Salud

25 marzo, 2021

Sputnik V, el precio justo

La discusión instalada sobre las vacunas Covid-19 tiende a generar confusiones. El rendimiento de cada una, puede entenderse al comparar precio y efectividad. La inmunización nacional es posible si se deja atrás la timba financiera para efectuar la compra de la vacuna más conveniente y también a fin de reactivar los laboratorios del Estado con una producción soberana.

El capitalismo hace de todo una mercancía. El Covid-19 no es la excepción, menos aún su vacuna. Mucho se opina mediáticamente a favor y en contra de las diferentes opciones, pero poco se informa sobre la conveniencia de cada una, ni de lo económico que resultaría inmunizar a toda la población. Es necesario construir un razonamiento político propio para quien pretende resolver las necesidades del pueblo argentino.

El sistema subordina las decisiones políticas a la ecuación de costo-beneficio. En ese sentido, la vacuna más conveniente sería aquella que inmunice a la mayor cantidad de personas al menor costo posible. La vacuna china de Sinopharm tiene una efectividad del 79%, mientras que su precio es de 20 dólares por cada dosis. Entonces, si quisiéramos obtener un índice de rendimiento de dicha vacuna, deberíamos dividir el costo sobre el beneficio contemplando las dos dosis: cada 50 dólares se logra inmunizar a una persona al 100%.

Repitamos el mismo razonamiento para el caso de la vacuna rusa Sputnik V-Gamaleya. Considerando su efectividad del 92% y su precio de 6,5 dólares por dosis, del índice de rendimiento resulta que esta vacuna permite inmunizar a una persona por cada 14 dólares. Veamos qué ocurre en el caso de la norteamericana-alemana, Pfizer. Teniendo en cuenta su efectividad y precio (95% – 20 dólares), surge un inmunizado por cada 42 dólares. Por último, la vacuna norteamericana -Moderna- cuenta con una efectividad del 94%, siendo 31 dólares su precio por dosis, lo que determina que se necesitan 66 dólares por inmunizado.

Por lo tanto, podemos concluir que la vacuna rusa rinde cuatro veces más que la china y la estadounidense, y tres veces más que la norteamericana-alemana Pfizer. La discusión instalada por una u otra opción, como parte de un mundo bipolar-bipartidario, no es más que una constante operación de mercaderes sin un mínimo fundamento científico. Atendiendo la necesidad de inmunizar a toda la población, la vacuna de Gamaleya es, por lejos, la más conveniente.

Si consideramos que, en todos los casos, por cada habitante se necesitan 2 dosis, deducimos que con solo 600 millones de dólares podríamos inmunizar a toda la población argentina. Dato importante teniendo en cuenta que este monto equivale a lo que el Banco Central paga mensualmente por intereses de Leliq, con una tasa de interés del 38% para fondos especulativos. Por otro lado, el súper ahorro que logró el ministro Guzmán en la negociación de la deuda externa es de 35.000 millones de dólares, por tanto, con solo el 1,7% de lo ahorrado alcanzaría para la inmunización total nacional. Asimismo, apenas asumida su gestión el gobernador bonaerense Axel Kicillof pagó, solo a Fidelity, unos 250 millones de dólares de deuda provincial, con lo que el fondo buitre compró deuda nacional al 40% del valor nominal, aumentando sus acreencias contra el país a 625 millones de dólares en menos de 24hs. Y así podríamos seguir con más ejemplos de timba financiera en contra del Pueblo y la Patria. Lo que falta no es dinero, sino voluntad política.

Los negociadores de Pfizer condicionaban a la Argentina a no reclamar nada en caso de reacciones adversas de su vacuna, pero sí pedían garantías comprometiendo parte del territorio nacional y nuestros recursos naturales. Si bien es un acierto ponderar la vacuna rusa de Gamaleya, quedó demostrado que el problema no es de divisas, sino de soberanía política. La destrucción de nuestro sistema sanitario y la lenta actividad de los laboratorios estatales en investigación más desarrollo (I+D) nos vuelven dependientes de las alternativas extranjeras. En el contexto extraordinario de pandemia, en la que urge resolver y garantizar la salud y el trabajo de la población, se hace aún más necesario reactivar la producción nacional.

El Instituto Malbrán, cuya planta ubicada en Pergamino produce vacunas para la fiebre hemorrágica argentina, debe reactivarse al máximo. Nuestros excelentes científicos del CONICET y los 42 laboratorios nacionales están esperando ser convocados por el Estado para fabricar y proveer al país de las dosis necesarias, sin limitaciones y condiciones externas, además de poder asistir a la nación hermana que lo requiera. Las profundas carencias que sufre nuestro Pueblo requieren una solución total y rápida. Si la misma es parcial y lenta, no llega siquiera a ser solución. Solo el Modelo Argentino de Desarrollo -Estado Empresario + PyMes asociadas- podrá garantizar la salud como derecho humano inalienable.

Por Rodolfo Treber, Gastón Aldana, Bárbara Solernou y Ayelen Salvi
Integrantes de Social 21, La Tendencia y del Instituto ARGs. [email protected]

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