9 agosto, 2021
San Cayetano y la deuda interna que no puede esperar
Crónica de una jornada fundamental para la economía popular gremialmente organizada, que salió masivamente a la calle para reclamar un salario básico universal entre otras demandas impostergables.


Aimé Olivera Caniumir
Inició la mañana del sábado 7 de agosto. Unos pocos trabajadores y trabajadoras de la economía popular designados para la tarea comenzaron a armar los puestos de sus unidades productivas alrededor de la Plaza de Mayo. Cooperativas de herrería, carpintería, panificados, textiles, reciclado y agricultura familiar empiezan a mostrar sus productos para comercializarlos. Una novedad de esta edición fueron las postas sanitarias de las organizaciones, conformadas principalmente por mujeres; fueron ellas quienes acompañaron en los barrios populares la batalla contra el Covid-19 y la promoción de la vacunación. Sus puestos se encontraban a lo largo de la Avenida Rivadavia, acompañando la marcha de los movimientos sociales.

La marcha arrancó en Liniers con la bendición de los obispos Juan Carlos Ares y Oscar Ogea, en el Santuario de San Cayetano, conocido popularmente como el santo patrono del trabajo. Éste es el lugar donde confluye la fe y la historia de lucha del movimiento obrero argentino. El documento firmado por las organizaciones convocantes de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) reivindica esta fecha por la movilización impulsada por la CGT en 1982 durante la última dictadura, que fue desde Plaza de Mayo hasta el santuario bajo la consigna “Pan, paz y trabajo”. Aunque la movilización fue fuertemente reprimida, esa acción terminó de poner en crisis a la dictadura. Un paso clave para la posterior apertura democrática.

Será esta mancomunión de representaciones políticas, sociales y espirituales, la que impulse la movilización de 300.000 trabajadores y trabajadoras de la economía popular alrededor de una fecha identificada con la fe católica. Ateos, evangelistas de las más diversas iglesias e incluso pueblos originarios, componen las bases de estas organizaciones que recorrieron el largo camino de 23 kilómetros que separan Liniers de la Plaza de las Madres.
Devotos cargaron las figuras de San Cayetano, la Virgen María, y otros santos populares no reconocidos (aún) por la Iglesia Católica, como el Negro Manuel y el Gauchito Gil, una especie de Robin Hood criollo. Wiphalas y banderas argentinas ondearon todo el camino. Las batucadas de las organizaciones entonaron con trompetas canciones de Gilda, otra santa popular, y Rodrigo, el cuartetero más popular del país. Y Evita, siempre Evita: en las remeras, en las banderas, en los dedos en V frente a la cámara, en el grito “Patria sí, Colonia no”.

Esta convocatoria inició en 2016 impulsada por las organizaciones que hoy integran la UTEP durante el primer año de gobierno de Mauricio Macri, en rechazo a las políticas de saqueo y exclusión y con una agenda propia de propuestas sintetizadas en la consigna “Tierra, Techo y Trabajo”. Ha sido la plataforma de unidad de los movimientos populares en un momento regresivo para la clase trabajadora en su conjunto.

En el palco se ubicaron los y las referentes de las organizaciones que integran la UTEP, este sindicato de nuevo tipo que nuclea a les trabajadores de la economía popular, quienes frente a la expulsión del mercado trabajo formal durante la etapa neoliberal, resolvieron de forma colectiva, garantizar la producción de su sustento a través de la asociación cooperativa. La UTEP organiza a 1 millón de los 7 millones de trabajadores y trabajadoras de la economía popular en el país. El sindicato recibió hace pocos días la personería social y es el primero en la historia del movimiento obrero argentino en contar con paridad en su mesa directiva, dato que habla de la transversalidad del movimiento feminista y de los consensos generados por años de organización de las mujeres y diversidades.
Gildo Onorato, dirigente del Movimiento Evita y Secretario General Adjunto, arrancó su discurso saludando: “Compañeras, compañeros, compañeres, porque también estamos aprendiendo de las transformaciones”. Y continuó: “Gracias compañeras por hacernos mejores individualmente y colectivamente. No hay liberación sin feminismo popular”.

