Política

5 julio, 2021

Frente de Todes en campaña sin candidatos

El silencio y el hermetismo que maneja el oficialismo es inversamente proporcional a la interna que el Pro hizo pública de cara a estas elecciones raras, sin militancia callejera y sin cambios trascendentales. Se viene la elección de medio término y mientras la interna de Juntos por el Cambio está en llamas, el Frente de Todes hace los deberes para no perder votos, apostando a la unidad y a la mística por sobre los nombres propios de cara al armado de listas. ¿Alcanzará?

Hernán Aisenberg

@Cherno07

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¿Es la calma que antecede al huracán?

A menos de tres semanas del cierre de listas y en medio de una interna de Juntos por el Cambio que parece una carnicería, el silencio del Frente de Todes parece traer aguas mucho más tranquilas, pero no termina de quedar claro si hay una situación de comodidad por parte del gobierno o si efectivamente hablamos de la calma que antecede al huracán.

Las encuestas del gobierno siguen sin ser del todo auspiciosas, pero tampoco son tan negativas. Del 48% que alcanzó en 2019 para ganar la elección presidencial, los números hablan de una pérdida de entre 8 y 10% que podría complicar la elección de medio término. Sin embargo, tampoco queda claro que ese porcentaje enojado o molesto con el gobierno vaya a torcer la vara para el otro lado de la grieta. 

La expectativa del gobierno es que si bien es probable que se bajen algunos puntos, no se estarían perdiendo votos con la oposición, sino que el voto podría dispersarse un poco, algo que es bastante típico en las elecciones de medio término (aunque la grieta nos haya desacostumbrado a ello).

Más allá de los problemas de arrastre que se fueron acumulando durante la gestión macrista y la pandemia, que complicó mucho más la situación, el oficialismo sabe que tiene que evitar hablar de economía, inflación y salarios: tres temas cruciales que han empeorado mucho en este último tiempo. Eco Go, la consultora de Dal Poggetto, indica que el salario formal registrado retrocedió tanto que ya está en los niveles previos a los estallidos del 2001.

Todavía no queda claro si el enojo o malestar por la situación económica es irreversible y “pianta votos”, o si efectivamente ese porcentaje de indecisos reconoce que los factores exógenos afectaron mucho la capacidad del gobierno de resolver estos temas y decide darle una nueva oportunidad.

Recuperar la mística

Lo que sí queda claro es que, si bien el contexto económico es desastroso, todavía no están dadas las condiciones sanitarias para salir a la calle. No hay ningún factor que colabore para recuperar la mística y enamorar al electorado, ni siquiera puertas para adentro. Es un frente tan heterogéneo que contiene dificultades y debates a la hora de gestionar, conlleva a decisiones que a veces parecen contradictorias, con figuras políticas de mucho peso viniendo de trayectorias muy diferentes y con proyectos diversos. Esto complica la posibilidad del Frente de Todes de conquistar del todo, incluso a la propia tropa.

Frente a tantas desventajas, hay que sumar también la falta de militancia callejera, la imposibilidad de las agrupaciones y partidos de salir a militar a los barrios, las unidades básicas, casas populares o espacios de reunión, la falta de movilizaciones y manifestaciones masivas, y especialmente las dificultades del anclaje territorial históricamente clave para el campo popular.

Si bien en la mesa chica hay quienes están pensando la bajada al territorio, la interacción con el pueblo y el acercamiento más directo, la realidad es que los cuidados por la pandemia complican esa situación y vuelcan la campaña a una virtualidad en donde el oficialismo parte en desventaja. 

Los medios monopólicos concentrados en pocas manos opositoras, la centralidad que el PRO siempre le dio a las redes sociales y el crecimiento de una derecha de tintes fascistas, que desconoce el coronavirus y la crisis que generó, que ningunea el virus y, por lo tanto, también las medidas sanitarias de cuidado, muestran públicamente (en la tele y en las calles) a un oficialismo golpeado, atormentado por la crisis y con pérdida de legitimidad.

Un trabajo sistemático de criticar todas las medidas de gobierno, incluso las contradictorias (las mismas personalidades que han denunciado que las vacunas no estaban probadas o eran veneno, fueron las que salieron a denunciar un par de semanas más tarde que faltaban vacunas y que se podrían haber salvado vidas), llevó a vender esta imagen de un ejecutivo confuso, perdido, sin norte. 

