5 marzo, 2021
Chávez eterno
Se cumple un nuevo aniversario del paso a la inmortalidad de Hugo Rafael Chávez Frías. Militar, insurrecto, presidente, animador y dirigente del proceso político más audaz -desde la caída del Muro de Berlín- volviendo a instalar al socialismo como un proyecto ante un capitalismo que no tiene soluciones para los problemas de nuestros pueblos.


Fernando Toyos
Si bien la historia no es producto de la iniciativa individual, como gusta mentir al liberalismo, hay ciertas personalidades que -cada cual con sus causas y azares- terminan jugando papeles trascendentes en el acontecer histórico. Hugo Chávez, sin duda, es una de esas figuras excepcionales: carismático como ninguno, con una claridad estratégica como pocos y, por si esto fuera poco, con una sólida formación teórica, política e histórica, no se puede pensar la historia reciente de Venezuela sin detenerse en su figura.
1. Maisanta
Hugo Chávez nació el 28 de julio de 1954 en el pueblo de Sabaneta, ubicado en el Estado Barinas, un territorio popular del oeste venezolano.
Parte de los llanos, región rural de producción agrícola-ganadera e historias de hombres a caballo, el joven Huguito tuvo su primer encuentro con la historia venezolana a partir de la controvertida figura de Maisanta. Se cuenta que Pédro Pérez Delgado, tal el nombre legal de este personaje, habría sido el bisabuelo de Hugo y sus hermanos. El niño Hugo tuvo que sufrir la angustia de creer, como se decía por Sabaneta, que Maisanta había sido un asesino despiadado, que se había cobrado la vida de un militar.
Según las averiguaciones del propio Chávez, en una de las anécdotas compiladas por Orlando Oramás León y Jorge Legañoa Alonso, esto fue en defensa del honor de su hermana, Petra Pérez Delgado, que había quedado embarazada del coronel Masías, quien “no reconoció la barriga”. Entonces Pedro Pérez Delgado, con 15 años, “le metió cuatro tiros” a Masías y partió para luchar junto con el libertador Ezequiel Zamora, antes de que ser muerto en represalia. Un viejo soldado apostado en el Cuartel de la Montaña, donde descansan los restos de Chávez, cuenta la historia del apodo: al lanzarse a la batalla, Pedro Pérez gritaba: “¡Mai santa (madre santa), que son bastantes!

Un elemento más completa la mística: derrotada la insurrección del 4 de febrero de 1992, Chávez recibió, en el penal de Yare, el escapulario de Maisanta, el cual mostró públicamente en más de una ocasión.
2. El “Látigo” Chávez
El joven Hugo era fanático del béisbol, deporte que es muy popular tanto en Venezuela como en Cuba. Fue admirador de, vaya casualidad, Isaías “el Látigo” Chávez, ídolo del club Magallanes.
Fue su afición al béisbol la que lo llevó a inscribirse en la Academia Militar: siendo un joven pobre, era la única posibilidad que tendría de jugar profesionalmente, tal como anhelaba. Contó Chávez que viajó a Caracas sin permiso de sus padres, para probar suerte en las Fuerzas Armadas, al amparo de un tío que lo recibió en su casa y lo llevó al día siguiente a probarse en el equipo.
A pesar de tener una materia “raspada”, su buen desempeño en la prueba de béisbol le valió que lo inscribieran provisionalmente en la Academia. “Anoten ese zurdo”, dijo el entrenador.

3. El viejo comunista
Mucho se dice que las FF.AA. venezolanas tienen cierto componente antiimperialista por el que destacan en una región acostumbrada a que sus ejércitos sean los brazos armados de las oligarquías y las burguesías locales. Si bien esto es cierto, y muchos de los compañeros de Chávez en el Ejército acompañaron luego el proceso chavista, la formación política de Hugo no comenzó allí.
Con apenas doce años, el “arañero de sabaneta” -como le decían a Chávez por los dulces que vendía en las calles- conocería a José Esteban Ruiz-Guevara, un “viejo sabio y comunista”. Según cuenta el biógrafo de Chávez, Modesto Guerrero, Ruiz-Guevara, que sabía mucho acerca del legendario guerrillero Maisanta, introdujo a Hugo a las cuestiones fundamentales de la historia política y social de Venezuela. Militante comunista, había sido secretario general de la sección barinesa de su partido en la década del ’50.

“Quizás fue en casa de Ruiz-Guevara, en Barinas, donde Hugo Chávez recibió los primeros venenitos del marxismo, las historias sobre la gesta de su abuelo Pedro Pérez Delgado, Maisanta, que Ruiz-Guevara se sabe al pelo, además de los encantos revolucionarios de ese ‘poemario’ incendiario llamado el Manifiesto Comunista”, escribió Guerrero.
4. El juramento del Samán de Guere
Si Chávez ingresó a la historia política de Venezuela con el famoso “por ahora” con el que reconoció la derrota de la insurrección cívico-militar que comandó, la historia clandestina de esta insurrección comenzó varios años antes. En 1979, junto a sus compañeros, fundó el Ejército Popular de Liberación de Venezuela (EPLV), el primer antecedente del Movimiento Bolivariano Revolucionario-200 (MBR-200).

Este último vio la luz en 1983, a 200 años del nacimiento de Simón Bolívar con un juramento pronunciado ante el Samán de Guere, histórico árbol visitado por Bolívar en su paso por Aragua. Basado en el juramento de Bolívar en el Monte Sacro, decía:
«Juro por el Dios de mis padres, Juro por mi Patria, Juro por mi Honor, que no daré tranquilidad a mi alma, ni descanso a mi brazo, hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos. Elección Popular, tierras y hombres, libres horror a la Oligarquía».
5. Siempre Fidel
Si bien Chávez asumió la presidencia en 1999, no fue hasta la derrota del golpe de 2002 que, en el marco de una radicalización del proceso, asumió la perspectiva socialista.
Como cuenta Guerrero, la influencia de Fidel Castro fue fundamental en esta transición, desde un Chávez que postulaba su adhesión a la “Tercera Vía” de Tony Blair -socialdemócrata inglés, cómplice de la invasión yanqui a Irak- hacia el autodenominado “Socialismo del Siglo XXI”. Como el resto del mundo, Fidel y el pueblo cubano supieron de Chávez aquel 4 de febrero y, una vez indultado, lo recibieron con el rango protocolar propio de un jefe de Estado, el 13 de diciembre de 1994.

La influencia del dirigente histórico de la revolución cubana fue fundamental en varias ocasiones, contrarrestando la ascendencia de elementos como Norberto Ceresole, sociólogo argentino de ideas corporativistas. Pero la situación más trascendente, quizás, sea la vez que Fidel salvó a Chávez del suicidio político. El 11 de abril de 2002, en medio del golpe de Estado, le dijo al bolivariano que resistía en Miraflores: “¡No te inmoles, no renuncies!”. El resto, es historia.
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