Mucho se habló en los medios de comunicación sobre si esta era una marcha opositora, sin embargo, los organizadores despejaron esas dudas y expresaron su apoyo al Frente de Todos con el propósito de seguir impidiendo que la derecha vuelva a gobernar.
“A la política digámosle algo y que quede muy claro: no subestimen la representación de los pobres, de las mujeres, de los trabajadores tenemos claro dónde estar parados, lo que no sé si está claro es como se ejecutan las políticas para resolver los problemas concretos. Por eso estamos acá, levantando la bandera del Papa Francisco diciendo que sin Tierra, Techo y Trabajo va a ser muy difícil tener paz social en la Argentina. No es por nosotros o por nosotras, sino porque llevamos décadas de retraso y de exclusión y no hay posibilidad de demorar más las transformaciones necesarias”, concluyó el referente del Movimiento Evita.
Hace pocas semanas se cerraron las listas de las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) y los movimientos sociales que componen el Frente de Todos no lograron ubicar candidatos y candidatas en lugares relevantes.

Juan Carlos Alderete, referente del Partido del Trabajo del Pueblo y actual diputado nacional por el Frente de Todos, expresó la necesidad de acceso a la tierra para asegurar la soberanía alimentaria, una demanda histórica que en los últimos años las nuevas organizaciones de la agricultura familiar campesina e indígena, han logrado colocar con fuerza en el debate público. El sector cuenta con expresiones de carácter nacional, como son el Movimiento de Trabajadores Excluidos con su rama Rural (MTE-Rural) y la Unión de Trabajadoras de la Tierra (UTT). El referente aseguró que “hay que entregar tierra a los campesinos sin tierra. El Estado tiene que acompañar la lucha de los campesinos porque ellos son los que generan los alimentos para el pueblo argentino”.

Norma Morales, dirigente de Somos Barrios de Pie y Secretaria General Adjunta de la UTEP, expresó la necesidad de reconocimiento al trabajo que desempeñan las trabajadoras sociocomunitarias, y la demanda de derechos laborales básicos.
“No somos vagos ni planeros: queremos que nos reconozcan como trabajadoras comunitarias, queremos aguinaldo, vacaciones, una obra social. Nosotros también queremos gozar de vacaciones. No nos vamos a ir a Disneylandia, pero sí nos vamos a ir a los Valles Calchaquíes del norte de nuestro país, nos vamos a ir a Mar del Plata con nuestra hermosa familia. Queremos un salario básico universal y créditos no bancarios para las unidades productivas, para poder producir a una escala mayor. Venimos a presentar una agenda para eso», aseguró la dirigente.

Dina Sánchez, Secretaria General Adjunta y referente del Frente Popular Darío Santillán (FPDS) antes de tomar la palabra se acomodó la visera y con un orgullo que le inflamaba el pecho, esgrimió con agasajo: “Qué movilización nos hicimos hoy, eh”. A lo cual la multitud diversa y ruidosa que inundó la plaza rió y festejó. Con tono crítico, Sánchez exigió el Salario Básico Universal, uno de los ejes de la movilización, para que quienes forman parte de la economía popular y no están organizados no caigan en la indigencia.
“Nos van a decir que no se puede, que no hay plata. Les decimos que hoy es el momento de empezar por los últimos y las últimas. Y esto quiero que lo escuchen muy bien: hay que priorizar la deuda interna, hay que tocar intereses porque no podemos permitir que se siga avanzando en un país con tan alto nivel de exclusión, sabemos que no podemos esperar más”.

Por último habló Esteban “Gringo” Castro, Secretario General de la UTEP: “En la Argentina están en disputa dos modelos de país. Uno es el modelo de globalización neoliberal que arrasó con los derechos de los trabajadores. El otro es un proyecto más integrador, el modelo industrializador, del que nos encantaría ser parte, pero sabemos que no nos termina de contener, que no nos abraza todavía. Es un modelo mejor, pero en el que tampoco tenemos trabajo. Necesitamos dar esa discusión para que el proceso de creación de otros trabajos, que viene haciendo la economía popular, se profundice», afirmó el dirigente del campo popular.

En síntesis, los sectores nucleados en la UTEP y partícipes de la Marcha de San Cayetano, exigen ser escuchados e incluidos dentro de las políticas públicas y que éstas sean favorables a un proyecto de desarrollo soberano y popular; que el gobierno de Alberto Fernández cumpla la promesa de campaña de empezar por los últimos.
Los movimientos sociales, después de mucho tiempo de centrar su energía en la contención de la pandemia en los diversos territorios donde trabajan, volvieron a copar las calles y las plazas del país, demostrando una vez más su gran capacidad de unidad y despliegue. Las transformaciones que el gobierno quiera impulsar en favor de la economía popular, sin duda contarán con el valioso apoyo de la movilización callejera.
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