Si bien es cierto que la comunicación oficial suele fallar en momentos claves y complicar aún más este escenario adverso que construyen los medios, la realidad es que la mayoría de la población tiene una excelente imagen de la gestión sanitaria, del sistema de vacunación y las políticas de cuidados correspondientes. No solo a nivel nacional, sino específicamente en la Provincia de Buenos Aires donde la gestión de Axel Kicillof está mucho más identificada con el kirchnerismo que más combaten esos medios.

Si la inflación o la pérdida del poder adquisitivo son el talón de aquiles del Frente de Todes, las medidas sanitarias y la lucha contra el covid son la punta de lanza. La pregunta de cara a las elecciones es si esto será suficiente con casi 100 mil muertos que va a dejar este bicho todavía desconocido. Quizá por eso también la oposición ha tenido que hacer hincapié en la cantidad de fallecidos, intentando responsabilizar al gobierno al nivel de compararlo con víctimas de guerras, genocidios o atentados criminales.

La unidad como bandera

En síntesis, unas elecciones que tenían que poner a prueba al oficialismo, parecen estar probando más la capacidad de la oposición de estar a la altura de las circunstancias. Mientras tanto el Frente de Todes intenta mover la menor cantidad de fichas posibles, apostar a la unidad y poner el “sello” por delante que hoy tiene más arrastre de votos que cualquier candidato o candidata a disposición.

En este caso la búsqueda de la unidad no es una frase hecha, sino que realmente es necesario sostener al frente de gobierno con todas sus diferencias a cuestas. Eso tampoco colabora para enamorar al electorado propio que siempre queda disconforme con alguna parte, pero es la que permite el arrastre del sello. “Sin Cristina no se puede, pero con Cristina sola no alcanza”, decía Alberto en campaña y hoy parece refrendarse.

La Cámpora y el Partido Justicialista han llegado a un acuerdo que les permite tener cierta hegemonía puertas para adentro y un peso mayor a la hora del armad de las listas para las elecciones que vienen, sin embargo ese espacio no puede entrar en tensión ni colisión con el otro gran bloque dentro del FDT liderado por el Evita y otros movimientos sociales, los intendentes y algunos funcionarios del ejecutivo. Puertas para adentro tienen que llegar a un acuerdo porque de ellos depende la continuidad del sello.

Por fuera de esos dos espacios, el massismo también tiene vuelo propio. No tanto por los votos propios que pueda conseguir dentro del FDT, sino para evitar el daño que puede generar armando un tercer espacio “peronista” de peso por fuera del frente junto con actores menores y hoy desarticulados como Randazzo, Urtubey y Lavagna. Por eso es un aliado estratégico principalmente para Cristina, Máximo y Axel, tanto en la Cámara de Diputades como para retener la Provincia de Buenos Aires. 

Con Massa adentro, el Frente se garantiza no tener oposición peronista. Por eso intenta reforzar esa identidad, cerrar filas bajo el sello frentista y asumir oficialmente que sean quienes fueren los candidatos, la campaña va a estar marcada por lo que puedan hacer Alberto Fernández, Cristina y Máximo Kirchner, Axel Kiciloff y Sergio Massa. Ellos no serán los candidatos, pero deberán ponerse al hombro una campaña extraña en medio de una pandemia mundial.

¿Alcanza con el peronismo unido?

Suponiendo como garantizada la unidad del peronismo, ¿es suficiente? En la elección del 2019 el peligro macrista atrajo algo más que al peronismo. Un montón de espacios y movimientos progresistas y de izquierda preocupados por el crecimiento de la derecha argentina apostaron a este espacio frentista que hoy debe sostenerse en pie para pasar el invierno.

Ese espacio que si bien hoy también está desarticulado y disperso dentro del Frente, es un espacio que va a seguir creciendo si el frente se mantiene unido y que puede construir una nueva transversalidad necesaria para sostener el gobierno del Frente de Todos. Figuras que no provienen del peronismo, que no forman parte de los bloques grandes de la estructura del FDT pero que tienen un potencial grande de atracción de nuevos actores si logran encontrar dentro del frente una ubicación y un lugar de poder. Es posible que este espacio no tenga gran injerencia ni fuertes intervenciones de cara al 2021, pero tiene la responsabilidad de constituirse si se quiere generar un gobierno que trascienda al peronismo y se adecúe a las luchas del siglo XXI, para que sea verdaderamente con todos, todas y todes.

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