Deportes

26 julio, 2021

Una pequeña gigante

Este sábado en Tokio vivimos la primera gran emoción argentina de estos Juegos Olímpicos. No fue una medalla, no fue un podio, no fue una victoria. Fue la despedida y el cierre con moño de una de las carreras deportivas más exitosas de nuestra historia. Se retiró la judoca Paula Pareto dejando todo en el tatami y con una grandeza que no entra en su cuerpo. Gracias Peque.

Hernán Aisenberg

@Cherno07

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Probablemente muy poca gente sepa que el judo es uno de los deportes que más éxitos le ha dado al deporte argentino. Seguramente sean muchas menos las personas que saben las reglas de judo, o que vieron alguna vez una pelea completa. Debe haber gente que ni sepa lo que es el judo. Pero no creo que haya tanta gente que no sepa quien es Paula Pareto.

Quizá no saben bien qué hizo, ni cómo, ni cuándo, pero la Peque es una marca registrada del deporte argentino. Compitiendo en un deporte poco popular y poco conocido logró trascender su deporte, su carrera y la historia del deporte argentino.

¿Cómo se explica que una deportista sea incluso más conocida que su propio deporte? ¿Qué fue lo que hizo la Peque en su trayectoria que la puso en ese lugar de trascendencia? No hay tantos deportistas que tengan el privilegio de ser más grandes que su deporte, que lo hayan trascendido. Habría que recorrer el país y averiguar cuántes chicos y chicas hacían judo antes de la Peque y cuántes hacen judo ahora. Habría que preguntarles a esos chicos y chicas cuánto tuvo que ver ella en todo eso.

Ni la Peque debe ser consciente de las cosas que ha logrado. Porque nadie hace un deporte pensando en ser un modelo a seguir, al contrario. No debe haber tantas otras actividades tan autocomplacientes como practicar un deporte y más si se hace bien, si se tiene talento para hacerlo. 

Y no hay duda que esta chica tiene un talento espectacular. Los resultados la avalan. La Peque tiene dos medallas olímpicas, un bronce en Pekín y un oro en Río. Además tiene dos diplomas. En cuatro participaciones olímpicas, nunca se fue con las manos vacías. Aparte tiene tres medallas en mundiales de Judo, una de cada color. La de oro también la consiguió en 2015 en el Mundial de Astaná, Kazajistán.

Paula fue la primera mujer argentina en ganar un oro olímpico, y la primera en ganar dos medallas olímpicas en disciplinas individuales. También es una deportista pionera en ganar un título mundial y un oro en los olímpicos. Ella y el boxeador Pascualito Pérez son les úniques argentines que pueden presumir ese logro. Ni Maradona, ni Messi, ni Ginóbili, ni Lucha Aymar ni Sabatini han conseguido lo mismo que la Peque y Pascualito.

Peque descubrió el judo a través de su hermano varón y siempre cuenta lo poquitas que eran y cómo le costó ir haciéndose un lugar. A los 19 años ganó su primera medalla de plata en un campeonato de judo panamericano, a los 21 ganó su primera medalla de un juego panamericano y a los 22 el bronce olímpico. Si bien recibió una beca estímulo por los resultados que fue consiguiendo, vale mencionar que su deporte (al igual que la mayoría de los deportes olímpicos) es amateur y que por más talentosa que fuera, la Peque no vive del judo ni podría hacerlo aunque quisiera.

Ella misma había adelantado que era muy probable que esta competencia en Japón fuese la última de su carrera, que ya lo tomaba como una despedida. Además de ser judoca, Paula se graduó en medicina en la Universidad de Buenos Aires y estaba queriendo poder dedicar su tiempo también a eso. Por eso la expectativa estaba puesta en verla, en seguir su último show. Al igual que en Río, fue candidata a llevar la bandera argentina en el desfile de la ceremonia inaugural. Sin embargo, le tocaba competir el primer día y desistió de tan grande homenaje en ambas oportunidades.

En esta ocasión el ofrecimiento fue todavía más grande. El Comité Olímpico Internacional (COI) la eligió como representante de América Latina para ingresar al estadio la tradicional bandera de los anillos olímpicos que luego se izaría dando comienzo a los mismos. Era una oferta imposible de rechazar porque ya no estábamos hablando de un reconocimiento argentino, ni solamente del mundo del judo. 

Ese homenaje era internacional y era de todo el mundo del deporte, no solo por sus logros deportivos, sino por el respeto que ella se ganó dentro del movimiento olímpico. Pero ella no había ido a Tokio a recibir un homenaje. Tampoco había ido de paseo, ni a despedirse solamente. Había ido por última vez a competir de igual a igual, dejando todo dentro del tatami y ansiando volver a subirse a un podio.

Las primeras dos peleas las ganó por Ippon (la traducción literal es “sometimiento”. Significa ganar el combate generando una sola toma que al contrincante no le deje movilizarse. Una especie de knock out judoca) y parecía que no tenía techo incluso mostrando sus últimas cartas. 

El tercer combate fue con una contrincante nipona durísima, muy fuerte. Lo intentó, la peleó hasta el final. Tanto que terminó lesionada en el codo, y aunque se había ganado su derecho al repechaje, había que ver si el cuerpo la dejaba pelear. Lo intentó y volvió, pero esa fue su última pelea. La portuguesa aprovechó la situación del brazo y la derrotó. Su primera reacción al perder fue abrazar y felicitar a su rival. Esa es la Peque que trasciende fronteras, que trasciende deportes, que trascendió generaciones sin buscarlo, sin perseguirlo, pero también sin poder evitarlo.

A veces creemos que los Juegos Olímpicos se trata de victorias, podios, medallas. No necesariamente. El olimpismo es un movimiento y ella con su metro sesenta se convirtió en una estrella gigante. Pasarán los años y recordaremos la suerte que tuvimos de haber sido contemporáneos de Paula Pareto.

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