31 marzo, 2021
El mes de las masacres en Myanmar
Con el golpe de Estado del pasado 31 de enero la represión interna recrudeció en el país asiático. Sin embargo, el 14 y 27 de marzo se realizaron las dos matanzas más grandes desde que las Fuerzas Armadas volvieron al gobierno.

La represión de la dictadura de Myanmar ha llamado nuevamente la atención a nivel mundial tras la masacre del pasado 27 de marzo, cuando se celebró el Día de las Fuerzas Armadas. Durante esa jornada en la que se realizaron festejos oficiales con la presencia de delegaciones internacionales, se llevaron a cabo manifestaciones antigubernamentales en todo el país.
Se estima que al menos 114 personas fueron asesinadas por el ejército. Se trata de la mayor cantidad de víctimas en un día desde que el Tatmadaw (nombre de las FF.AA. de Myanmar) tomaron el gobierno mediante un golpe de Estado el 31 de enero y suman más de 500 desde entonces.
Superó así la cantidad de muertes del pasado 14 de marzo cuando los trabajadores de las fábricas textiles del suburbio industrial de Hlaing Tharyar, en las afueras de la ex capital Rangún, salieron a protestar.
Aquella manifestación obrera contra el golpe de Estado se dio en el marco de la huelga general indefinida convocada por los sindicatos una semana antes. Se estima que al menos 58 trabajadores fueron asesinados aquel día, la mayoría recibió disparos en la cabeza.
Con ese antecedente, la Junta Militar emitió un comunicado previo al Día de las Fuerzas Armadas. ”Por favor, aprenda de aquellos que recibieron disparos en la cabeza y murieron horriblemente. Que no te engañen. Los padres deben detener a sus hijos. No dejes que mueran por nada”, se leyó en los medios de comunicación. La amenaza no frenó las movilizaciones que fueron brutalmente reprimidas.
?? La televisión de la Junta Militar ha publicado el siguiente mensaje:
— Descifrando la Guerra (@descifraguerra) March 26, 2021
”Por favor, aprenda de aquellos que recibieron disparos en la cabeza y murieron horriblemente. Que no te engañen. Los padres deben detener a sus hijos. No dejes que mueran por nada”.pic.twitter.com/BbhISn1Z6a
Sin embargo no fue así en todo el país. El grupo insurgente Ejército Nacional de Liberación Karen (KNLA) no sólo garantizó que la población pueda manifestarse sin problemas sino que tomó un puesto militar del Tatmadaw en el Estado de Karen. La respuesta del gobierno fue bombardear la zona, asesinando al menos a dos personas y provocando el desplazamiento de otras tres mil hacia la frontera con Tailandia donde fueron rechazados.
El KNLA aseguró este martes que las Fuerzas Armadas ahora están avanzando por tierra sobre su territorio y solicitan al país vecino asistencia para los refugiados.
Junto al Ejército por la Independencia de los Kachin (KIA) y el Ejército de Liberación Nacional de los Ta’ang (TNLA), entre otros, el KNLA es uno de los brazos armados de las distintas etnias regionales que, desde hace décadas, rechazan el centralismo y la hegemonía económico-política de la etnia Bamar (70% de la población).
Condena internacional
Aunque de forma moderada, distintos países repudiaron la masacre del 27 de febrero. Ese mismo día el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo que la represión es “inaceptable y exige una respuesta internacional firme, unificada y resuelta». «Los responsables de las graves violaciones de DD.HH. cometidas en Myanmar deben rendir cuentas», añadió.
En la misma sintonía, un comunicado conjunto de los jefes de Defensa de EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Alemania, Grecia, Italia, Japón, Países Bajos y Corea del Sur condenó “el uso de fuerza letal contra personas desarmadas”.
Por su parte tanto Londres como Washington ordenaron a sus ciudadanos que abandonen el país. Este último, además, suspendió el lunes el Trade and Investment Framework firmado con Myanmar en 2013. De esta forma pierde vigencia el Sistema Generalizado de Preferencias, que brindaba acceso libre de impuestos a algunas importaciones.
Rusia también se expresó al respecto. “Estamos muy preocupados por el creciente número de víctimas civiles”, sostuvo un vocero del Kremlin. Y aunque afirmó que buscan un buen vínculo con el gobierno “esto no significa en absoluto” que aprueben “los trágicos eventos que tienen lugar en el país”.
Antes del golpe
Myanmar fue colonia británica hasta 1948 cuando logró la independencia. Sin embargo, desde 1962 hasta 2015 tuvo gobiernos militares y varios conflictos internos marcados por las diferencias étnicas, religiosas y económicas. Estas disputas han dado lugar al surgimiento de varias organizaciones insurgentes que, hasta el día de hoy, combaten desde sus regiones al Estado central.
La etnia Bamar, que es mayoritaria y practica la religión budista, ha concentrado históricamente el poder y sometido al resto. Es así que el budismo ha funcionado siempre como articulador de una identidad nacional única y excluyente, a tal punto de llevar a cabo un genocidio contra los rohingya de religión musulmana que habitan en el sur del país.

Si bien la segregación lleva décadas, cobró notoriedad hace algunos años cuando el gobierno “democrático” de la Liga Nacional por la Democracia (LND), liderada por la premio nobel de la paz Aung Saan Suu Kyi, en connivencia con el Tatmadaw, arrasó con las aldeas rohingya. Entre 2017 y 2018 más de 700 mil personas de esta etnia fueron forzadas a migrar y establecerse en campos de refugiados en el vecino Bangladesh. Además se estima que 25 mil fueron asesinadas.
A la limpieza étnica de los rohingya en el sur se le suman otros conflictos con los kachin, los ta’ang y los karen en el norte y este del país. Aunque la LND y el Tatmadaw firmaron durante los últimos años acuerdos de paz y alto el fuego con distintos grupos no lo han logrado con el KIA (kachin) y TNLA (ta’ang).
Estas etnias han rechazado la oferta de dejar las armas a cambio de participar del negocio del narcotráfico que tan bien alimenta las arcas militares y gubernamentales. Ambos se oponen por los estragos que ha generado en sus comunidades el consumo de opio y heroína. Es que de acuerdo a la Southeast Asia Opium Survey el país es el segundo mayor productor de opio del mundo después de Afganistán.
Más allá de los problemas internos, Myanmar también está atravesado por intereses geopolíticos. China, la potencia regional de la zona construyó gasoductos y oleoductos que atraviesan el territorio desde su provincia de Yunnan hasta el golfo de Bengala. Estos le facilitan importar hidrocarburos de Medio Oriente y evitar el paso de barcos por el Estrecho de Malaca, famoso por ser uno de los que tiene mayor actividad pirata en el mundo.

Además está invirtiendo en la creación de Zonas Económicas Especiales en las regiones de Shan, territorio de los ta’ang, y en Rakhine, territorio de los rohingya.
Por todo esto ha intervenido con fuerza tanto en su carácter de socio de los gobiernos como también de los grupos insurgentes a los cuales ha financiado. Esto le permitió convertirse en el mediador regular entre el Ejecutivo y las organizaciones armadas, siendo un actor clave para el equilibrio interno.
Pero también petroleras transnacionales como Chevron, Exxon y Total tienen inversiones en el país que no fueron afectadas por las violaciones a los Derechos Humanos. En 2017 accionistas musulmanes llamaron a Chevron a dejar de hacer negocios con el gobierno de la LND por el genocidio rohyngia. Incluso la misma Chevron recibió denuncias de avalar trabajos forzados en sus instalaciones. Nada de esto afectó su operatoria en el territorio.
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