzar en proyecciones de los efectos que podrá tener la -por ahora bastante aplazada pero inminente- circulación plena de la variante delta será necesario estudiar los casos de países que partían de situaciones similares a las argentinas, como México o Brasil.

Configurado ese marco, se entiende por qué las autoridades sanitarias tomaron la consigna y su consecuente ejecución de que “agosto sería el mes de las segundas dosis”, y para ello se recurrió, además al importante abasto de vacunas Sinopharm, a los llamados esquemas heterólogos de vacunación. Eso significa, ni más ni menos, que los esquemas de dos dosis se completen con una vacuna no diseñada originalmente para alcanzar la inmunización comenzada por la primera que se utilizó. Y frente al anuncio realizado en forma tripartita por ministra y ministros de la cartera de salud de la nación CABA y provincia de Buenos Aires, si bien logró transmitirse un inédito nivel de coordinación y consenso también, aparecieron numerosas dudas. 

A diferencia de las novedades previas en materia de vacunas, los plazos entre anuncio y ejecución tuvieron una velocidad estrepitosa, de manera que las personas que recibieron Sputnik V como primera dosis estuvieron recibiendo invitaciones a reemplazar su segunda dosis por AstraZeneca o Moderna en forma inmediata. Es importante remarcar la importancia de que las personas que accedan a esta modificación sean correctamente informadas para tomar esa decisión y que, por el momento, no está previsto que se combinen dos vacunas cualesquiera sino algunas secuencias en particular, ni queda a criterio de quien recibe la inyección cuál es la variedad de vacuna a utilizar entre los diseños alternativos.

Pese a las sensaciones que esto pudo haber generado, es importante tener en cuenta la seriedad con la cual esta novedad fue implementada. A diferencia de lo sucedido en Europa hace unos meses, estas combinaciones no se dan en forma azarosa ni por falta de otra alternativa. Como todos los pasos que se dieron en la campaña de vacunación argentina, la decisión fue tomada sólo cuando se contó con evidencia suficiente para acreditar la seguridad y eficacia del esquema aplicado, poniéndose en un lugar de vanguardia a nivel global en la generación de conocimiento sobre políticas para mitigar los efectos de la pandemia. 

En este campo, debe destacarse el rol que tomó la provincia de Buenos Aires, desde cuya gestión del estado se hizo bandera de lograr una soberanía en la producción de datos y publicaciones para respaldar toda política llevada adelante, lo cual es particularmente meritorio en una coyuntura en la cual se encuentra en disputa la validación científica del conocimiento (como ya se ha comentado en este medio). Además, logró reunir algunos de los nombres más prestigiosos de la investigación en inmunología en el país (cosa poco frecuente), con la perspectiva de que hacer eso posible también es parte del quehacer político y la gestión de la salud de la población. 

Así, esta jurisdicción se propuso tempranamente diseñar ensayos para verificar la seguridad, eficacia y efectividad de todas las posibles combinaciones de vacunas, inclusive con convocatorias públicas de voluntaries. Esas personas no solamente lograron completar sus inmunizaciones, sino que se logró un ánimo de participación y pertenencia de los hitos que auguran una perspectiva de salida colectiva al drama de la pandemia.

Entonces, esta nueva posibilidad de esquivar el obstáculo que representaría una tercera ola de casos (como se han esquivado otros, tales como el colapso total del sistema de salud) debe leerse en un contexto donde el margen tolerable de impacto en el humor social y en las finanzas se desafió a su máximo. Y todo retroceso en el bienvenido pero insuficiente rebrote de la economía y la posibilidad de disfrutar de cierta sensación de normalidad abona a una conflictividad complicada de manejar en el acumulado de la situación heredada a nivel nacional del macrismo, y agudizada por un año y medio de pandemia. 

Además de un innegable compromiso con la preservación de la salud de argentinos y argentinas y el acceso a la atención sin restricciones, el oficialismo nacional no puede permitirse una recaída frente a la pandemia en puertas de las elecciones legislativas de este año donde, entre otras cosas, se plebiscitará su gestión de la crisis.

Pese a todos los condimentos que acompañan a esta situación, y para despejar cualquier viso de dudas, la disponibilidad de segundas dosis para aplicarse de inmediato y el vertiginoso ritmo de avance que se observó en las últimas semanas configuran la posibilidad de dejar atrás la emergencia sanitaria. 

Resulta sumamente recomendable para evitar formas graves de COVID-19 y disminuir drásticamente la transmisión del virus, completar el esquema de vacunación antes del asalto de una nueva variante, teniendo en cuenta el lapso de 2-3 semanas para alcanzar la máxima protección contra las infecciones. Es fundamental, en ese sentido, no suponer que las vacunas vuelven invisibles a sus destinatarios, que los cuidados de higiene y distanciamiento deben seguir siendo parte de nuestras vidas, y seguirá siendo responsabilidad de los gobiernos y del colectivo garantizar las condiciones para que ellos puedan llevarse adelante.

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