12 agosto, 2021
Les pibes debaten su futuro
Nuestro mundo se transforma tan aceleradamente que es difícil reflexionar sobre dónde estamos y hacia adonde vamos. Quienes crecimos en este mundo tan convulsionado y cambiante estamos atravesados por dispositivos, como las redes sociales, la digitalidad y fenómenos socioculturales que se construyeron principalmente en las calles.

Las nuevas generaciones nos chocamos de frente contra la gran crisis del sistema. Lo predecible frente a eso es el pesimismo, la bronca, la angustia o la depresión. Por si había sido poco mamar los efectos del neoliberalismo, llegó la pandemia para mostrarnos nuestra fragilidad y que la crisis climática está a la vuelta de la esquina. Antes nuestra preocupación era no conseguir laburo, ahora se sumó el desempleo de nuestres viejes y la de nuestres amigues.
De todas maneras, si bien existen les que están desmotivades, les jóvenes están comprometides en el debate por el futuro. Debatimos nuestro futuro, nos organizamos, politizamos, elaboramos una nueva forma de ver el presente y proponemos un futuro contra la tendencia conservadora del conjunto de la sociedad y la política. Este debate nos desborda y con miradas muy contrapuestas nos compromete, nos pone en jaque.
Soñando con salir de esta pandemia que nos arrinconó, es urgente pensarnos en la resocialización que nos toca ahora que salimos de casa a reencontrarnos con nuestros afectos, combatir lo que no nos gusta, y como cada dos años, votar.
La esperanza y la empatía
Entre todos los sectores que fueron golpeados por el macrismo estuvo la juventud. No tan solo por su retroceso económico, la degradación de las condiciones edilicias de los espacios educativos, el avance de la ideología neoliberal sobre los planes de estudios, y la pérdida de empleo, sino también porque elementos de su identidad y su ciudadanía se vieron discutidos por personajes que no eran otra cosa que dinosaurios.
Frente a la implosión social y contra la degradación de los lazos comunitarios, la palabra que marcó a fuego a la juventud durante los años macristas fue la empatía. Primero emergió como una idea para ponerle nombre a la incomodidad que nos generaba el aumento de la pobreza. luego, al calor de las movilizaciones y de las represiones lo interiorizamos y empezamos a sentir cada injusticia como propia.
La noche neoliberal parecía larga, la falta de trabajo recrudecía así como los consumos problemáticos, y en el medio de todo eso y con una potencia impresionante nos interpelaron los feminismos. Pasamos de conocerlos a elaborarlos, a ser un actor fundamental, tal que nos ganamos el título de la revolución de las hijas, que hay que saber llevar. Allí conocimos que lo personal es político, a la vez que entendimos que somos parte de un colectivo, de una red de afectos. Comprendimos que el mundo se puede transformar movilizándose y sobre todo organizándose, y que las viejas instituciones de la burguesía no entregarán sus privilegios así por qué si, por lo que el 8 de agosto de 2019 que nos ratonearon el aborto legal no fue un fnal, siino un principio.
Estas energías encontraron su cauce tras este desafío en la tarea histórica de evitar una reelección de la derecha, con la esperanza de recuperar el futuro nos hicimos cargo. Con alegría y manija (al ritmo de trap) militamos una campaña haciendo un aporte singular. Apenas un par de meses tuvimos para festejar nuestro triunfo.
Un futuro posible
Desde organizaciones con fuerte componente joven señalan que la crisis climática se avecina y que el sistema extractivo de producción argentino es colonial y depredador. A medida que la crisis del clima se intensifica, con los incendios masivos a lo largo y ancho de Argentina, el discurso toma fuerza. Por ahora se imponen quienes descargan la responsabilidad sobre las empresas y el Estado, y demandan una urgente transición socioambiental para atender a las necesidades de la crisis. En un rol menor, otras organizaciones más globalizadas culpan a los patrones de consumo de las sociedades, y ven en el famoso punto de no retorno algo similar a un día del juicio final.

En este mundo convulsionado nos movemos, nos desplazamos y nos definimos. Buscamos construir los sentidos para comprender el mundo; no como esperan que lo entendamos, sino elaborando el mundo que nosotres necesitamos. Ese pensamiento está en debate, las juventudes están en debate. Están las juventudes que apelan a la bronca y a la indignación construyendo una fuerza antidemocrática, los autoproclamados liberales, que en el fondo son individualistas autoritarios, y por otro lado están las juventudes que se organiza en pos del bienestar colectivo, atendiendo a las problemáticas de la etapa, elaborando alternativas lo más amplias y plurales.
Nuestra tarea deseada -siendo el deseo nuestro motor- es construir un colectivo que proponga una ideología que reinvente -y supere- a este sistema, performando las nuevas prácticas políticas y sociales que les depara a las próximas generaciones.
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